jueves, 26 de junio de 2025

Paolo Veronese (1528-1588)

El Museo Nacional del Prado y la Fundación AXA presentan la primera gran exposición monográfica dedicada en España a Paolo Veronese, uno de los maestros más brillantes y admirados del Renacimiento veneciano.

Comisariada por Miguel Falomir, director del Museo del Prado, y Enrico Maria dal Pozzolo, profesor de la Università degli Studi di Verona, la exposición pone de manifiesto la inteligencia pictórica de un artista con una idea totalizadora del arte que abarcaba innumerables referencias estéticas y culturales que supo plasmar con gran libertad. Lo hizo en un momento crítico para Venecia, cuando afloraban las tensiones religiosas (compareció ante el Santo Oficio en 1573) y se evidenciaban los primeros síntomas de una decadencia económica y política que sus pinceles camuflaron con maestría, contribuyendo decisivamente a plasmar en imágenes el “mito de Venecia”. Y como todos los grandes artistas, Veronese trascendió su tiempo. La belleza y elegancia de sus composiciones sedujo durante siglos a coleccionistas y artistas, de Felipe IV y Luis XIV a Rubens, Velázquez, Delacroix o Cézanne.

La exposición alterna seis secciones cronológicas y temáticas. La primera: De Verona a Venecia, atiende a la formación en su Verona natal, ciudad de rico pasado romano donde la tradición local convivía con aportes venecianos (sobre todo Tiziano) y de artistas centro-italianos como Rafael y Parmigianino. La segunda sección: «Maestoso teatro». Arquitectura y escenografía, aborda su modo de entender el espacio y narrar historias, aunando la tradición veneciana y las nociones teatrales y arquitectónicas de Palladio y Daniele Barbaro, y lo confronta con la visión alternativa encarnada por Tintoretto. Se presta particular atención a las célebres Cenas. La tercera: Proceso creativo. Invención y repetición, ahonda en la inteligencia pictórica de Veronese y el modo como dirigió uno de los obradores más fecundos y de mayor calidad de la época. Ello fue posible gracias a un férreo control del proceso creativo y a una sabia distribución de funciones dentro del taller en la que el dibujo resultó fundamental. La cuarta sección: Alegoría y mitología, muestra su excelencia en dos terrenos particularmente queridos por las élites: la alegoría y la fábula mitológica, donde se reveló como el único artista capaz de competir con Tiziano. La quinta sección: El último Veronese, aborda su década final, cuando asistimos a un cambio notable en su pintura, con composiciones inestables de colorido más sombrío y un uso dirigido y a menudo simbólico de la luz, en las que el paisaje cobra nuevo protagonismo. Esta mutación, que anuncia las grandes conquistas pictóricas del Barroco, responde a factores diversos, estéticos y “ambientales”. La exposición concluye con una sección dedicada a su legado: «Haeredes Pauli» y los admiradores de Veronese. La exposición se centra en los inmediatamente posteriores: El Greco, los Carracci y Pedro Pablo Rubens, pero también incluye a artistas tan dispares como Velázquez, Tiépolo, Delacroix o Cezanne.

 

La exposición

La disputa con los doctores en el Templo,Paolo Veronese. Hacia 1560. Óleo sobre lienzo. 434,5 x 223 cm., Madrid, Museo Nacional del Prado

Paolo Veronese triunfó en vida, y tras su muerte gozó del favor ininterrumpido de príncipes, coleccionistas y colegas. Solo en el siglo XX su fama palideció ligeramente al asimilarse su pintura con el lujo y la ampulosidad. Esta exposición se suma al esfuerzo actual por desterrar estas ideas y mostrar la realidad de un pintor que, más que cualquier otro del Renacimiento italiano, supo concretar una idea orgánica y totalizadora del arte. De Veronese se pondera su «inteligencia pictórica» y, ciertamente, tras el oropel anida una calidad superlativa. Gestos, indumentarias, colores y personajes exóticos, espacios ilusorios e imponentes arquitecturas… todo contribuye a que el espectador se imagine dentro de sus composiciones.

De Verona a Venecia

La unción de David, Paolo Veronese, Óleo sobre lienzo, 174 × 365 cm, h. 1550. Viena, Kunsthistorisches Museum, Gemäldegalerie

 Paolo Veronese se formó en una Verona inmersa en una profunda renovación religiosa y edilicia impulsada, respectivamente, por el obispo Gian Matteo Giberti y el arquitecto Michele Sanmicheli. Más que el aprendizaje con sus maestros, en su formación fue decisivo su trabajo como fresquista a las órdenes de Sanmicheli y el conocimiento tanto de la pintura veneciana, principalmente de Tiziano, como de Rafael y Parmigianino. Esta variedad de estímulos explica aspectos de su pintura que lo alejan de los venecianos, como un colorido cangiante (iridiscente) o el énfasis en el dibujo. A todo ello añadió un carácter sociable que le procuraron el favor de las familias patricias de Verona y Vicenza, así como el acceso a ambientes con inquietudes anticuarias. Es muy plausible que, estimulado por este entorno, visitara entonces Roma. Con este bagaje irrumpió en Venecia en 1551, con la Pala Giustiniani para San Francesco della Vigna, con la que demostró tanta personalidad como inteligencia al reelaborar modelos de Tiziano, figura dominante en la escena pictórica de la ciudad.  

«Maestoso teatro». Arquitectura y escenografía

Magdalena penitente, Paolo Veronese, Óleo sobre lienzo, 115,4 × 91,5 cm, 1583. Madrid, Museo Nacional del Prado

La pintura narrativa consta de dos elementos: unos personajes que representan una historia y el espacio donde esta acontece, y el modo en el que ambos se relacionan condiciona el diseño de la composición y su recepción. En Venecia convivieron dos aproximaciones encarnadas por dos binomios arquitecto-pintor: Serlio-Tintoretto y Palladio-Veronese. Tintoretto siguió a Sebastiano Serlio (¿1475?-ant. 1557), quien visualizó la escena vitruviana como un espacio en profundidad, con un punto de fuga elevado flanqueado por edificaciones. Andrea Palladio (1508-1580) redujo la escena mediante la disposición transversal de una arquitectura clásica. Veronese incorporó esta solución, situando a sus personajes ante un telón arquitectónico y adoptando un punto de vista bajo que reduce el espacio y aproxima la escena al espectador. El contraste entre arquitectura y personajes se acentúa a través del color. Frente a la unidad atmosférica de Tintoretto, los colores de Veronese y las brillantes indumentarias contrastan con el tono neutro de la arquitectura. Estas dos concepciones espaciales condicionaban el tono de la narración. La serliana daba lugar a composiciones dinámicas de agitados escorzos, mientras la palladiana propiciaba una ordenación del espacio y una gestualidad más serenas, más «majestuosas».

Proceso creativo. Invención y repetición

La cena en casa de Simón, Paolo Veronese, Óleo sobre lienzo, 315 × 451 cm, h. 1556-60m Turín, Musei Reali di Torino, Galleria Sabauda

En el Renacimiento la invención se concebía como el hallazgo de una solución original –formal y técnica– a un problema de representación. En la práctica, consistía en saber relacionar elementos tomados de diferentes fuentes y combinarlos con expresiones personales para crear escenas inéditas, en emplear materiales nuevos o en usar de manera innovadora los tradicionales. No obstante, era frecuente que un cliente pidiera que un trabajo emulara otro anterior o que el artista repitiera sus ideas. Veronese se inspiró tanto en la Antigüedad clásica como en artistas anteriores y contemporáneos y reutilizó constantemente sus propias invenciones, interpretando iconografías poco difundidas en la pintura véneta del siglo XVI. Sus prototipos, incluso cuando se inspiraban en obras de otros artistas, resultaron novedosos por el modo de presentar el discurso narrativo y por el formato, pincelada, color y textura. 

Alegoría y mitología

Marte y Venus con Cupido, Paolo Veronese, Óleo sobre lienzo, 48 × 39,5 cm. h. 1565-70, Turín, Musei Reali di Torino, Galleria Sabauda, inv. 461

Veronese abordó desde sus inicios asuntos mitológicos y alegorías profanas. Su labor en ese campo fue particularmente fecunda en tres áreas: la decoración al fresco de residencias particulares en ámbitos urbanos y rurales; como artista áulico al servicio de Venecia, y en obras de caballete para coleccionistas. Frecuentó a humanistas que idearon las complejas iconografías que trasladó a imágenes, mostrando habilidad para aprehender y hacer suyas fuentes diversas y ajustando cada composición a su función y lugar, ya sea un ámbito público o privado. Veronese fue decisivo para fijar en imágenes el mito de la prosperidad de Venecia cuando afloraban los síntomas de decadencia. Lo hizo en el Palacio Ducal con un lenguaje imaginativo y solemne, atento a los modelos clásicos, pero sin rigideces anticuarias. Y como pintor mitológico, la sensualidad de sus formas y colores le hicieron el heredero de Tiziano.

El último Veronese

El milagro de san Pantaleón, Paolo Veronese, Óleo sobre lienzo, 277 × 160 cm. 1588, Venecia, iglesia de San Pantalon

El año de la muerte de Tiziano, 1576, marca simbólicamente el inicio de la última etapa de Paolo. A sus 48 años era uno de los artistas más célebres de Venecia. Frente a la relativa homogeneidad de los años anteriores, su pintura evoluciona hacia composiciones más dramáticas e inestables, de formas más diluidas y colorido sombrío, con un uso dirigido de la luz, a menudo con connotaciones simbólicas, que anticipa soluciones del siglo XVII. Destaca igualmente el protagonismo creciente del paisaje, que adquiere una nueva función narrativa y expresiva. Estos cambios responden tanto a estímulos artísticos (la obra de Tintoretto) como a circunstancias históricas (la terrible peste de 1576; el clima espiritual postridentino). Esta fase tardía se caracteriza por participación cada vez mayor del taller.


«Haeredes Pauli» y los admiradores de Veronese

La Virgen y el Niño con santa Lucía y un santo mártir, Benedetto Veronese. Óleo sobre lienzo, 98 × 137 cm, ant. 1596, Madrid, Museo Nacional del Prado

Con Veronese, como sucede con otros grandes maestros, conviene distinguir entre los herederos legales, y los herederos artísticos, que asimilaron su legado, aunque no le conocieron. A la muerte de Paolo, su hermano Benedetto (1538-1598) y sus hijos Gabriele (1568-1630) y Carletto (1570-1596) mantuvieron el taller con el sello «Haeredes Pauli», en el que produjeron obras reiterativas de discreta calidad. El único que mostró cierta personalidad fue Carletto. Los verdaderos herederos deben buscarse lejos de la familia, en pintores como Guido Reni, Velázquez, Delacroix o Paul Cézanne. Aquí nos centramos en la generación posterior a su muerte: el Greco, coda sobre su extraordinaria recepción en las cortes europeas del Barroco.

Gian Matteo Giberti. Segunda mitad del siglo XVI. Óleo sobre tabla, 21 x 14 cm. Atribución a Bernardino India, mediados siglo XVI
Sagrada Familia, llamada la Perla, Rafael. Hacia 1518. Óleo sobre tabla, 147,4 x 116 cm

Camilla Gonzaga, condesa de San Segundo, y sus hijos. Parmigianino. Girolamo Francesco Maria Mazzola y taller, 1535 - 1537. Óleo sobre tabla, 128 x 97 cm

San Lucas evangelista sentado en un paisaje y otros estudios, Paolo Veronese, 1580 - 1581. Aguada, Albayalde, Pluma, Preparado a lápiz, Tinta parda, Toques de lápiz sobre papel agarbanzado, 310 x 217 mm

Martirio de San Mena, Paolo Veronese. Hacia 1580. Óleo sobre lienzo, 248 x 182 cm

Susana y los viejos, Paolo Veronese. Hacia 1580. Óleo sobre lienzo, 151 x 177 cm

Sacrificio de Isaac, Paolo Veronese. 1585 - 1588. Óleo sobre lienzo, 129 x 95 cm

La familia de Caín errante, Paolo Veronese. Hacia 1585. Óleo sobre lienzo, 105 x 153 cm
Jesús y el centurión, Paolo Veronese. Hacia 1571. Óleo sobre lienzo, 192 x 297 cm

El lavatorio, Tintoretto, Jacopo Robusti. 1548 - 1549. Óleo sobre lienzo, 210 x 533 cm

Daniele Barbaro, patriarca de Aquileya, Tiziano, Vecellio di Gregorio. Hacia 1545. Óleo sobre lienzo, 81 x 69 cm

Venus y Adonis, Paolo Veronese. Hacia 1580. Óleo sobre lienzo, 162 x 191 cm

Un joven de la familia Sanuto elige la Virtud frente al Vicio, Paolo Veronese. Hacia 1560. Óleo sobre lienzo, 102 x 153 cm

Moisés salvado de las aguas, Paolo Veronese. Hacia 1580. Óleo sobre lienzo, 57 x 43 cm

La Asunción de la Virgen, Carracci, Annibale. 1588 - 1590. Óleo sobre lienzo, 130 x 97 cm

La Anunciación, El Greco. 1570 - 1572. Óleo sobre tabla, 26,7 x 20 cm

Cristo muerto sostenido por un ángel, Alonso Cano. 1646 - 1652. Óleo sobre lienzo, 178,3 x 119,8 cm

Las bodas de Caná, Paolo Veronese. Hacia 1562. Óleo sobre lienzo, 128,5 x 211 cm

Alegoría del nacimiento del infante don Fernando, Parrasio, Michele. Hacia 1575. Óleo sobre lienzo, 182 x 223 cm

Santa Águeda, Carletto Veronese. 1590 - 1593. Óleo sobre lienzo, 115 x 86 cm

El archiduque Leopoldo Guillermo  en su galería de pinturas en Bruselas, Teniers, David, 1647 - 1651. Óleo sobre lámina de cobre, 104,8 x 130,4 cm


























 

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