La máquina Magritte (II/II)
5.Rostro y máscara.
El rostro, o su ausencia en
la figura humana, es otra fuente de enigmas. La figura de espaldas, ocultando
el rostro, representa al espectador dentro de la pintura, nos hace conscientes
del acto de mirar. Pero también se oculta el rostro tapándolo con algún objeto.
Además de suprimirlo, proyecta el rostro como una máscara sobre otras zonas del
cuerpo o sobre un objeto cualquiera, o incluso sobre el paisaje.
El principio del placer, 1937.
Este retrato de Edward James se basa en una fotografía.
El pintor sacrifica lo más esencial en un retrato, el rostro, al transformar la
cabeza en una explosión luminosa. A esta paradoja se suma la de que el rostro
desaparece no por un objeto sino por la luz, que se supone destinada a
revelarnos el aspecto de las cosas.
En memoria de Mack Sennett, 1936.
Sheherezade, 1950.
El gran siglo, 1954.
El imaginario de Magritte está
dominado por dos conceptos, la semejanza -acto que pertenece al pensamiento- y
el extrañamiento. Le fascina el mimetismo, la tendencia a camuflarse con el
entorno o incluso a disolverse en el espacio. Un pájaro se llena de cielo, un
velero adquiere el color y la textura de las olas del mar, etc. El mimetismo
busca la invisibilidad.
El seductor, 1950.
La firma en blanco, 1965
El futuro de las estatuas, 1932
El pájaro de cielo, 1966
La gran familia, 1963
El sueño, 1945
7.Megalomanía.
Los
surrealistas llaman extrañamiento a extraer un objeto o cuerpo de su contexto
habitual, situándolo en un medio extraño, haciéndolo más visible. Es lo
contrario al mimetismo. Un recurso muy utilizado es el cambio de escala de los
objetos, inspirándose en las novelas de Lewis Carroll, en las que Alicia crece
y mengua. Magritte aumenta el tamaño de los objetos hasta hacerlos insólitos.
Si con el mimetismo el cuerpo era devorado por el espacio, ahora el cuerpo
devora el espacio circundante.
Delirios de grandeza, 1962.
Delirios de grandeza II, 1948
Las profundidades del placer, 1947
Los valores personales, 1952
La habitación de escucha, 1958
El motivo, la manzana o la roca en otro cuadro, es un
objeto natural, de forma redondeada, que contrasta con el espacio cúbico y
artificial. La clave está en Lewis Carrol: Alicia, en su visita al conejo, bebe
de una botellita y su cuerpo crece hasta que su cabeza toca el techo y tiene
que doblarse y sacar un brazo por la ventana y un pie por la chimenea.
El mismo
efecto logrado con el agigantamiento se puede obtener con la levitación, con
algo suspendido en el aire. La esencia de un objeto se revela cuando lo ponemos
en una situación insólita. Así se muestran las cosas como si las viéramos por
primera vez.
El arte de la conversación, 1963
El imperio de la reflexión, 1942
El encuentro, Bruselas, 1938.
El gigante. Paul Nougé en la costa belga, 1937.
Georgette Magritte, 1947.
Las aguas profundas. Rue Esxeghem, Bruselas. 1934
Shunk Kender. René Magritte pintando El pozo de la verdad. Rue des Mimosas, Bruselas. 1962.
Charles Leirens. René Magritte, 1959.
René Magritte pintando La clarividencia. Bruselas, 4 de
octubre de 1936.
Reunión de cazadores. E.L.T. Mesens, René Magritte, Louis Scutenaire, André Souris y Paul Nougé. Sentados: Irène Hamoir, Marthe Beauvoisin y Georgette Magritte. Estudio de Jos Rentmeesters. 1934.
Georgette Magritte, 1922.
No hay comentarios:
Publicar un comentario