viernes, 28 de junio de 2019


Sorbas (III/3).


La revista “El Afa” da mucho juego para rememorar hechos pasados del pueblo desde todos los puntos de vista. Leonor Martínez Rodríguez (“Gastronomía. Los andrajos”, El Afa, nº 2) explica la receta de ese preparado de gran aporte calórico que puede tomarse como primer plato e incluso como único plato. En una elaboración tradicional, lenta, se mezclan ingredientes como garbanzos, carne (era más escasa, costillas de cerdo, perdiz o liebre), tomates, cebolla, ajo, aceite, sal, pimiento rojo picado, harina.

Sobre las distintas categorías sociales existentes en el pueblo, como en todos, puede leerse el Romance “El crimen de la Rondeña”, recuperado por Juan Cabezas Rodríguez (El Afa, nº 3). “En la provincia de Almería / que es tan nombrada en España / hay un pueblo judicial / de defensas y de causas; / por nombre se llama Sorbas, / pueblo de mucha importancia. / En el distrito del pueblo / existe una barriada / algo corta de habitantes / que la Rondeña le llaman; / en el referido barrio / o sea una cortijada / entre dos amantes novios / ha ocurrido una desgracia, / tan horrible y tan fatal / que aterroriza y espanta, / y como más adelante / se dará por detallada, / la cosa como pasó / sin equivocarse en nada./”.

Imagen aérea, hacia 1955
(gentileza de Rafael Cazorla Fernández)
El argumento, brevemente resumido, cuenta que una joven honrada, Rogelia Flores Belmonte, hija de padres pobres, Benito y Lorenza, llevaba más de tres años de relaciones con un joven labrador, Mariano Torres Lara, hijo legitimado de Bernardo y Juliana, que despreciaban a los anteriores por pobres y aconsejaban a su hijo que la abandonara y tomara relaciones con una vecina rica. … Si el/la amable lector/a quiere saber cómo sigue y termina, deberá leerlo por sí mismo/a en la citada revista.




Un problema muy importante en el pueblo ha sido tradicionalmente el abastecimiento de agua. Rosa María Piqueras Valls (“La traída de aguas, 1947-48: un deseo hecho realidad, El Afa, nº 3) cuenta que los vecinos tenían que bajar hasta la rambla para abastecerse. El punto más cercano, “Los Caños”, que eran seis, estaba a un kilómetro, pero en periodos de sequía tenían que ir incluso hasta “Los Algarrobos”, a seis kilómetros o pedir el favor a los dueños de cortijos que tuvieran noria o balsa. El trayecto lo hacían en burra o a pie, era tarea principalmente femenina, que aprovechaban para lavar –lavadero público al lado de la fuente “Los Caños”- y volvían con la ropa mojada y cántaros. No había alcantarillado, produciéndose el fenómeno de los chorreones, y la situación era insostenible en caso de incendio. El 1 de julio de 1948 se inauguró el abastecimiento público en cinco fuentes en distintos puntos del pueblo. De ellas quedan tres.



Dos literatos tuvieron relación con Sorbas. La historiadora Rosa María Piqueras Valls, en el número 25 de El Afa (“José Martínez Ruiz, “Azorín”. Diputado cunero a Cortes por Sorbas”), explica que, en unas elecciones tan caciquiles, Azorín encontró acomodo en Almería gracias a Antonio Maura. Almería elegía a 8 diputados, 3 por la capital y cinco distritos uninominales: Berja, Purchena, Sorbas, Vélez-Rubio y Vera. En las elecciones de 1916 se presentó como candidato por la Circunscripción de Almería, Distrito de Sorbas, Cristino Marcos Llovet, fracción política liberal. Hubo  12.262 electores y 7.107 votantes, de los que el candidato obtuvo 5.362. El Tribunal Supremo anuló estas elecciones –las únicas- y ordenó repetirlas, presentándose José Martínez Ruiz, abogado, conservador, y ganándolas: electores 12.149, votantes 7.510, votos obtenidos  4.654. Romanones le había dicho a Dato por carta en 1914 que Almería era la provincia más cunera de España y Sorbas era un distrito competitivo. Aunque Azorín no lo tuvo fácil, volvió a ganar en 1918 y 1919.


El otro literato fue el poeta Gerardo Diego, que, según cuenta Pedro Soler (“Gerardo Diego y el taller de Anica La Lanera, El Afa nº 7), estuvo en Sorbas dos fines de semana para visitar a Mª del Mar Fornoví, su secretaria, que ejercía de maestra en el pueblo y se alojaba en casa de Anica La Lanera, su amiga. Una anécdota cuenta que Gerardo Diego estaba ya delicado de salud y que habiéndole hecho la Tía Anica La Genara –que llamaba al poeta “Don Geranio”- unas migas con muchos tropezones, se quejó él diciendo que su estómago no lo soportaría, por lo que se le hizo una sopa de verduras.

Otros asuntos del pueblo.
Francisco Mañas Martínez. La historia del hijo desaparecido. 
Ana Mª Rodríguez Agüero.




Rambla de Sorbas, en primer plano el cortijo de los Caños, al fondo El Zocá. La rambla de Góchar había “salido” con fuerza aquel año, arrasando casi por completo la fuente de los Caños y el bancal inmediato (1935)

Tajo Oeste de Sorbas. Abajo, humeando los hornos de las Alfarerías y la Cuesta de los Caños con los burros acarreando el agua al pueblo (1935)

Mulo y burros en la Calle Calvario, allí se celebraba el mercado de ganado semanal (1935)

Bailando las carreras

(Las fotografías corresponden a la revista "El Afa", nº 14, verano 2006)

Sorbas es un pueblo pequeño, ha perdido población. A mediados del siglo XIX fue aumentando hasta llegar a los 8.081 habitantes en 1920. Desde entonces ha ido en descenso hasta los 2.463 que tenía en el año 2017. El futuro no puede ser muy esperanzador. En la revista El Afa nº 2 hay unos tristes datos, tomados del Ayuntamiento de Sorbas, Juzgado de Paz, que explican el movimiento demográfico en el año 2000: hubo 11 nacimientos y 40 defunciones, por lo que el crecimiento vegetativo es muy negativo.


La tierra es infiel a sus hijos: pasan las generaciones y nada significa, se olvida. Por el camino de la emigración, en el amanecer del éxodo, partieron muchos peones de la historia buscando el pan del trabajo en otras tierras menos duras y más fáciles de andar y trabajar, marcharon camino del olvido por la senda de la dispersión y aquí dejaron enterrada su memoria para poder volver un día. Quizá un día regresen, cuando la edad y el recuerdo empiecen a llenarles de nostalgia el corazón, porque no se vuelve a plantar un árbol viejo fuera de su tierra.

Esas personas mayores, esos abuelos, son como el paleolítico de nuestra generación, son los hombres-memoria, los archivos del pueblo, los que guardan el fuego sagrado de las esencias de una época pasada. Pasamos como las aguas del río, pero antes nos han enseñado a amar el pasado y la cultura. Por eso es una desgracia que una revista tan entrañable como El Afa haya desaparecido. A nadie le gusta ser cronista del crepúsculo. Esperemos su resurrección.


2 comentarios:

  1. La revista EL AFA no ha desaparecido. Está más viva que nunca y se puede observar porque hemos ampliado el número de artículos y el de páginas. En agosto publicamos el número 37. Pueden obtener más información en www.amigosdesorbas.com
    Le rogaría constatara la información antes de publicarla

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  2. Hago mías las palabras de mi compañera del Consejo de redacción y le invito a entrar en el siguiente enlace: www.amigosdesorbas.com/publicaciones_afa.html Saludos desde Sorbas.

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