lunes, 5 de febrero de 2024

Picasso 1906. La gran transformación.

El año Picasso fue el 2023 y el museo Reina Sofía presenta la última exposición de ese ciclo, que quiere ver la aportación del artista a la definición de “arte moderno” desde una perspectiva estética contemporánea. El año 1906 fue, en la producción de Picasso, un periodo con entidad propia y no, como se había entendido, un epílogo del periodo rosa o un prólogo a “Las señoritas de Avignon”. Picasso era un artista joven, 25 años, pero ya maduro en sus criterios estéticos. Abandonando la bohemia y el pesimismo, se muestra vital, incluso sensual, buscando la renovación de la experiencia artística a través de los primordial de su obra en tres registros: el cuerpo, la forma y la interculturalidad. Utiliza a su compañera Fernande Olivier para la experimentación de lenguajes plásticos, redefiniendo el entramado entre fondo y figura y desarrollando conceptos táctiles en el modelado de la escultura. En este ritmo acelerado, que culminó a principios de 1907, tuvo mucha importancia su diálogo con Gertrude Stein.

Buscando lo primordial planteó una sinergia con las producciones artísticas de culturas consideradas primitivas, tratando de encontrar una lengua común de lo primigenio, encontrando referentes en el arte ibero, el art nègre, el románico catalán, el mediterráneo protohistórico, el egipcio antiguo, etc. Estos referentes no fueron meros datos formales, sino presencias culturales con poderosa capacidad de relación con lo trascendente. Sus propios desplazamientos vivenciales le llevaron a la interculturalidad, utilizando la fotografía, la prensa, los libros ilustrados y manteniendo la herencia de la Historia del Arte. Esta relación compleja entre culturas, lenguaje primordial y memoria del museo es lo que le hizo singular en ese año.

Hacia el cuerpo.

El desnudo estuvo presente en la obra de Picasso desde sus comienzos, aunque fue evolucionando. Antes de 1906, trabajó el desnudo en papel o cartón, en carboncillos, acuarelas y gouaches. Después, pasó al óleo. Antes le sirvió para desbordar su enseñanza académica, haciendo progresivamente más explícita la sexualidad. A la muerte de Carles Casagemas, en 1901, el desnudo femenino pasa a ser una metáfora de la pérdida, expresada con melancolía y anticipando un clasicismo que experimenta con el esquematismo de los rostros. En el periodo azul, el desnudo se convierte en desolación de los pobres.



Pablo Picasso, Desnudo sentado, 1905; óleo sobre cartón, sobre tabla; Centre Pompidou, Paris.

Nu assis, de principios de 1905, resume el recorrido por el desnudo anterior a 1906. El tono de la obra todavía es el de la poética del simbolismo del fin de siglo, pero comienza el diálogo entre fondo y figura, emancipando el dibujo en arabesco y con algunos espacios plenamente abstractos. Esta obra es contemporánea de la aparición de los fauves, aunque, en este inicio de la definición de arte moderno, el punto de partida es diferente.

 



La permanencia y el cambio.

“Suite de los saltimbanquis” es una colección de grabados realizados entre 1904 y 1906, que recorren distintas poéticas, desde la triste pobreza de la época azul a la melancolía de los arlequines del periodo rosa. El arlequín y el saltimbanqui son metáforas del artista migrante cuya única patria es su oficio.  El titulado “El abrevadero”, en el que exalta la vida plena a través de la vitalidad del joven desnudo, es uno de los temas con los que inicia su nueva era.





Pablo Picasso, El modelo, 1896, óleo sobre lienzo, Fundació  Palau, Caldes d´Estrac.






Nueva Edad de Oro, nuevo arte.

El nuevo comienzo, metáfora vitalista, se adivina en la aparición de niños y adolescentes desnudos, tanto en la naturaleza agreste como en escenas de interior. No subraya la musculatura para pasar de la formación académica a la idea de cuerpo en representación, quizá por influencia del arte griego o el romano, aunque pronto desvía su interés hacia lo primitivo, con influencia de Cézanne y El Greco. Estos desnudos recuerdan la fotografía homoerótica y etnográfica de la época, a cuyas reproducciones en revistas estaba muy atento. Las figuras masculinas establecen contacto visual confiado con el espectador, y las femeninas parecen sorprendidas en la intimidad. También rompió esta rigidez binaria y erotizó los cuerpos masculinos, estableciendo una fluidez entre géneros.






Pablo Picasso, Los adolescentes, 1906, óleo sobre lienzo, Paris, Musée de l´Orangerie.





Mitología vernacular.

Entre mayo y agosto de 1906 Picasso residió en la localidad leridana de Gósol, donde reafirmó ideas anteriores como el erotismo en las figuras masculinas, la integración entre fondo y figura, etc. Su trabajo se abrió al primitivismo añadido por el propio escenario. Los personajes irradian sosiego y serenidad. Las pinturas de temática campesina tienden a ser narrativas y el artista está sondeando nuevos valores plásticos, como algunos paisajes que se acercan a formas cúbicas o la síntesis expresada por la escueta línea. Algunas figuras resultan combinación de formas figurativas y abstractas, ensayando la representación del rostro como máscara, indicio del interés por lo primitivo.





Pablo Picasso, Joven de Gósol, 1906, acuarela y gouache sobre papel, Göteborgs Konstmuseum, Göteborg.





 

Pulsión escópica.

Muchas de sus figuras de mujeres aluden a diosas y figuras mitológicas de la Antigüedad. Trataba de trascender lo cotidiano, fusionar los planos divino y humano. En algunas series se evoca la vanidad de Venus, en otras los rostros se transforman en máscaras insistiendo en la interculturalidad, en los referentes del arte primitivo. Algunas obras recuerdan figuras romanas de Afrodita y el artista conoció la asociación que hizo Corot de Venus con una mujer de su tiempo.


Pablo Picasso, El harén, 1906, óleo y lápiz sobre lienzo, The Cleveland Museum of Art.

Esta obra tiene unos antecedentes críticos que impiden su comprensión. Ni el título, atribuido a un crítico, encaja con lo pintado, ni es una paráfrasis de “El baño turco” de Ingres, que es una fantasía oriental. El harén no es fantasioso y recuerda el ambiente marginal de los prostíbulos de la época, en una síntesis lineal, escueta y ágil. Otro inconveniente interpretativo es su condición de precedente de “Las señoritas de Avignon”, a pesar de que el lenguaje plástico es diferente, así como su iconografía y planteamiento visual. Las señoritas observan al espectador con ojos desafiantes, mientras en El harén hay intimidad. Ambas obras comparten la figura de Fernande, basada en la imagen de la Venus Anadiómena de Tiziano.

 

Fernande (significante / significado)

Fernande Olivier (Amelie Lang) y Picasso fueron amantes desde 1904 hasta 1912. Fernande era una mujer culta que ejercía de modelo, entendía de perfumes e impartía clases de francés a los amigos americanos. Se llevaba bien con Max Jacob, Apollinaire y Gertrude Stein. Picasso tenía entonces 24 años y su relación fue intensa. Durante 1906 Picasso desarrolló un iconotipo de desnudo femenino que la crítica ha identificado con Fernande, un significante que le permitió elaborar distintos significados con diversos lenguajes plásticos, por ejemplo, como campesina en Gósol. Incorporó en su rostro la máscara de manera anticipatoria. Con ella como modelo, anticipó el clasicismo de la década de 1920. A partir de la experiencia con Fernande, el artista necesitó de la implicación emocional con sus modelos.





Pablo Picasso, Fernande con pañuelo, 1906, gouache y carboncillo sobre papel, Virginia Museum of Fine Arts, Richmond




 






Pablo Picasso, Cabeza de Fernande, 1906, óleo y gouache sobre lienzo, colección particular.









Pablo Picasso, Fernande Olivier, 1905-1906, óleo sobre lienzo, The Museum of Fine Arts, Boston.





 

Fisonomías.

La ciencia fisiognómica se ocupaba de estudiar la relación entre los afectos del alma y la apariencia física. En el Picasso de 1906, la síntesis de lo primitivo le llevó a plasmar fisonomías inesperadas. Recurrió al arte clásico antiguo, al ibero y al románico. También conoció el “art nègre”. Le interesaba todo y buscó la refundación del arte en empatía con lo primigenio, y a ello se refiere con su interculturalidad. En obras como Busto de mujer joven ya no busca la fusión entre fondo y figura, y el tratamiento tosco y las grafías dan sensación de inacabado. Reduce la figura a formas sencillas, con sinergias entre lo primitivo y la lectura de Cézanne. Otras huellas son menos evidentes, como el pelo que recuerda a las Venus, la idea de rostro como máscara, etc. En 1906 tiene mucho interés en el perfil perdido, que ha observado en Durero e Ingres, como en Femme nue de trois quarts dos, obra de 1907 que recoge lo elaborado en 1906.





Pablo Picasso, Busto de mujer (estudio para “Las señoritas de Avignon”), 1907, óleo sobre lienzo, Musée national Picasso-Paris.




 





Pablo Picasso, Busto de mujer joven, 1906, óleo sobre lienzo, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.












Pablo Picasso, Mujer desnuda, tres cuartos de espalda, 1907, óleo sobre lienzo, Musée national Picasso-Paris.




 

Transformaciones.

El camino hacia una primera definición del arte moderno comienza en 1906 su vuelta de Gósol, favorecido por su idea de transculturalidad, la mezcla de rasgos, y por el diálogo con la renovadora mentalidad norteamericana de la familia Stein. En sus desnudos prima la poética del cuerpo y en la compenetración de fondo y figura anticipa el cubismo. La noción del cuerpo como forma se hace patente en la lectura de Paul Cézanne y el espacio vacío transmite sensación de plenitud, punto de partida hacia el cubismo. Sitúa sus propuestas más allá de localizaciones espaciales y temporales apropiándose así del arte primitivo.





Pablo Picasso, Desnudo sentado (estudio para “Las señoritas de Avignon”), 1906-1907, óleo sobre lienzo, Musée national Picasso-Paris.









Pablo Picasso, Desnudo con manos juntas, 1906, óleo sobre lienzo, The Museum of Modern Art, New York.










Pablo Picasso, Estudio para la cabeza de “Desnudo con paños”, 1907, acuarela y gouache sobre papel, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.





 

Retrato de Gertrude Stein.

Picasso comenzó el retrato en la primavera de 1906, marchó a Gósol dejándolo inacabado y lo retomó a su vuelta a Paris, incorporando un rostro-máscara. Aúna dos registros estilísticos distintos, uno cercano a la pintura “fin de siglo” y otro “primitivista”, mezcla crucial en la gestación del arte moderno. El rostro-máscara es semejante al de sus autorretratos, indicativo de su identificación con alguien a quien admiraba. Este retrato es el primero de una serie basada en su fisonomía, una alternativa al prototipo de belleza dominante en la época.





Pablo Picasso, Gertrude Stein, 1905-1906, óleo sobre lienzo, The Metropolitan Museum of Art.









Pablo Picasso, Autorretrato, 1906, óleo sobre lienzo, Musée national Picasso-Paris.

Este Autorretrato es una síntesis cultural entre lo primitivo, el románico, el arte ibérico, el arte egipcio, el arte mesopotámico y el “art nègre”. Esta síntesis está planteada a partir de iconos o representaciones que sugieren complejos intercambios identitarios, como en el retrato de Gertrude Stein.



 

Pervivencias.

La noción del tiempo y la memoria es un elemento singular en la obra de Picasso. En lo realizado en 1906 está la huella de algo previo, una reinterpretación de soluciones plásticas y visuales, pero también incorpora innovaciones trascendentales y vuelve a elementos de su juventud como los cromatismos. Del mismo modo, soluciones de este año trascienden a la obra posterior, siempre entre la permanencia y el cambio.





Pablo Picasso, Mujeres acicalándose, 1956, óleo sobre lienzo, Musée national Picasso-Paris.










Pablo Picasso, Cabeza de Mujer (Fernande), 1909, fundición a la cera perdida y patinado, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid.

 

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