El paisaje de la luz.
El Paseo del Prado y el Retiro de Madrid querían convertirse en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en la categoría de Paisaje de las Artes y las Ciencias en 2021. La candidatura (Ayuntamiento, Comunidad y Ministerio de Cultura) reunía cultura, ciencias y naturaleza en un espacio urbano de 190 hectáreas y, bajo el título de “El paisaje de la luz” revisaba la candidatura de 2015.
Entre los argumentos esgrimidos figuraba en lugar preeminente la concentración de museos. El Paseo del Arte, al estilo de la Isla de los Museos en Berlín, está integrado por el Museo del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía -que pueden visitarse de forma conjunta con la Tarjeta Paseo del Arte-, recorrido vertebrado por el Paseo del Prado, primero de los paseos arbolados urbanos europeos. A ellos debe unirse el Caixaforum y el Museo Nacional de Artes Decorativas.
Otros argumentos fueron la alta densidad patrimonial (la Puerta de Alcalá, la Cibeles, el monasterio de los Jerónimos, y, cerca, la Real Academia Española de la Lengua, el Real Observatorio Astronómico, la Bolsa, etc.), el ser un pulmón verde (el 75% del espacio es verde, Real Jardín Botánico), el constituir un llamamiento a recuperar los ideales de la Ilustración, el Siglo de la Razón (Paseo del Prado, Jardín Botánico, Gabinete de Historia Natural -germen del Museo del Prado-, estilo Neoclásico), el ser el kilómetro cero literario de la ciudad en la Cuesta de Moyano.
El expediente, coordinado por Mónica Luengo, incide en los 500 años de historia de este legado madrileño para la humanidad. Los madrileños, ya en el siglo XVI, recorrían la alameda del arroyo de la Fuente Castellana. Felipe II dictó ordenanzas para cuidar la zona. Felipe IV, gran coleccionista de arte, hizo un teatro en el Palacio del Buen Retiro en el que los jardines se incorporaban al espectáculo, que también incluía naumaquias, combates navales, en el estanque grande, que contaba con una islita en medio para recrear clásicos como Ulises.
En el siglo XVIII, Carlos III saneó la ciudad con el alcantarillado, trasladó el Jardín Botánico (1774, desde la zona de Puerta de Hierro, inaugurado en 1781), el Gabinete de Historia Natural, el Real Observatorio astronómico (Colina de las Ciencias, construido por Juan de Villanueva, inaugurado en 1790) y la Academia de Ciencias. El paseo, al contrario que en otras capitales europeas, era abierto a cualquier clase social y no sólo a la nobleza. El modelo fue imitado en la Alameda de Hércules, Sevilla, y se extendió a América.
El magnetismo de la zona hizo que las instituciones vinieran a instalarse aquí: el poder político con el Congreso, el económico con el Banco de España, la Iglesia, el Ejército, el Hospital General, la estación de Atocha, la Real Academia Española, el Museo de Artes decorativas, etc. Hasta los hoteles más lujosos, como el Ritz y el Palace. También comenzaron a levantarse palacetes como el del Museo Thyssen, el de Buenavista y las grandes casas de los Medinaceli. La zona atraía más que las calles del Palacio de Oriente.
El Paseo del Prado tuvo cuatro fuentes monumentales: Cibeles, Apolo, Neptuno y la de la Alcachofa, esta última trasladada después al Retiro. Con la reforma del siglo XVIII era la primera vez que se utilizaban en serie y de forma alegórica: Apolo, el dios de las artes y las ciencias, que representaba a la monarquía borbónica, dominaba la tierra, Cibeles, y las aguas, Neptuno. La Alcachofa, símbolo de fertilidad, aseguraba la continuidad de la dinastía. Hubo momentos que se permitía beber en las fuentes, basadas en dibujos de Ventura Rodríguez y en las trabajaron distintos escultores.
El gran parque del Retiro alberga destacados conjuntos arquitectónicos, escultóricos y paisajísticos desde el siglo XVII: monumento a Alfonso XII, Palacio de Cristal, Estanque Grande, Parterre, Puerta de Felipe IV, fuente de la Alcachofa. Esto, unido a lo anterior, hace una síntesis perfecta, una fusión entre naturaleza y cultura, un patrimonio también inmaterial que está implícito en el paisaje.
Todos estos valiosos argumentos -un informe de más de 1.500 páginas- iban destinados a integrar la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, creada en 1972 y constituida por 1.121 sitios de todo el mundo, de los que 48 son españoles, uno de los países, junto con Italia y China, que poseen mayor número. A pesar de esto, Madrid era la única de las grandes capitales europeas que no estaba representada.
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Fuente de la Alcachofa |
La 44ª sesión del Comité, en China, debía evaluar 26 candidaturas de 2020 -suspendida la reunión por la pandemia- y 19 de 2021. La decisión final ha sido -domingo 25 de julio- la de inscribir la candidatura del Paseo del Prado y Buen Retiro en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. A partir de ahora hay que mantener el estado de conservación -cualquier cambio tendrá que ser consultado con la Unesco, una manera de blindar este paisaje cultural urbano- y pasar exámenes cada cinco años.
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