viernes, 15 de marzo de 2024

A orillas del Henares.

3.HISTORIA (IX, Siglo XIX, II/III).

La inestabilidad continuó a la muerte de Fernando VII con el problema carlista. Durante la I Guerra Carlista la expedición carlista del general Gómez cruzó la Meseta, durante el verano de 1836. Este año también pasó desde Segovia la expedición carlista de Basilio Antonio García. Atienza y Jadraque parece que estaban en zona carlista. La expedición de Gómez salió de Amurrio el 26 de junio de 1836 dirigiéndose a Madrid, pero al ver el camino cortado pasó a Cantalojas el 27 de agosto. El 28 continuó por Galve de Sorbe, Condemios de Abajo, Albendiego, Hijes, Miedes y Alpedroches, pernoctando en Atienza. El 29 marchó por Jirueque, cruzando el Henares y estableciéndose en Jadraque el grueso de las fuerzas, mientras se aposentaban algunos batallones en Villanueva de Argecilla, Bujalaro, etc. Al aprovisionarse sobre el terreno dejaban exhaustos los lugares por donde pasaban. Alaix, sustituto de Espartero, acampó el 29 cerca de Jadraque y Manso, Capitán General de Castilla la Vieja, se dirigió a proteger Sigüenza.

En Madrid había alarma. Una columna al mando del brigadier de caballería don Narciso López se dirigió a Sigüenza y descendió en busca de la expedición carlista, que se replegó a Jadraque, donde confluyeron todas sus fuerzas, y atacaron a los cristinos, replegados a Matillas, venciendo y haciendo muchos prisioneros. Las autoridades de Guadalajara abandonaron la ciudad y la iglesia de San Francisco (panteón de los Infantado) se convirtió en cuartel para albergar a la guarnición isabelina, pero Gómez no la atacó. Desde Madrid se dispuso la salida hacia Alcalá de tres batallones de la Guardia Real a las órdenes del General Barrutell y que participase el General Rodil, ministro de la Guerra. Los carlistas continuaron su marcha por Ledanca y pernoctaron en Brihuega, guiados por la partida carlista alcarreña de los Cazaporras. Atacados por Alaix, salieron por Cifuentes hacia el depósito de prisioneros de Cantavieja.

Al regreso, el 8 de diciembre, la expedición pasó por Sacedón y por Tendilla llegó a Horche para pernoctar el día 9. Perseguida por el general Isidro Alaix, el día 10 pasó a media legua de Guadalajara en medio de una densa niebla, entablando una escaramuza con tropas salidas de la guarnición, y por Torija y Rebollosa de Hita. Antes de Hita atacó al brigadier Rute al que venció, siguiendo por Hita, Espinosa de Henares, donde cruzó el río, para pernoctar en Cogolludo. El 10 pasó por Arroyo de las Fraguas y Condemios de Arriba. El 11, por Campisábalos, entró en Soria. Parte de la zona fue de dominio carlista y, al terminar la guerra, fueron sentenciados y enviados a cuba algunos simpatizantes, nueve de la provincia de Guadalajara, de los que tres eran de Cogolludo y uno de Fuencemillán.

En 1833, don Esteban Azaña Hernández proclamó a Isabel II en Alcalá. Los estudiantes eran liberales, pero los maestros se inclinaban al carlismo, por lo que seguían los incidentes. El día del Corpus de 1855, don Gregorio Azaña, notario y jefe de los milicianos nacionales, dirigía a la milicia que formaba la columna de honor de la Eucaristía y fueron insultados por los carlistas, lo que también quedó reflejado en la novela Fresdeval. Años después, Don Gregorio no quiso que su hijo, don Esteban alcalde de Alcalá, aceptase el título de Conde de Zulema que le ofreció María Cristina por impedir que salieran de Alcalá las tropas que estaban comprometidas en la conspiración del brigadier Villacampa, el 29 de septiembre de 1886.

Al año siguiente, la “Expedición Real” en la que iba el pretendiente D. Carlos llegó ante Madrid, en el mismo portazgo de Vallecas, el 12 de septiembre. En los mandos carlistas, Arias Tejeiro y González Moreno opinaban que antes de entrar en la ciudad había que derrotar al ejército de Espartero, un peligro inminente. Se descartó la toma de la capital por motivos políticos, no militares, los mismos que habían dado origen a la expedición. Espartero había pernoctado el día 11 en Tendilla, llegó el 12 al anochecer a Alcalá de Henares y hasta el 13 por la tarde no lo haría en la capital. Los voluntarios realistas afluían a Arganda y pocos soldados defendían la capital. D. Carlos salió en dirección a Alcalá, pero se desvió a la Alcarria y llegó el 13 a Mondéjar, donde se le unieron más voluntarios. Espartero entraba en Madrid y el general carlista Ramón Cabrera pernoctaba en Pastrana. Cabrera entró en Guadalajara el 17 de madrugada, aunque la abandonó a las pocas horas mientras la guarnición se refugiaba en el fuerte de San Francisco. El 18, las tropas carlistas mandadas por Gómez Moreno pasaron por El Pozo y Santorcaz rumbo a Alcalá, pero, a la vista de las tropas de Espartero, retrocedieron el 19 por el mismo camino, siendo atacadas por Espartero en Anchuelo y vencidas en Aranzueque. Los carlistas se retiraron a Hontoba y a Hueva, mientras Espartero pernoctó en Aranzueque. Ramón Cabrera volvió al día siguiente al Maestrazgo.

Desde Hueva, por Moratilla y Fuentelencina, los carlistas pasaron por Tendilla y siguieron al norte por Romanones, llegando a Brihuega al final del día 20. Ante la llegada de los isabelinos salieron el 21 por la tarde hacia Cifuentes, donde llegaron a las cinco de la mañana del 22. Espartero siguió desde Aranzueque por Horche, Torija y Fuentes de la Alcarria, donde pudo haber tenido un gran tropiezo debido a la niebla. Los carlistas continuaron su huida por Torrecuadrada, Alcolea del Pinar y Bujarrabal, donde pernoctan el 23, mientras Espartero lo hizo en Alcolea. La expedición carlista llegó el 24 a Atienza y pasó a Soria, cruzando el Duero en Gormaz el 26, encontrándose en Aranda de Duero con el ejército de Zaratiegui. Espartero los seguía sin arriesgarse, sin aceptar batalla. Los carlistas lo intentaron en Retuerta y en Huerta del Rey y, al no conseguirlo, siguieron hacia el norte.




En rojo, máxima expansión del carlismo,
a finales de 1874.
Tercera Guerra Carlista. En la primavera de 1872 Madrazo hizo una proclama carlista en Guadalajara con poco éxito, al igual que los intentos de reclutar voluntarios en los partidos judiciales de Brihuega y Pastrana. Aparecieron pequeñas partidas carlistas como la mandada por Luna, que apareció en Tendilla el 6 de julio de 1873 y fue derrotada el 7 en Valfermoso de Tajuña. En septiembre-octubre del mismo año hubo la correría del carlista Santés viniendo desde Aragón. En algunos pueblos de la zona del Henares salieron voluntarios para luchar con los carlistas, por lo que el general carlista Ángel Villalaín pudo maniobrar en el norte de Guadalajara sostenido por el paisanaje. Apostado en la sierra del Alto Rey se hizo fuerte en el castillo de Galve, desde donde hacía correrías, obligando a los gubernamentales a fortificar Atienza. Perseguido, voló el castillo de Galve y dando un rodeo cayó sobre Sigüenza, sin poder tomar el castillo. El 8-11-1873, la Comisión de Armamento y Defensa de la Provincia de Guadalajara comunicó al ayuntamiento que la ciudad debía contribuir con 49 soldados (1.320 la provincia) para luchar contra los carlistas. El 5 de enero de 1874, el general Villalaín se llevó 200 fusiles de Sigüenza y el 13 de julio participó en la toma de Cuenca, bajo el mando de Alfonso de Borbón, hermano del pretendiente Carlos VII. Efectuó una correría por la vega del Tajuña, entrando en Brihuega a medianoche del 3 de agosto y retirándose por Torija y Cifuentes hacia Cuenca, aunque el 17 de septiembre estaba en Pastrana. Murió en 1875.

La situación económica fue mala, no solamente por la guerra, sino por otros problemas como la plaga filoxérica en 1884. Hubo un intento de extender el regadío, aunque el canal del Henares -concesión de 1863- no cumplió sus objetivos por la falta de agua y fracaso financiero. Se concibieron los embalses de Alcorlo, Beleña, y Pálmaces de Jadraque. Hacia final del siglo la propiedad rural en el regadío estaba muy subdividida. Faltaba el capital agrícola, no habiendo verdaderas asociaciones de crédito ni de seguros. Lo único que prestaba algún servicio eran los pósitos. También faltaban caminos para comunicar con las vías generales, lo que encarecía los precios. En algunas vías se introdujeron las postas, para cambiar los caballos cada 12-18 km y desde 1816 hubo un servicio regular de diligencias semanal de Madrid a Zaragoza. El ferrocarril intento paliar la situación: llegó a Guadalajara en 1859, a Jadraque en 1860 y a Medinaceli en 1862. La velocidad pasó de los 8-10 km/h de la diligencia a los 34 del exprés Madrid-Hendaya en 1868 y los precios bajaron, pero no era rentable, captaba un área reducida y faltaban caminos para acercar los productos a las estaciones.

A mediados de siglo habían desaparecido la mayor parte de los elementos de las relaciones económicas anteriores. Al cerrar la fábrica textil en 1822 llegó la decadencia a la industria textil, pero a mediados del siglo XIX todavía quedaban telares activos en Argecilla, Atienza, Bujalaro, Cogolludo, Guadalajara, La Huerce, Jadraque, Ledanca, Mandayona, Sigüenza, Valverde de los Arroyos. También había tinte en Jirueque y esparto en Tórtola de Henares. También desapareció el polo secundario de integración económica que era la Universidad de Alcalá. El mercado agrícola era depresivo, por lo que se redujo la superficie cultivada, que se concentró en el fondo del valle. Con las desamortizaciones mejoraron las formas de explotación agraria y la producción, tras reducirse en los primeros decenios, ya era la misma en 1840 que en 1753. La población disminuyó, tanto en Alcalá como en Guadalajara, pero la agricultura básica era más excedentaria. Madrid estaba de nuevo en crecimiento -concentración financiera- y mejoraba su nivel de vida. La revolución industrial se consolidaba en la periferia y se construían ferrocarriles y carreteras. En 1833, se concedió licencia a Enrique Dolfus, del comercio de Madrid, para instalar una fábrica de tejidos de algodón con telares movidos por máquinas de vapor en San Fernando de Henares, en los edificios de la antigua Real Fábrica, aunque se cerró en 1837.

El bajo Henares se especializó agrícolamente en la atención a Madrid y fue una ocasión perdida el retraso en la construcción del Canal del Henares, que se inició en 1867, pero se paralizó en 1870, cuando la sociedad explotadora, la Sociedad Ibérica de Riegos, consideró ruinoso el negocio. La entrada de la economía en circuitos más amplios supuso una crisis en el sistema de agricultura de la zona. Madrid fue a menos como destino de consumo y la ganadería y la agricultura, incapaces de competir en un mercado abierto, aceleraron su declive.

Para el estudio de la población puede tomarse como ejemplo la villa de Palazuelos en 1875, según el padrón de los libros de “Matrícula de confesión y comunión” que se generalizaron en el siglo XVIII hasta adquirir en la primera mitad del siglo XIX la forma de verdaderos censos anuales del conjunto de la población de una parroquia. En el obispado de Sigüenza, las Constituciones Sinodales de 1655 imponían a los párrocos la obligación de realizarlos. En el caso de Palazuelos, en los libros de la parroquia de San Juan Bautista, aparecen datos como nombre y apellidos, edad, estado civil, domicilio, actividad profesional. Los datos resumidos son: 366 habitantes, 186 hombres y 180 mujeres; el 45,9% tiene menos de 20 años; el grupo 20-60 años es el 48,9%; con más de 60 años, el 5,19%. La esperanza de vida no sobrepasa los 35-40 años. Hay 77 casas habitadas, el 81,81% con una familia. Hay 92 vecinos o unidades fiscales. La media de hijos/familia es de 2,6. Los nombres más abundantes son influencia de la Iglesia tridentina: Juan, Francisco, Pedro, Manuel, Julián y Tomás entre los hombres, y María, Francisca, Juana, Faustina y Manuela entre las mujeres.

Es muy interesante la información sobre la actividad económica: labrador el 67,39%, jornalero y sastre el 4,33%, pastor el 3,26%, aperador, caminero, criado, cura, garañonero, maestro, muletero, secretario, tabernero, ventero. Las actividades relacionadas con la tierra ocupan al 75% de las familias. El pequeño número de jornaleros atestigua, en teoría, el reparto igualitario de la herencia entre todos los hijos, en un sistema de pequeña propiedad, apenas de subsistencia. Los tres pastores indican la importancia de la ganadería como complemento de la agricultura. Las actividades de servicio vienen en segunda posición y en último lugar, la administración civil o eclesiástica. El hueco de la ausencia de determinados oficios lo llenó la inmigración francesa de comerciantes que trabajaron de merceros, caldereros, aguadores, zapateros de viejo, amoladores y otros oficios que los españoles consideraban indignos. A lo largo del siglo XVIII estos oficios callejeros se fueron convirtiendo en comercios. Hubo tenderos, tahoneros, etc.

La organización de estos comerciantes se establecía por medio de agrupaciones bastante endogámicas que controlaban a los aspirantes, la inversión de ahorros, etc. La distribución territorial se basaba en unos centros que controlaban a otros pueblos. Los más importantes fueron Humanes, Cañizar, El Cubillo, Yunquera, Usanos y Azuqueca de Henares. El de Humanes, por ejemplo, controlaba los siguientes pueblos: Matarrubia, Robledillo, Puebla de Vallés, Puebla de Beleña, Retiendas, La Mierla, Beleña de Sorbe, Muriel, Torrebeleña, Aleas, Cogolludo, Fuencemillán, Cerezo, Valdeancheta, Alarilla.

Con una situación tan inestable era difícil el control del territorio y el cobro de impuestos, por lo que la Hacienda pasó por muchas dificultades. Para fomentar la riqueza se había creado la Diputación Provincial por las Cortes de Cádiz, como medio de articular la función centralizadora del régimen liberal con la autonomía local. Los recelos ante la falta de seguridad llevaron a que, aunque los franceses capitularon en Guadalajara el 16-8-1812, la Diputación se constituyó en Anguita el 25-4-1813, después se reunió en Cifuentes en mayo y sólo el 9-7-1813 se trasladó a Guadalajara. Se vio la necesidad de contar con una base estadística fiable. Los grandes propietarios también pasaban dificultades. La compleja administración para el cobro del diezmo en la diócesis de Toledo estaba en manos de dos Contadores Mayores, uno en Toledo y otro en Alcalá. El diezmo fue abolido definitivamente el 31-8-1841.

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