lunes, 8 de abril de 2024

Ábsides románicos verticalistas.

Es bien conocido el castillo-monasterio de Loarre, en la provincia de Huesca, del siglo XI, el castillo románico mejor conservado de Europa, aparecido en películas como El reino de los cielos. Su estampa lejana es muy icónica y uno de los elementos que destacan es el ábside de su iglesia románica, muy alto, de los llamados verticalistas, según Miguel Soriano. El tambor absidal se eleva desde la roca firme y permanece exento en gran parte. Una serie de columnas-contrafuerte sobre pilastras a distintas alturas acentúan la verticalidad de la construcción. La decoración es típicamente jaquesa y trae a la memoria la del ábside sur de la catedral de San Pedro de Jaca. 


La escalera de acceso al castillo cruza transversalmente la iglesia de San Pedro por debajo, adaptada al terreno con trayecto ascendente, limitado por sendos arcos fajones sobre pilastras.  A ella se abren la entrada a la cripta de Santa Quiteria a la derecha y enfrente el cuerpo de guardia. Cubre con bóveda de medio cañón y se adorna con moldura jaquesa, ajedrezada. La escalera forma tres calzadas, mayor la central.


 

Lo que interesa señalar en este momento es la cripta, situada debajo de la cabecera de la iglesia, que es lo que hace que el ábside de esta iglesia sea tan alto. La cripta reproduce la planta de la iglesia superior, a la que está unida mediante escalera con funcionalidad religiosa relacionada con las reliquias de san Demetrio. Consta de un ábside cilíndrico cerrado con bóveda de cuarto de esfera prolongado por un tramo de medio cañón. El cilindro absidal está decorado con cinco arcuaciones que enmarcan ventanales de derrama interior y aspillerados al exterior. La estancia es recorrida por una imposta abilletada, tangente a las arcuaciones. Sobre el arco de medio punto de acceso hay un crismón descentrado -quizá reutilizado- que señala la entrada a lugar sagrado, datado hacia 1070.

Hay dudas sobre la denominación de cripta, término que sirve para designar a una iglesia construida bajo el nivel del suelo, lo que no es el caso. En sentido estricto habría que llamarla iglesia inferior. Se hizo para salvar el desnivel, porque no se podía retrasar el templo, pero no sucede así en otros lugares, en los que se buscan lugares con talud para edificar la cripta sin necesidad de excavar. En conjunto, la cripta o iglesia inferior alarga el ábside de la iglesia, dando la sensación de mucha mayor altura.

 

Loarre no es el único ejemplo en este estilo. El de Leyre es el caso más antiguo de estos ábsides, que tuvieron un desarrollo extraordinario en Navarra y Aragón. También son así los de San Martín de Unx, San Felices de Uncastillo, Sos del Rey Católico, Murillo de Gállego, Luesia y otros, más alejados, como San Vicente de Ávila u Olius. En todos ellos se utilizó la cripta o iglesia inferior para regularizar los desniveles del terreno.

 

Monasterio de Leyre.

Está documentado desde el siglo IX, discurriendo su historia ligada al reino de Navarra. Se reconstruyó en 1022 en estilo románico -cabecera del coro y cripta-, introduciéndose la regla cluniacense. Desde el siglo XI la cripta sirvió de panteón real. Pasó a los cistercienses en 1307 y estuvo deshabitado, Desamortización de Mendizábal, entre 1836 y 1954, cuando se establecieron monjes benedictinos de Santo Domingo de Silos. La iglesia monacal de San Salvador es el punto central y tuvo gran importancia en el desarrollo de la arquitectura monacal en España. Esconde magníficos tesoros como la cripta del s. XI, la bóveda gótica o la “Porta Speciosa”, un perfecto pórtico románico del s. XII. Llama la atención el exterior de los tres ábsides semicirculares de igual altura y una configuración lineal muy interesante desde el punto de vista estilístico. En el ábside se encuentra la cripta y la cabecera del coro a la cual se incorpora la nave central. La cabecera del coro es la parte más antigua e importante del templo.

La cripta -la parte más antigua de todo lo conservado- posee un ingreso de características muy peculiares y carente de decoración, en el que se advierten los comienzos de la arquitectura románica. El interior tiene unas potentes columnas hundidas en el suelo y coronadas por sencillos pero bellos capiteles. El angosto recinto, en el que se acumulan masas de piedra, con fustes de escasa altura y robustos capiteles es una clara muestra de la sobriedad propia del románico más arcaico

Según la tradición, Virila no comprendía el misterio de la eternidad del cielo ni de su interminable felicidad. Un día fue atraído por los trinos de un ruiseñor y se adentró en el bosque. Extasiado, permaneció oyendo al pajarillo durante 300 años y al volver creyendo que sólo había transcurrido un rato, los monjes tuvieron que recurrir al archivo para reconocerle. En ese momento el pajarillo volvió y Dios se le apareció para hacerle comprender que la felicidad celestial era muy superior a la sentida al oír el canto del ruiseñor.

La cabecera del templo es magnífica. Consta de tres ábsides de notable altura edificados en bloques de piedra sillar de gran tamaño. Los sillares están perfectamente trabajados y poseen unos matices cromáticos únicos, gracias a su veteado rojizo. Los ábsides son de forma seudo-troncocónica y no poseen más ornato que los ventanales y canecillos historiados sustentando la cornisa. Los ventanales de la iglesia inferior (que no cripta, pues está por encima del nivel del suelo) poseen una luz rasgada. Son de medio punto elaborado a base de toscas dovelas, al igual que los superiores, siendo estos de mayor tamaño y amplitud.


 

San Martín de Unx está considerado uno de los templos más encantadores del románico navarro, similar a los de Sangüesa, Uncastillo o Sos del Rey Católico. A pesar de algunas transformaciones a lo largo del tiempo, conserva la cabecera, la preciosa portada, la nave, casi todo el conjunto de escultura exterior e interior y su interesantísima cripta que le da una personalidad singular.


El acceso a la cripta, lo más característico, es desde el interior de la iglesia, por una escalera de caracol en el segundo tramo de la nave. Se sitúa bajo el ábside y es de unas dimensiones notables. El espacio está dividido en tres naves delimitadas por seis columnas exentas más las adosadas a los muros que conforman nueve tramos cuadrangulares, y otros tres más que se adaptan al semicírculo del ábside. La cubierta es de bóvedas de aristas, formadas mediante arcos formeros y fajones.







La cabecera del templo es sorprendentemente elevada, dada la superposición de cripta e iglesia superior, reforzando la sensación de verticalidad los recios contrafuertes prismáticos adosados.





San Felices de Uncastillo


El burgo de repoblación a que corresponde este barrio fue impulsado por Sancho Ramírez a finales del siglo XI. El templo se edificó en varias etapas, iniciándose en la cripta, el lado occidental de la nave y el primer tramo de la torre. Al paralizarse las obras, la cripta serviría como templo, hasta que se terminó la fábrica en 1159-1169. Parece que aquí inició su carrera el “maestro de San Juan de la Peña, o maestro de Agüero”, aportando sus rasgos definitorios en la decoración escultórica.

 


Es de nave única con torre adosada a sus pies y cripta bajo la cabecera para salvar el desnivel del terreno, con acceso propio desde el lado sur. La fábrica es muy sencilla: contrafuertes que la dividen en lienzos sin decoración y cornisa simple. Lo más interesante de la misma son sus portadas, en especial la del muro sur, típica del maestro de Agüero. Es obra de finales del XII o principios del XIII. La cripta tiene un ábside y un tramo abovedado con medio cañón situado entre dos fajones.


 

San Esteban de Sos del Rey Católico.


En 1094 se refugió en Aragón (acogido por el rey Sancho Ramírez) el obispo de Santiago de Compostela don Diego Peláez, desterrado de su diócesis por el rey castellano Alfonso VI. Al prelado le acompañaba el maestro Esteban a cuya mano corresponden los dos bellos capiteles de su cripta. Este afamado maestro se hallaba trabajando en el inicio de la catedral de Pamplona en 1100. 

La cabecera del templo está compuesta por tres alargados ábsides con contrafuertes que alcanzan hasta la cornisa, uno cada uno de los laterales y dos el central. En la separación de la iglesia inferior con la superior los radios absidales disminuyen y los contrafuertes se estrechan. En el tercio superior de los ábsides se abren los ventanales que se decoran con arquivolta con moldura cóncava y baquetón. Apean en columnillas a través de capiteles historiados. Por fuera de la archivolta poseen guardapolvo decorado. Enmarcando los ventanales hay dos molduras corridas a lo largo de los tras ábsides, a nivel de la parte inferior de los ventanales y continuando los ábacos. Se decoran con ajedrezado jaqués el inferior y con lacería y diversos motivos, el superior. Bajo las cornisas hallamos canecillos historiados. En la unión de ábside central con laterales hay a modo de articulación sendas columnas, que rematan en capiteles contribuyendo a sustentar la cornisa.



La cripta del templo de San Esteban data de finales del siglo XI es sin duda lo más antiguo. Tiene una bella portada de acceso. La iglesia superior es más tardía, concluyéndose hacia el mismo momento en que se rehace su castillo por parte del Rey Monje (1134 -1137).




Murillo de Gállego

En la cabecera del templo, de depurada técnica de cantería y pureza de líneas, se advierten distintas fases edificativas. Se construyeron las criptas sobre un basamento macizo de una veintena de hiladas, más toscas las inferiores, delimitado por una imposta. El ábside norte está oculto por construcciones posteriores (sacristía y sala superpuestas). El nivel aproximado de final de criptas y comienzo de naves lo marca al exterior la transformación en columnas adosadas de las pilastras-contrafuerte; dobles en el ábside central -en número de dos- y simple en el lateral. La zona de la cripta tiene capiteles de fina labra, igual que las zonas inferiores de la iglesia superior, mejores que los más toscos situados en altura. Las pilastras se continúan en altura con tres columnas hasta la cornisa en el ábside lateral y en el central con dos grupos de tres columnas. Todas rematan en capiteles historiados que sustentan la cornisa, al igual que ménsulas, también historiadas y de difícil observación dada su altura.


Los ventanales de la cripta central se hallan en un plano ligeramente inferior al de la lateral, como su nivel, mientras que en las naves se invierte esta disposición. El acceso es por dos escaleras intramuro, compuestas de cuatro tramos en ángulo de 90 grados, que parten de la parte posterior del transepto y desembocan en el exterior del muro de poniente de las criptas laterales, para lo que hubo que añadir un cuerpo sobresaliente a modo de contrafuerte.






 San Salvador de Luesia

Quedan dos esbeltos ábsides, perdido el del norte. Los vanos del templo y de su cripta se hallan muy deteriorados, habiendo perdido toda su decoración. A pesar del desgaste se adivinan baquetones en el medio punto de los ventanales, resto de capiteles y guardapolvo ajedrezado. También imposta bajo los ventanales y continuando los ábacos de los capiteles. Alargados contrafuertes, como es típico en la zona, se elevan hasta debajo de la cornisa actual. La original, antes de que el templo fuera recrecido, se situaba poco por encima de los ventanales.


 

San Vicente de Ávila

La edificación del templo se inició a principios del siglo XII por su cabecera que muestra un decidido románico pleno, con unas dimensiones notables en su cabecera. El material con que se edificó fue la "piedra caleña", una arenisca con tonos rojizos, “arenisca sangrante”. La base de la cabecera es el lugar donde fueron depositados los cuerpos de los mártires, probablemente un cementerio romano. Los cilindros absidales continúan en altura a las respectivas criptas por medio de lienzos lisos con semicolumnas adosadas que desde su arranque alcanzan las respectivas cornisas. En el ábside central hallamos dos semicolumnas mediales y otras dos laterales compartidas con los ábsides laterales a los que sirven de articulación. Mediante ellas se configuran dos alargados lienzos en cada ábside lateral y tres en el central.




Bajo la cabecera del templo se halla la cripta triple, “La Soterraña” -igual que la talla románica de la patrona de Ávila-, repitiendo el perfil en planta de los ábsides, a la que se accede por escalera en la zona anterior de la nave norte.






Sant Esteve de Olius


Esta iglesia, buena representación de arte románico lombardo catalán, fue consagrada en 1079. Consta de una nave, cubierta con bóveda de cañón, dividida en dos espacios a diferente altura, unidos por dos escaleras laterales. El campanario es de planta cuadrada y tiene cuatro ventanas en arco de medio punto. Bajo ellas se ve una moldura con aspilleras.

 

A la cripta, cuyo altar estaba dedicado al Santo Sepulcro, se accedía antes por dos escaleras laterales, ahora tapiadas. Ahora se accede por una única escalera central. Tiene forma rectangular con seis columnas diferentes que se abren en forma de palmera, que aguantan arcos de medio punto y bóvedas de arista, creando una bella estancia. La puerta original quedó inutilizada tras un terremoto en el siglo XVII, que desprendió parte del terreno exterior, quedando la puerta a dos metros sobre el nivel del suelo. Por ello se abrió una nueva puerta en la pared oeste.







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