martes, 16 de abril de 2024

A orillas del Henares.

3.HISTORIA (XII, Siglo XX, II).

En el aspecto político no había cambiado nada. Si en el periodo 1877-1886 la provincia de Guadalajara responde unánimemente a los deseos del partido en el poder, en el periodo 1890-1907, en el que ha habido un aumento del censo, aparece el caciquismo como forma de control. El gran cacique es el conde de Romanones y su tutela sobre la provincia es total. Los conservadores potenciaban el caciquismo; su relación con la Iglesia, principalmente en el distrito electoral de Sigüenza, justificaba su presencia. La ley electoral de 1907 no mejoró la situación; no hubo renovación ideológica ni personal puesto que de 1910 a 1930, en siete elecciones generales, sólo se eligieron 14 personas diferentes.


Caricatura satírica de Romanones, "fabricando diputados provinciales a su imagen y semejanza" a partir de la masa electoral correspondiente, por Moya.

 

El poder se concentraba de forma unipersonal y el conde de Romanones permaneció como diputado del distrito de Guadalajara desde 1891 a 1936; en 1905 lo fue también por Sigüenza y en el primer intento había fracasado por el distrito de Alcalá de Henares. Conseguido el escaño recurrió a todo para mantenerlo. Durante la dictadura de Primo de Rivera se le llamaba “rey de Guadalajara”.

Las fuerzas vivas de la zona hacían acto de presencia en todos los actos importantes. El obispo de Sigüenza fue uno de los que recibieron a Alfonso XIII en Madrid al término de su viaje a Italia en diciembre de 1923 y asistió en Toledo al entierro del cardenal primado Reig y Casanova en 1927. En Alcalá de Henares, la Unión Patriótica rindió homenaje al Presidente del Gobierno en un acto de afirmación celebrado en el Teatro Cervantes el 25-4-1926. En este acto, el dictador comentó sus intenciones futuras con respecto al parlamentarismo. 

A la altura de 1930 se produjo el último intento caciquil frente a posibles cambios futuros. El panorama electoral parecía claro. La situación para el gobernador civil consistía en que la única fuerza política existente en la provincia era el romanonismo. Las distintas corporaciones, la Diputación Provincial y su presidente Antonio Bernal, y los principales ayuntamientos eran en su casi totalidad partidarios personales suyos; sólo auguraba pues el triunfo a aquellos candidatos que Romanones propusiese. No existían al parecer sindicatos no afiliados a CNT y los socialistas; éstos mantenían una Casa del Pueblo en la capital, una Agrupación socialista con 76 socios y 1.200 obreros asociados. Tampoco existían, según su criterio, elementos comunistas, regionalistas, etc.

Fotografía de Pedro Alberto García Bilbao
En abril de 1931 se celebraron las elecciones municipales. En Guadalajara, con 408 municipios, 2.663 concejales fueron elegidos por 50.622 electores, con un 50% de participación. Por el artículo 29, es decir, sin lucha electoral, se eligieron 788 concejales: 232 republicanos, 26 del PSOE, 75 monárquicos, 84 de otros y 371 no consta. Por votación se eligieron 1.875: 749 republicanos, 165 del PSOE, 129 monárquicos, 94 de otros y 738 no consta. En conjunto los republicanos-socialistas obtuvieron el 44% y los monárquicos el 7,6%. Guadalajara era una de las provincias del centro con mayor porcentaje de votos republicano-socialistas y destaca por los pobres resultados monárquicos, siendo el feudo por excelencia del líder monárquico-liberal, el conde de Romanones. Más inverosímil es que el triunfo republicano fuera mayor en los ayuntamientos constituidos por el Art. 29, 49%, que en los de votación popular, 42%, lo contrario de lo que sucedió en el resto de España.

En Guadalajara capital, 20 concejales fueron elegidos, entre 104 candidatos, por 2.612 electores de los que hubo 2.076 votantes, el 79%. Los resultados fueron: monárquicos-7 (Liberales-6, independientes-1), republicanos-socialistas-9 (PSOE-4, republicanos indeterminados-6), apolíticos-4. Triunfo ajustado de la izquierda. Se señaló como causa de la derrota monárquica su desunión, puesto que se llegó a confeccionar dos listas con la aprobación Romanones: la Monárquica de Coalición (romanonista) y la Monárquica Independiente. Finalmente, esta última se retiró. La izquierda contaba con menos poder de difusión por la escasez de prensa adepta, contándose únicamente con el semanario socialista Avante en Guadalajara.

El alcalde de la conjunción republicano-socialista Marcelino Martín, rodeado de los concejales electos, posa en el Sotillo tras la celebración del 1º de mayo de 1931. Fila superior: Ricardo Calvo, Santiago Abad, Francisco López Moratilla, Santiago Alba y Miguel Bargalló. Fila del centro: Felipe Gálvez, Diego Bartolomé, Marcelino Martín (alcalde), Antonio Cañadas y Federico Ruiz. Fila inferior: Francisco Canalejas, Crispín Ortega, Gervasio Gamo, Facundo Abad y Vicente Pascual. Foto-Estrudio José Reyes. 

En las elecciones del 12-4-1931 hubo mucho orden y civismo, no obstante, hubo que repetirlas en 36 municipios de Guadalajara. El 42% de los concejales no manifestaba su identidad política, hubo poca lucha en los 408 municipios y la soberanía popular quedó escamoteada, en gran medida, por la aplicación del Art. 29. Según el censo de 1930 había 50.622 electores; por el Art. 29, el 32,6%, y el resto, 34.093, de los que votaron 16.924, el 49,7%.

Los concejales electos fueron: socialistas: 26-Art.29 y 165 por las elecciones, total 191; republicanos: 323-Art. 29, 749-elecciones, total 981; monárquicos: 75-Art.29, 129-elecciones, total 204; otros: 84-Art-29, 94-elecciones, total 178. Sin datos: 371-Arf-29, 738-elecciones, total, 1.109. En la capital hubo gran abstención, el 66,5%, mayor que en los demás municipios. Había 29 candidatos de los que resultaron 20 concejales elegidos, 6 monárquicos, 6 republicanos y 8 socialistas. Con el triunfo de la conjunción republicano-socialista, con ligera ventaja socialista, se proclamó la República a partir de las 18 horas.

Guadalajara, 15/04/1931. Manifestación de apoyo a la República a su paso por la calle Ramón y Cajal. Foto-Estudio José Reyes.

Entre el 15 y el 18 se constituyeron los ayuntamientos democráticos, en Guadalajara regido por el socialista Marcelino Martín. En la Diputación Provincial el Presidente era Enrique Riaza y el Vicepresidente Miguel Bargalló. Los Gobernadores Civiles, en el periodo 1931-33, fueron: Gabriel Golnzález Taltabull, republicano, 16-4-1931/18-5-1931; José León Trejo, republicano, 18-5-1931/8-10-1931; Juan Lafora García, Derecha Liberal Democrática, 8-10-1931/24-10-1931; Ceferino Palencia y A. Álvarez Tubán, radical socialista, 24-10-1931/5-11-1932; Miguel de Benavides Sbelly, Acción Republicana, 5-11-1932/15-9-1933. No hubo gobernadores socialistas, ni siquiera en Guadalajara donde tenían más apoyo, sólo republicanos. Los ceses fueron rápidos, ocasionados, en cierta medida, por el moderantismo del Ministro de Gobernación, Miguel Maura. Juan Lafora García dimitió en solidaridad con la salida gobierno de Maura y Alcalá Zamora.

Los candidatos para las elecciones a Cortes de 1931, en Guadalajara, fueron: por la derecha, un católico independiente, un liberal, dos católicos agrarios y dos independientes; por el centro-derecha, tres republicanos y dos de la Derecha Liberal Republicana; por la izquierda, tres socialistas. El total de candidatos fueron 14 para cubrir cuatro puestos. La derecha se presentaba dividida en seis candidaturas. La carencia de personalidades en cada provincia llevó a aceptar a las de fuera, “cuneros”. En Guadalajara hubo dos. El conde de Romanones.

Las elecciones se celebraron el 28-6-1931. De 63.130 electores, votó el 74,6%. Los diputados elegidos fueron: José Serrano Batanero (A.R.), 24.351 votos, 51,7%; Marcelino Martín González (Soc), Conjunción R.S., 50,3%; Eduardo O. y Gasset (Rad.Soc.), 39,7% (renuncia, elección parcial que ganó Miguel Bargalló para sustituirle); Álvaro Figueroa, conde de Romanones, Liberal Social, 39,2%; Miguel Bargalló Ardevol (Soc), 41%.

 

En Alcalá de Henares se vivieron una serie de acontecimientos que anunciaban la tragedia que se avecinaba. Ya había habido un muerto -según cifras del Gobierno- en la huelga de 1917, y se vio envuelta en los dos sucesos principales de la II República. En el golpe militar fracasado del 10 de agosto de 1932, fuerzas de caballería de esta plaza estuvieron implicadas en la intentona de Sanjurjo, aunque no llegaron a intervenir al enterarse del fracaso de la insurrección en Madrid y volvieron de nuevo a sus cuarteles. Durante la revolución de octubre-1934 se proclamó una huelga general que duró varios días, con la consecuencia de la sustitución del consejo municipal elegido democráticamente por una Comisión gestora formada por los principales contribuyentes, por orden del Ministro de la Gobernación. El 2 de noviembre de 1933 se había fugado de la cárcel de Alcalá Juan March, preso desde el 15-6-1932 y que posteriormente colaboraría en el alzamiento. Al proclamarse la República, Ignacio Hidalgo de Cisneros, que había tomado parte en 1930 en la sublevación militar de Cuatro Vientos y, tras su fracaso, huyó a Portugal con Ramón Franco y se estableció en París, regresó a España y se incorporó a la Escuela de Vuelo de Alcalá de Henares como segundo jefe.

Las elecciones celebradas en Alcalá el 16-2-1936 se desarrollaron con bastante normalidad; por primera vez salieron a votar las numerosas religiosas, lo que indica la importancia que se daba a la ocasión. Ganó la coalición frentepopulista y la Casa del Pueblo celebró la victoria con manifestaciones en los dos días siguientes, durante los cuales se provocaron destrozos en los locales de Acción Popular y en establecimientos como el de D. José rodríguez Salinas, concejal de la Comisión gestora. El ambiente estaba cargado por el intento de asalto a la cárcel para liberar a los detenidos en 1934 y por las provocaciones de algún elemento de la clerecía. El resentimiento contra la Iglesia y el Ejército estaba muy presente en Alcalá. Al Ayuntamiento volvió la corporación suspendida en 1934 con D. Juan Atº Cumplido Barco al frente. Las preocupaciones fundamentales eran el paro y el abastecimiento de agua.

Hubo otros conflictos como el que se produjo el 4 de marzo en la calle Mayor-Plaza de Cervantes entre un grupo de obreros y dos hermanos, uno militar retirado por la ley Azaña, con intercambio de disparos que produjeron heridos. Se encarceló a algunos derechistas, pertenecientes a la CEDA o a Acción Católica, y se les requisaron armas, aunque fueron liberados pocos días después. El día 5, como protesta, hubo huelga general, saqueo y quema del mobiliario de la iglesia de los Jesuitas y destrozos en propiedades de los implicados. Se encontraron armas en un convento y el Ejército, por orden del Alcalde, evitó la quema de las iglesias. Este hecho le costó la alcaldía, sucediéndole D. Pedro Blas.

La ruptura entre el pueblo y los militares de Alcalá era evidente. El Jefe de Gobierno, Casares Quiroga, ordenó la salida de la ciudad de los regimientos de caballería, siendo sustituidos por unidades de reciente creación y de supuesta lealtad republicana. Los que no quisieron irse fueron detenidos. Estos hechos causaron gran escándalo a nivel nacional hasta el punto de una interpelación de Calvo Sotelo en las Cortes el 16-6-1936, defendiendo a los militares. Aumentaba el malestar en el Ejército. Al marcharse los militares quedaron desbaratados los contactos con civiles para una posible sublevación. El 20 de mayo llegaron los nuevos contingentes militares y no fueron recibidos con mucho entusiasmo. La Guardia Civil de Alcalá y comarca fue trasladada a Madrid con lo que quedaron desbaratados nuevos contactos con los civiles.




Al producirse el alzamiento militar el 18 de julio de 1936, esta zona quedó dividida. Alcalá y Guadalajara quedaron en el bando nacional, pero la columna de Puigdéndolas las recuperó el 21, Alcalá a las 8 de la tarde (sólo el aeródromo permanecía leal al Gobierno) y Guadalajara al día siguiente, llegando las milicias republicanas hasta Jadraque. Se cometieron actos muy graves como el fusilamiento del comandante Ortiz de Zárate, jefe de las tropas sublevadas en Guadalajara. Ese mismo día la columna de García Escámez, que iba a ayudar a Guadalajara, supo su caída y regresó hacia el norte (había pasado cerca de Atienza, llegó a Miralrío y volvió por el mismo lugar).



                                             El coronel Puigdéngolas en Alcalá de Henares

El frente, a mediados de septiembre de 1936, iba por debajo de Atienza hacia Sigüenza, que resistía en una bolsa, y hacia Alcolea del Pinar. La columna de Marzo atacó Sigüenza partiendo de Atienza. También llegó la columna de Martínez Zaldívar que ocupó Alcolea el 24 y Horna. En octubre quedó Atienza en el bando nacional, Sigüenza a principios de noviembre y Cogolludo a finales. 

El frente, a mediados de noviembre de 1936, llegaba cerca de Jadraque. El máximo avance llegó a Trijueque y Brihuega, pero el frente se estabilizó a mitad de camino entre Jadraque y Trijueque. El valle del Sorbe era republicano. El 1/10-1-1937 se produjo una ofensiva republicana hacia Sigüenza que progresó poco.

En los días 6 y 8 de noviembre de 1936 se sacaron presos de las cárceles madrileñas y se trasladaron, en autobuses de la Sociedad Madrileña de Tranvías, a Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz, donde fueron fusilados y enterrados en grandes fosas comunes. Desde la óptica anarquista, dos hombres tuvieron una valiente actitud denunciando los crímenes de la retaguardia. Fueron Joan Peiró y Melchor Rodríguez que, desde su puesto de director General de Prisiones, evitó desmanes y se opuso enérgicamente a las sacas. Impidió que las masas asaltaran y fusilaran el día 8 de noviembre a los detenidos de la cárcel de Alcalá de Henares.

En esos momentos había diputados de las fracciones de derecha de la Cámara presos o en situación ignorada, probablemente ocultos en las poblaciones de la zona leal. Entre estos estaba José Arizcún de Guadalajara.



La cercanía de esta zona a Madrid propició que se viera envuelta en la batalla por la capital. Por orden del 18-10-1936 se creó en Alcalá de Henares el campamento de instrucción de una de las seis primeras Brigadas Mixtas, y esta ciudad sufrió un bombardeo aéreo el 10-2-1937.

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