viernes, 1 de marzo de 2024

A orillas del Henares.

3.HISTORIA (VII, Siglo XVIII).

La campiña de Alcalá suministraba cereales a Madrid y Guadalajara, por lo que se avecindaron asentadores de granos, carreteros, etc., todo debido al consumo de Madrid. El valle no tenía peso para salir de una producción de subsistencias, pero el peso creciente de Madrid contribuyó a que se relacionara más. Hacia 1755 (Catastro del Marqués de la Ensenada), el alto y bajo Henares tenía unos 30.000 habitantes, con una densidad muy baja. Con el tiempo, y con la introducción de géneros desde otros reinos, se fueron debilitando los nudos intermedios de comercialización, como Alcalá, en favor de los de Madrid.

 

Ganadería. Las principales cuadrillas mesteñas de Guadalajara, trashumantes salvo las de Santiuste, eran Ocejón, Atienza, Riba de Santiuste, Sigüenza, Santiuste y Las Lagunas, Jadraque -la mayor-, Mirabueno y Almadrones. 

Agricultura. La estructura agraria seguía dominada por la gran extensión de la superficie vinculada, que en Alcalá alcanzaba el 57,4%. Eso hizo que existiera una gran masa de propietarios pobres que tenían que ser además arrendatarios o jornaleros. En la zona de Alcalá había 40 pueblos que aumentaban su producto, pero 89 lo disminuían. La población no podía aumentar, el sistema era inviable. La producción de los pueblos estaba en relación con Alcalá, como el vino de Arganda impulsado desde el siglo XV. El proteccionismo hizo que vecinos de Alcalá comprasen viñas en Arganda y vendiesen el vino en Alcalá, en puestos públicos como los de la calle La Tercia. Dª Leonor de Cortinas, madre de Miguel de Cervantes, tenía casas y viñas en Arganda, y también algunos conventos. Los vecinos se quejaron a Carlos III porque las comunidades religiosas tenían las mejores haciendas y ellos debían pagar las contribuciones. Carlos III ordenó en 1764 que las órdenes volviesen a sus conventos, se fue instalando la burguesía madrileña y la producción vinícola aumentó. Otra forma de propiedad de la tierra eran las capellanías, fundación perpetua a favor de un clérigo, que, en el partido de Alcalá, acaparaba un 5% de las rentas y un 12% de la superficie cultivable.


La situación del jornalero o bracero era muy precaria, estaba sometido a un régimen de casi esclavitud. Guadalajara tenía menor proporción de braceros agrícolas entre el campesinado, entre el 25 y el 50%, mientras que Madrid, Toledo, La Mancha, tenían entre el 50 y el 75%. El número de jornaleros duplicaba al de propietarios y arrendatarios sumados en Madrid, Toledo y La Mancha, mientras era inferior en Guadalajara. El arzobispo de Toledo, cardenal Lorenzana, personaje descollante en la época de Carlos IV, dirigió una pastoral a los párrocos sobre la manera de instruir a sus feligreses en las mejoras agrícolas, en beneficio de la clase campesina.

 

Industria. La Junta de Comercio intentó resolver el atraso en las manufacturas con la captación de artesanos extranjeros, como el francés Juan de Caupe en Sigüenza, o la creación de las manufacturas regias como la Real Fábrica de Guadalajara, en 1719. Antes ya existía producción de lino en Jadraque y Cogolludo, batanes en La Huerce, Mandayona, Sigüenza y Valverde de los Arroyos, y tinte en Guadalajara, Sigüenza, Argecilla y Jirueque. La industria de la lana ya existía antes. En Sigüenza había 10 telares en 1690, que aumentaron hasta los 49 en 1780. Los factores negativos que influyeron en la industria fueron la decadencia agrícola, el sistema gremial que impedía la evolución técnica, la falta de inversiones por déficit en la balanza de pagos, el mercantilismo y proteccionismo frente al liberalismo de otros países.

 El tejedor (Vincent Van Gogh)

La política industrial no produjo la sustitución de la iniciativa privada por la estatal. El Estado no trató de monopolizar la industria, sino de llegar donde no llegaba la iniciativa privada. El mercantilismo se siguió en la primera mitad del siglo y en los años 1750-70 se inició el proceso hacia el liberalismo.

El 11-2-1703 el Consejo de Castilla pasaba a la Junta de Comercio un memorial del estado eclesiástico de Guadalajara solicitando ayuda económica para crear puestos de trabajo que evitasen la despoblación. En 1717 se abrió una fábrica en Aceca (Toledo), que se trasladó a Guadalajara el 3-1-1719. El modelo había sido la manufactura francesa de Abbveville. Para su construcción se aprovechó parte del viejo alcázar y murallas y se consideró los edificios muestras de la arquitectura industrial ilustrada. Estaba en un lado de la plaza frente al palacio del Infantado. Fue gestionada por D. José Aguado y Correa, 1719-1720, Ripperdá, 1720-24, Conde de Medina, 1725-28, Manuel Martínez de Murcia, 1728-31. Pasó a la autoridad de la Junta de Comercio y Moneda, 1731-57, a los Cinco Gremios Mayores de Madrid, 1757-67, y a la Real Hacienda. Durante la guerra de la Independencia se produjo su saqueo y la huida de los trabajadores. Después hubo nuevos directores, siendo el último Juan de Peñalver desde 1816. Durante el Trienio Liberal, 1820-1823, todas las industrias estatales supervivientes fueron incorporadas al Crédito Público con el propósito de privatizarlas a corto plazo, pero los gobiernos liberales no tuvieron tiempo de desprenderse de alguna, como la de Guadalajara, cerrada en 1822, cuando se subastó sin resultado; en 1827 se intentó alquilarla y, finalmente, se instaló la Escuela de Ingenieros del Ejército.

Creció acumulando excedentes, puesto que no había suficientes ventas. En 1745 había 75 telares de paños y 40 de sarguetas, y más de 1.100 trabajadores. El periodo de esplendor se dio en los años 1767-97. En 1791 tenía más de 500 telares en funcionamiento, empleaba a 23.590 personas, aunque 18.584 era en escuelas de hilar de varias provincias. La fábrica de San Fernando tenía hilazas de berbí en la escuela de Torrejón de Ardoz. La de Guadalajara tenía hilazas de berbí en Taracena, Santorcaz, Guadalajara, Hita, Humanes, Ledanca, Cogolludo, Arbancón y Yunquera, y de trama en Tamajón y Guadalajara. La fábrica de Brihuega tenía hilazas de berbí en Miedes, Argecilla, Cendejas, Atienza, Arbancón, Cogolludo y Ledanca, y de trama en Miedes, Cendejas, Jadraque y Tamajón. Las condiciones de trabajo eran duras, la jornada de 10-11 horas, los sueldos fueron a la baja y hubo conflictos laborales. Había talleres para fabricar útiles (tijeras de tundir, escuela de química para los tintoreros) y evitar las importaciones. El proceso de fabricación tenía los siguientes pasos: lavado de la lana, secado, beneficio (preparación para el hilado), tintura, cardado, hilado, hebras, tejido, desborrado, despinzado, batanado, perchado, tundido.

Uno de los problemas era la financiación. A través de la Tesorería General, la Real Hacienda invertía en la fábrica los productos de las rentas provinciales de Guadalajara primero y después también de Soria y Cuenca. En momentos excepcionales se recurría también a la renta de tabacos de Guadalajara. Desde 1734 se recurrió a los caudales de Beneficios de Indias, a las rentas de Ciudad Real y Alcalá, y del tabaco de Alcalá.

El propósito inicial era el de fabricar paños finos de la mejor calidad, por lo que los costes de producción fueron muy elevados. La producción sufrió altibajos y los costes totales también, aunque siempre fueron en aumento. Los materiales procedían de Guadalajara, de la sierra (leña, madera), del resto de la provincia y de las provincias vecinas.

Las ventas se realizaban en un almacén de venta directa al público, se enviaban a América, se atendían los pedidos del Ejército, se servía a clientes privados como conventos y se exportaba al extranjero. El saldo fue negativo, experiencia comercial fallida. Aspectos negativos: carácter administrativo y no técnico de los puestos directivos, nepotismo, exceso de empleados y trabajadores, desorganización técnica y compleja organización. Respondió a las exigencias de prestigio de un poder absoluto. Aspecto positivo: la formación profesional; fue pionera en la mecanización del arte de la lana.

En Sigüenza existía una Sociedad Económica de Amigos del País desde 1776, y en 1785 era un centro de lana igual que Guadalajara. Los paños y bayetas se vendían en Castilla. El obispo también tenía fábricas. Los mercados semanales eran un buen lugar de venta, pero el mayor volumen de negocio se hacía en las ferias, celebradas en agosto, septiembre y octubre. Las más importantes fueron Alcalá, Guadalajara, Sigüenza, Hita, Jadraque y Torija.

En el siglo XVIII se asiste a la descomposición de la estructura gremial. En algunos casos no existía ni gremio ni ordenanzas, pero sí se elegía un veedor, que, como en Sigüenza, garantizaba la calidad. Los artesanos podían acudir a Guadalajara para conseguir el título de maestro u oficial, aunque no suponía una capacitación técnica, ya que se concedían por los ingresos del examen. Los artesanos no podían mantener un telar en activo, por lo trabajaban también por encargo. Las mujeres también trabajaban en este sector. Un telar ancho necesitaba la labor de 40 hiladoras y la Real Fábrica de Guadalajara se nutría del trabajo de más de 20.000 a finales de siglo. En la provincia de Guadalajara había actividad textil en el 21% de las localidades. También había textiles de lana en Cogolludo y San Fernando de Henares, lino en San Fernando, Alcalá, Horche, Humanes y Sigüenza, cáñamo en Alcalá, batanes en Guadalajara, sombreros en San Fernando y Sigüenza y tintes en Alcalá, Sigüenza y Guadalajara.

La provincia de Guadalajara ha sido señalada como el máximo ejemplo de señorialización del centro peninsular. La nobleza fue la gran detentadora del señorío jurisdiccional, frente a la inexistencia del señorío de órdenes militares y la escasa presencia del señorío eclesiástico (Sigüenza). De la casa del Infantado dependían más de 74.000 personas en 170 pueblos, más del 51% del total provincial. Los impuestos más frecuentemente enajenados fueron las alcabalas (10% para la Real Hacienda de los productos vendibles o canjeables) y las tercias. Normalmente los cobraba la misma persona, pero en Meco, el municipio cobraba las alcabalas y la duquesa del Infantado las tercias. La Iglesia no poseía una importante participación en el cobro de las alcabalas en Guadalajara, lo que se comprueba en la participación real en el diezmo eclesiástico. Las ferias y portazgos daban más beneficios, pero las villas participaban poco en comparación a la clase nobiliaria, como el Infantado y la feria de Jadraque. Las villas pudieron comprar algunos derechos menores: Hita compró los derechos de pesca en el río, peso y almotacén al duque del Infantado. El 3% de las villas habían comprado su libertad municipal, aunque no se traducía en importancia económica. Sigüenza, pese a estar sometida a la jurisdicción del obispo, poseía el derecho de correduría y el de la feria del día de San Francisco y el de los mercados de los miércoles. En cambio, Guadalajara era coto privado de la nobleza.

Comunicaciones. Red caminera a mediados del siglo XVIII: Madrid-Torrejón-Alcalá-Jadraque. Desde aquí, tres opciones: 1-Atienza-Osma-Pamplona, 2-Baides-Sigüenza, 3-Guadalajara-Torija-Gajanejos-Maranchón.

El proceso de aristocratización de los municipios ya comenzó en la Baja Edad Media. En 1638, Felipe IV ordenó que los regidores fueran hidalgos de sangre. Algunas ciudades lo habían adquirido en el siglo XVI. Guadalajara lo pidió en 1752, pero el alto coste paralizó las gestiones. Sigüenza estaba sometida a la jurisdicción señorial que nombraba los cargos, pero desde Carlos III la legislación real se fue imponiendo, siendo el punto culminante el nombramiento de Alcalde Mayor por el rey tras la renuncia del obispo Juan Díaz de la Guerra de la jurisdicción señorial en 1796, aunque desde 1766 había vocales de las Juntas elegidos por los vecinos. El nombramiento se hacía el día de San Miguel hasta 1762 y desde entonces el primero de año. Los cargos tenían ventajas económicas. Una de las facultades municipales era la militar: Sigüenza era la capital de circunscripción del Regimiento Provincial de Milicias de su nombre, y debía mantener el cuartel, bagajes, alistar y elevar propuestas de ascensos.

Alcalá de Henares. Profunda crisis. Tomó partido por Felipe V, aunque no gustaron las medidas centralizadoras. La Universidad estaba en crisis, anclada en el pasado. Reforma de Carlos III en 1771-77, que no dio los frutos deseados. En 1785, María Isidra de Guzmán, la Doctora de Alcalá, se convirtió en la primera mujer que alcanzó el título universitario. En 1799 hubo fiestas para celebrar que Gaspar Melchor de Jovellanos, excolegial de Alcalá, había sido nombrado ministro de Gracia y Justicia. Escasas obras en la ciudad: Puerta de Alcalá, neoclásica, copia de la madrileña Puerta de Alcalá; escalera de Ventura Rodríguez en el colegio de la Compañía de Jesús. Hay pocos estudiantes y escasos colegios abiertos. Transformación de la ciudad por la aparición de los militares.

Cardenal Francisco Antonio de Lorenzana. Ganó en 1751 la canonjía doctoral de Sigüenza y recibió el presbiterado. En 1766 fue nombrado arzobispo de México y de Toledo en 1772.

Edificio conventual bajo la influencia del madrileño Pedro de Ribera, colegio de los Basilios, 1736, estructura central con media naranja, planta inspirada en la ermita de Ntra Sra del Puerto de Madrid, que Pedro de Ribera había concluido en 1718, gran portada de piedra.



La Corona impuso reformas en la Universidad, en los Colegios Mayores y los jesuitas fueron expulsados en 1767, de modo que el colegio de la Compañía de Jesús se destinó a Universidad, que se había separado del Colegio Mayor de San Ildefonso. Las obras de adaptación comenzaron en 1777 con trazas de Ventura Rodríguez, incluyendo patios, fachada y una gran escalera preimperial. 




El arzobispo de Toledo, Cardenal Lorenzana, 1772-1799, ayudó al Ayuntamiento financiando obras para aliviar la miseria de la gente. En 1787, Antonio Juana Jordán, como maestro municipal, hizo el proyecto de la nueva Puerta de Madrid, mejorado por la intervención de la Academia de San Fernando y transformado posteriormente en tres vanos.




En 1790, el ayuntamiento reconstruyó la Casa Consistorial, en el lado oeste de la plaza del Mercado. En 1789 se planteó la reparación del Puente Zulema. Se plantaron árboles en el camino de la ermita de Ntra Sra del Val, que se alargó hasta la puerta de Aguadores. También se plantó el Paseo del Chorrillo, se reparó la puerta de Santa Ana y el camino de ronda entre las puertas de Madrid y la de San Bernardo.


Sociedad. Aparición de órganos de asistencia como las cofradías, como la Vera Cruz de Azuqueca de Henares, fundada en el siglo XVII, y con constituciones del año 1750.

Importancia de la enseñanza. En Alcalá aparecen mecenas como Alfonso Pablo de Avellaneda y Peñalosa, que otorgó testamento en 1748 a los Padres Escolapios para que fundasen escuelas gratuitas.

La Inquisición de Cuenca procesó a judaizantes en Sigüenza y Atienza, que se dedicaban al comercio, administración de rentas, artesanos, profesiones liberales, etc. Su situación de inestabilidad les impedía invertir en bienes raíces.

La época ilustrada. La creación de la Academia de San Fernando, 1744, impulsó la renovación artística liquidando el sistema barroco.

Sigüenza. Los obispos llevaron a cabo gran labor de beneficencia. Juan Díaz de la Guerra, 1777-1800 fundó fábricas de tejidos y papel y realizó plantaciones de árboles frutales y huertas en Miralrío, cerca de Jadraque. En Sigüenza organizó una gran huerta, la Obra del Obispo, en la vega. Concluyó la construcción del Hospicio, frente a la antigua Universidad. En 1781 mandó construir, extramuros, el barrio de San Roque. En 1796 se hizo la puerta del Mercado en la catedral. A Díaz de la Guerra le sucedió don Pedro Inocencio Vejarano, 1801-1818, otro obispo ilustrado, que fue nombrado director de la Sociedad Económica de Amigos del País de Sigüenza, creada en 1777. Completó el barrio de San Roque con el paseo de la Alameda.

Todo significó la ampliación de la población medieval. En 1828 se terminó la parroquia de Santa María en el Arrabal. También las parroquias de Membrillera y Ciruelas. Se mejoró la red viaria reparando el Camino Real de Madrid a Aragón.




Antiguo Seminario de San Bartolomé, prelado don Francisco Díaz Santos Bullón, 1750-1762. Edificio conventual bajo la influencia del madrileño Pedro de Ribera, la iglesia de franciscanos (act. De RR. Ursulinas), la fachada curva rompe la tradición.







Guadalajara. Se reconstruyó el puente sobre el Henares destruido en la guerra de Sucesión, con proyecto de Marcos de Vierna en 1759 y realizado en 1774 por los canteros Juan Eusebio de la Viesca e Hilario Irígañez, que también reconstruyeron el puente sobre el arroyo Torote en 1776.




En 1771 se realizó un proyecto, mandado por el conde de Aranda, para construir el Canal del Henares, con el objetivo de desarrollar la agricultura en la campiña, pero las obras no se completaron hasta el siglo XX.

 

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