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jueves, 6 de diciembre de 2018


Alcalá de Henares: 20 años Patrimonio de la Humanidad. 



En la Capilla del Oidor (Plaza Cervantes) puede verse esta sencilla exposición que conmemora los 20 años de la declaración de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad. Un recorrido histórico de la ciudad desde sus inicios, la relación de Alcalá con la literatura y los valores reconocidos por la Unesco, dan paso a una mirada sobre la situación del patrimonio artístico y cultural y sobre la Alcalá actual.


El poblamiento humano en la zona de Alcalá está atestiguado desde épocas romanas. Un verdadero asentamiento fue el oppidum prerromano del cerro de San Juan del Viso, ubicación de la primitiva Complutum, que bajó a la vega del Henares con el cambio de era. La próspera Complutum imperial quedaría más tarde abandonada y se configuró un nuevo núcleo poblacional en torno al templo martirial de San Justo. La invasión islámica dio lugar a otro núcleo, al otro lado del río, la fortaleza de al-Qal´at abd al-Salam.



El arzobispo de Toledo la conquistó en el siglo XII y la tomó en señorío. Los arzobispos se establecieron en torno a la iglesia de los Santos Niños, construyeron un palacio y fortificaron el conjunto urbano, el Burgo de Santiuste. El arzobispo-Cardenal Cisneros creó la Universidad en 1499 y las figuras que por ella pasaron –Lope de Vega, Calderón de la Barca, San Ignacio de Loyola- dieron brillo especial al Siglo de oro, y Cervantes nació en Alcalá en 1547. La vieja villa medieval se convirtió en una ciudad monumental, “la ciudad de los santos y los sabios” (Unamuno).



Tras larga decadencia, en 1836 se trasladó la Universidad a Madrid, lo que supuso un duro golpe para la ciudad cuya crisis afectó al patrimonio. El ambiente universitario y conventual se transformó en carcelario y militar. Los convulsos siglos XIX y XX contribuyeron al deterioro y Manuel Azaña describió las ruinas y destrucciones en 1937. En los años 60 y 70 del siglo XX la ciudad experimentó un gran crecimiento poblacional, retornó la Universidad en 1977 y fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1998. Se emprendieron multitud de restauraciones y es un foco cultural dentro de la Comunidad de Madrid.


Alcalá, ya desde antiguo, tuvo relación con la Literatura. Se glosó en el Cantar de Mio Cid o en el Libro del buen amor y muchos escritores la citaron:
El ver mucho y leer mucho, aviva los ingenios de los hombres” (Miguel de Cervantes).
“¡Oh madre Alcalá!, ¿qué diré de ti, que satisfaga, o cómo para no agraviarte callaré, que no puedo?” (Mateo Alemán, “Guzmán de Alfarache”).
Volviendo el rostro hacia la izquierda se abarcaba de un golpe de vista la ciudad de Alcalá de Henares (…) Las torres, las cúpulas y los campanarios de los conventos e iglesias, los cubos almenados de la casa arzobispal, los arbotantes de San Justo, el frontón de San Ildefonso, extremidades más o menos altas de las construcciones elevadas allí por la piedad o la ciencia, daban magnífico aspecto a la ciudad célebre, que inmortalizaron Cisneros con su Universidad y Cervantes con su cuna” (Benito Pérez Galdós, “El Audaz”).



No se ve a Alcalá, como a nuestros pueblos, recogidita en el regazo de montes verdes, bajo un cielo pardo, sino tendida al sol en el campo infinito, dibujanto en el azul las siluetas de las torres de sus conventos” (Miguel de Unamuno, “De mi País”).
Yo soy alcalaino de raza, alcalaino por los cuatro costados… yo he aprendido en las páginas de un libro escrito por unas manos que para mí eran santas, cuánta magnificencia encierra la historia de esta ciudad” (Manuel Azaña).
Les invitaría a salir al puro aire primaveral / para recorrer, juntos, estos espacios y estos tiempos / sucesivos –Arquitectura e Historia- simbolizadas en / unas piedras que son Patrimonio de la Humanidad” (José Hierro).



La Unesco reconoció unos valores que supusieron su nombramiento como Patrimonio de la Humanidad.
Criterio II. Testimoniar un importante intercambio de valores humanos a lo largo de un periodo de tiempo o dentro de un área cultural del mundo, en el desarrollo de la arquitectura, tecnología, artes monumentales, urbanismo o diseño paisajístico (Alcalá, primera ciudad diseñada especialmente como sede de una universidad, que sirvió de modelo).



Criterio IV. Ofrecer un ejemplo eminente de un tipo de edificio, conjunto arquitectónico, tecnológico o paisaje, que ilustre una etapa significativa de la historia humana (materialización del concepto de ciudad ideal, la Ciudad de Dios).

Criterio VI. Estar directa o tangiblemente asociado con eventos o tradiciones vivas, con ideas o creencias, con trabajos artísticos y literarios de destacada significación universal (avances de la lengua española).


En la actualidad el foco está puesto en la conservación del rico patrimonio y en la conversión de Alcalá en una ciudad agradable para vivir.



Además de esta exposición, más institucional, hay también otra en Santa María la Rica, con una serie de espléndidas fotografías que recorren la historia y el patrimonio de nuestra ciudad.
Ana Lucía Sánchez Montes, Basílica de Complutum
Oscar Masats, Mosaico de la pesca en la casa de Hippolytus
Vicente Pérez Palomar, Sepulcro de Cisneros
Luis A. Cabrera Pérez, Palacio Arzobispal
José Francisco Saborit, Colegio San Ildefonso. Detalle ventana
Ángel Pérez López, Espadaña y chapiteles






viernes, 15 de diciembre de 2017

Vistas antes las exposiciones de Sigüenza y Torrelaguna corresponde ver ahora la que organiza el Ayuntamiento de Alcalá de Henares en la Capilla del Oidor de dicha ciudad, referida a la época en que Gonzalo, realmente, era ya Francisco. Las otras tenían un continente más impresionante, pero ésta tiene un componente documental y bibliográfico más importante. No habla de su vida, sino que se refiere a él mismo como personaje y a su obra. Comienza la exposición con unos árboles genealógicos dedicados a Castilla y Aragón y a la Casa de Austria, para centrarnos en la época, y prosigue con la vida de Cisneros en los reinados que la ocuparon.


Fuero nuevo de Alcalá otorgado por Jiménez de Cisneros en 1509
Firma autógrafa de Cisneros
El personaje de Cisneros es el tema central de una amplia iconografía: placa labrada en yeso policromado del siglo XVI con la escena en la que bautiza a los mahometanos de Granada (intervención polémica aunque, al parecer, contó con el apoyo de los reyes Isabel y Fernando y del arzobispo de Granada, Hernando de Talavera), busto en medio relieve en piedra policromada del siglo XVI (una de las iconografías más características), retrato grabado sobre papel con sello y matasellos de la Exposición Internacional Cisneriana (Alcalá de Henares, 1981), medallón en bronce, busto en bronce sobre mármol, cartel anunciador de 1921, cuadro “Cisneros en el taller de Brocar” de José Castro, s. XX, etc.




Su personalidad queda reflejada también en sus escudos: madera tallada y policromada del siglo XVI (procedente del antiguo convento de religiosas de San Juan de la Penitencia, fundado por él), labrado en piedra del siglo XVI (posible resto del Palacio Arzobispal), repostero en terciopelo bordado en seda del siglo XX, al igual que el escudo con el sol de la conquista de Orán.







El territorio, base de la estructura señorial de su poder, aparece en un mapa de la Archidiócesis de Toledo en el siglo XVII, con vistas panorámicas de las ciudades más destacadas como Alcalá de Henares, incluyendo Orán.




De su obra aparecen muchos aspectos: cartas al Arcipreste de Alcalá, el Fuero nuevo de Alcalá de 1509, escultura en piedra de San Nicolás (se encontraba en la fachada del Hospital de San Lucas y San Nicolás, fundado por él para estudiantes pobres), Biblia Políglota Complutense (con la participación de Brocar), grabados de la Catedral Magistral (título conferido por él) y de la fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso, escudo de la Universidad de Alcalá (repostero, fieltro, s. XX), maqueta en plata del Colegio Mayor de San Ildefonso, óleo sobre lienzo de Pilar de Aristegui (s. XX, con los Reyes Católicos recibiendo a Colón en Alcalá, acontecimiento histórico muy importante. Cisneros intervino en cuestiones relacionadas con América, apoyando a Bartolomé de las Casas para la creación de una comisión que debatiera sobre la condición humana de los indígenas), cuadro de Ricardo Duque sobre Juana I de Castilla (Cisneros fue regente en su nombre en dos ocasiones y su firme defensor).

Sobre su vida hay varios libros, como “Breve sumario de su vida y virtudes” y “Compendio de su vida y hazañas”, de Eugenio de Robles, ambos del s. XVII.




Finalmente, también su muerte es otro de los aspectos tratados en la exposición. Hay un grabado sobre papel de la sección longitudinal de la Capilla universitaria de san Ildefonso, que quiso que le sirviera de sepulcro y que integra en su arquitectura y decoración las técnicas y estilos occidentales y de inspiración arábiga. También aparecen su testamento y una fotografía de su sepulcro, convertido en cenotafio al no cumplirse sus previsiones.



lunes, 26 de septiembre de 2016

La moda de Cervantes y trajes del Quijote


El año de Cervantes está siendo pródigo en exposiciones. En esta ocasión voy a la Capilla del Oidor -marco habitual cervantino- donde fue bautizado en 1547, hecho que nos recuerda la pila reconstruida, su registro en el libro de bautismos y una genealogía. Esta iglesia ya existía como ermita de San Juan Bautista o de los Caballeros, en el siglo XV se trasladó a ella la parroquia de Santa María la Mayor y fue ampliada la cabecera y a mitad del siglo XVI se construyó una gran iglesia de tres naves, que no llegó a terminarse y que se mantuvo al culto hasta 1936. La exposición habitual se ha sustituido por “La moda de Cervantes y trajes del Quijote”.

Una somera cronología de su azarosa vida abre la exposición sobre la moda del Siglo de Oro español, que quiere mostrar la forma de vestir como reflejo de la sociedad, de sus valores y de la forma de vida de una época, pensando que el vestido ilustra al personaje y a su clase social. Don Quijote le decía a Sancho: “Ve siempre bien vestido, amigo Sancho, que un palo bien vestido no parece un palo … que así te ven, así te tratan”. Pero no es solamente eso, porque quiere ser un viaje antropológico al mundo del Quijote, al siglo de Cervantes y a las distintas clases sociales, a través de la indumentaria, inventos, instrumentos musicales, muebles, libros, armas, etc.



El apartado de la vestimenta está subdividido según las clases sociales. Comienza con un elegante brial de cola en azul y con el traje de gala de Felipe II, en verde y dorado, que nos introduce en la sección “Reyes y nobleza”, donde pueden verse el traje de boda de la emperatriz Isabel (1547, en tonos rojos y dorados), el traje de gala de Carlos I (dorados, amarillos y marrones), ambos retratados por Tiziano, el traje de gala de Isabel de Valois (tercera mujer de Felipe II, negro y blanco) y el traje de gala del príncipe Carlos (primer hijo de Felipe II, marrón, dorado y blanco), que vivió un tiempo en Alcalá y fue protagonista de unos hechos extraordinarios.
También aparecen un vestido de dama (marrón y blanco), la armadura de Felipe II (dorados y acerados), otros vestidos femeninos (marrón, gris) y, como complementos, la perla Pelegrina y el Toisón de Oro. Finalmente, el traje de Isabel Clara Eugenia (hija de Felipe II, Gobernadora de los Países Bajos, pintada por Sánchez Coello, blanco y dorados, grandes mangas) y otros vestidos femeninos en tonos burdeos, verdosos y dorados.
Era el europeo “vestir a la española”, estilo sobrio pero elegante, cuando España marcaba la pauta, también en la moda.

Las materias primas utilizadas eran la lana merina (“el oro de Castilla”, el mejor vellón en Europa, pilar de la Mesta y la trashumancia), la lana de oveja churra (clases populares, “no mezclar churras con merinas”), la seda granadina, el algodón (poco conocido) y el terciopelo (obtenido con seda y especialmente algodón, clases pudientes, el negro símbolo de máxima elegancia, Felipe II).

Esta sección se centra más en la descripción de la mujer, cuyo vestido dependía de la circunstancia: en sociedad (saya entera o cimera que se arrastraba, verduguillo interior que daba rigidez al torso, gran cuello de lechuguilla, chapines, también podían utilizarse el jubón y la basquiña), en casa (jubón sin mangas, camisa de lino, faldellín o manteo). En general se usaba baldaquín o saya bajera, corpiño interior, verdugado o falda interior, basquiña o saya exterior. La saya entera era la pieza principal, la que reflejaba el estatus de la dama, con manguillas para cubrir los brazos, que no se descubrieron hasta el siglo XVIII.

La exposición continúa mostrando la vestimenta del “Pueblo”, ejemplificándola en “La venta del Quijote”. Las ventas, lugar frecuentado por los viajeros, tenían un fuego en el centro o en lugar destacado al que los viajeros se acercaban “al amor de la lumbre”, compartiendo conversación, penurias y comida. De un gran caldero, con caldo de verduras y tocino, se servía la comida que igualaba a todos. Las otras formas de cocinar eran la sartén y el puchero. Los vestidos eran sencillos, en tonos blanco, rojo y marrón. Sancho Panza, ejemplo de labriego, llevaría camisón de lienzo, calzón de astracán, morral cinturón de vacuno, alforjas y bota de vino. Una pastora se vestiría con saya bajera de lana y saya cimera de pelo de cabra, corpiño, camisa de teflón –lino y algodón-, velo de lino, manta y cayado con calabaza, y una ventera, de estatus algo más alto, con jubón de hilo, saya con rodados de terciopelo y saya cimera decorada. La materia prima era lana y lino. Demostrando la simbiosis hombre-naturaleza, la decoración, inspirada en la naturaleza, era a base de flores.

Otro grupo social, los infanzones o caballeros o “Hidalgos”, a la que pertenecerían tanto Cervantes como Don Quijote, llevaban trajes algo más elaborados, en tonos azul, rojo, verde, marrón y negro. También en negro, marrón y rojo es el hábito de estudiante que aparece en la “Estancia de Cervantes”, el siguiente apartado de la exposición. Cervantes escribe vestido de negro, verde y blanco. Los muebles son mesa de lira o bufete (las maderas indicaban la posición, por orden descendente nogal, castaño, haya, pino), sillón
frailero con posabrazos, escribanía o papelera (no se llamó bargueño hasta el siglo XX) y arca prismática o escaño.

Los apartados restantes son breves, como este último. Sigue “El conocimiento”, donde podemos ver la importantísima imprenta, un galeón y mapas portulanos, astrolabio de Lovaina, reloj de sol y brújula y libros (Libro de rezos de Felipe II, Civitates Orbis Terrarum –Ciudades del Mundo- abierto en la página de Sevilla donde se muestra el cortejo del escarnio público, el “cornudo y apaleado”, y Quijotes).

Un último apartado engloba la “Música del Quijote” (vihuela, el instrumento más representativo, precursora de la guitarra; pandero y pandereta, rabel, gaita y tamboril y laúd, introducido por los árabes), las “Monedas” (en oro -4 ducados, doble ducado, 100 ducados, la moneda más cotizada del mundo,- o en plata -8 reales de Valladolid, ducatón, 8 reales de Zaragoza-) y “Los Tercios” (espadas, estoques, alabarda, lanza, casco, coraza, arcabuz –polvorera, los doce apóstoles cargas de pólvora dosificadas-).

El siglo de Cervantes ha quedado reflejado en parte. La exposición resulta breve pero completa en sus distintos apartados, con ejemplos suficientes en cada uno de ellos, y el apartado “Los Tercios”, el último, nos remite a otra interesante exposición, la de Santa María la Rica.