martes, 2 de marzo de 2021

Ruinas.

La mayor sensibilidad y la melancolía que nos ha traído la pandemia son el contexto adecuado para dirigir una mirada nostálgica a los edificios que fueron y ya no son, a las ruinas de belleza evocadora, arrugas en la epidermis de la historia, poemas en piedra resquebrajada que ocultan misterios e iluminan sueños a través de sus grietas despertando la fascinación, la más alta representación de lo sublime para los románticos del siglo XIX, irrefrenable objeto de deseo para los urbanitas en la actualidad.

Del mundo romano, tan importante en nuestro país, tomamos como ejemplo el Arco de Cáparra (Cáceres)


En el centro de la ciudad se situaba este arco cuadrifonte, el conocido tetrapylum, único en España. En él debían confluir las dos calles principales, el cardo y el decumano máximos. Una inscripción permite datarlo en la época Flavia, a finales del siglo I. En su estadio originario mediría más de trece metros de altura. Se eleva sobre cuatro pilares que soportan arcos de medio punto. Los frontales norte y sur tienen dos pedestales adosados sobre los que se colocarían estatuas representativas.


El periodo medieval está muy bien representado en numerosas construcciones: monasterios, iglesias, castillos, etc.

Monasterio de Santa María de Moreruela (Zamora).


Fue uno de los primeros monasterios cistercienses construidos en la península Ibérica, que alcanzó su apogeo en el siglo XIII cuando lo habitaban unos doscientos monjes. Tras la desamortización no tuvo otro uso y quedó abandonado. Unamuno, en Recuerdo de la Granja de Moreruela, dijo: “¡Qué majestad la de aquella columnata de la girola que abre hoy al sol, al viento, y a las lluvias!¡Qué encanto el de aquel ábside!¡Y qué inmensa melancolía la de aquella nave tupida hoy de escombros sobre que brota la verde maleza!”

Monasterio de San Pedro de Arlanza (Burgos)


Conocido como “la cuna de Castilla”, el eremitorio, su construcción más antigua, se erigió en el año 912. Posteriormente fue ampliado y se convirtió en monasterio benedictino. La desamortización supuso el final de su comunidad.



San Miguel de Mazarreros (Burgos)


Un arco que sólo sostiene la memoria, único testigo de una iglesia y un pueblo desaparecidos, cerca de Sasamón.



Monasterio de Bonaval (Guadalajara)


Perteneció, como Santa María de Moreruela, a la orden del Cister. Tras la supresión de las órdenes monacales se vendió a particulares y finalmente quedó abandonado, disgregándose su archivo y su colección artística.



Convento agustino de Santa Cruz de la Sierra (Cáceres)


Estas ruinas albergan una historia plagada de misterio. En origen fue un oratorio franciscano fundado por una comunidad reformista que abogaba por la vuelta a los ideales del cristianismo primitivo, que se transformó posteriormente en orden agustina. La leyenda afirma que las aguas de un pozo tenían capacidades sanadoras y que en lo alto del convento se solían ver luces milagrosas.

Atienza (Guadalajara).


La torre del homenaje del castillo sobre el espolón rocoso es lo más visible, desde muy lejos, de Atienza, que cuenta también con otras ruinas, testigos de su antigua grandeza, como las del convento de San Francisco, uno de los escasos ejemplos de gótico inglés en España, construido a instancias de doña Catalina de Lancaster, esposa de Enrique III de Castilla y señora de Atienza. Perteneció a los franciscanos hasta la desamortización y actualmente es propiedad particular.




Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias (Madrid).


Cerca de Pelayos de la Presa, al norte del arroyo de la Presa. Data del siglo XII, orden cisterciense, aunque reformado a partir del siglo XV. La desamortización supuso el comienzo del proceso de ruina. En 1854, la sillería del coro -estilo plateresco, siglo XVI- se trasladó a la catedral de Murcia como donación de la reina Isabel II, para sustituir a la destruida en un incendio.

Acercándonos al presente, hacemos un alto en el siglo XIX.

Fábrica de Armas de Orbaizeta (Navarra).


Se fundó como herrería en el siglo XV y se transformó en Real Fábrica de Armas y Municiones en el siglo XVIII, por mandato de Carlos III, siendo el centro industrial armamentístico más importante junto a la asturiana Real Fábrica de Armas de Trubia. Tras los destrozos y saqueos de las distintas guerras, se cerró definitivamente a finales del siglo XIX.


Preventorio de aguas de Busot (Alicante).


Los fanáticos de la fenomenología paranormal tienen aquí un lugar favorito, con sus fantasmas, leyendas y un espejo que dicen refleja el rostro de una mujer que ríe y llora al mismo tiempo, una dama blanca que deambula por las inmediaciones de este edificio decimonónico. Del lujo del Hotel Miramar Estación de Invierno pasó a sanatorio antituberculoso infantil, abandonándose a mediados del siglo XIX.

Berlanga de Duero (Soria)


En la falda del castillo aparecen los restos del suntuoso palacio de los marqueses de Berlanga, del siglo XVI, del que queda la fachada principal: estilo renacentista, tres pisos rematados con una galería, flanqueada por dos torres -una desaparecida-. En la parte de atrás tenía un amplio jardín escalonado en cinco terrazas. Fue destruido en la Guerra de la Independencia.


El siglo XX también nos ha dejado muchas ruinas, de variados tipos: pueblos destruidos durante la Guerra Civil, del periodo de la II Guerra Mundial, del abandono rural, edificios aislados, etc.

Belchite (Zaragoza).


No es un edificio, es todo un pueblo despedazado, uno de los testimonios más escalofriantes del drama de la Guerra Civil.



Corbera d´Ebre (Tarragona)


El pueblo viejo fue destruido por bombardeos de la aviación italiana y de la Legión Cóndor.




Villa Winter (Fuerteventura).


Al borde de la playa del Cofete, en Fuerteventura, queda esta villa de Gustav Winter, abandonada desde hace décadas con misterios sin resolver: centro de recepción de los submarinos nazis durante la II Guerra Mundial, clínica de cirugía para miembros del III Reich en su camino de huida a Sudamérica, bunker diseñado para dar cobijo a Hitler y Eva Braun. Quizá fue tan sólo una casa al borde del mar.


Ainielle (Huesca)


Fue un pueblo pobre, con economía agropecuaria y forestal, con pocos habitantes, que fue perdiendo población en los años cuarenta del siglo XX, para quedar deshabitado en 1971, cuando se cerró casa Rufo. La iglesia, dedicada a San Juan Evangelista, románica en origen, es el único edificio en pie, aunque sin techumbre. Este pueblo cobró renombre gracias al escritor leonés Julio Llamazares, que ambientó su novela La lluvia amarilla en este remoto lugar del Soprepuerto.

Umbralejo (Guadalajara)


El ICONA expropió edificios y terrenos en 1971 y desde 1984 forma parte, con Búbal (Huesca) y Granadilla (Cáceres), del Programa de Recuperación y Utilización Educativa de Pueblos Abandonados, promovido por varios ministerios, lo que ha supuesto la llegada de grupos de jóvenes del mundo urbano que han trabajado en su recuperación física y cultural, en el mantenimiento de las edificaciones de barro y pizarra -arquitectura negra-. En determinados periodos, el pueblo vuelve artificialmente a la vida.

Ruesta (Zaragoza).


A orillas del río Aragón, junto al embalse de Yesa que inunda parte de su término, origen de su despoblación, ya que campos y casas fueron expropiados en los años 60. La Confederación Hidrográfica del Ebro cedió su uso al sindicato Confederación General del Trabajo de Aragón que, junto al Colegio Oficial de Arquitectos de Aragón, ha reconstruido algunos edificios destinados a albergue y casa de cultura.


Jánovas (Huesca).


En 1951 se adjudicó a Iberduero (ahora Iberdrola) un proyecto hidroeléctrico en el valle del Ara que inundaría los pueblos de Jánovas, Lavelilla y Lacort. A principios de los años 60 comenzó la expropiación de tierras y casas, con fuerte resistencia vencida incluso con el dinamitado de las viviendas. En 1966 se sacó de la escuela por la fuerza a profesores y alumnos. Iberduero aró los campos, taló los árboles, destruyó acequias y cortó la electricidad y el agua, obligando a los habitantes a marcharse, los últimos ya en los años 80. En 2001 se publicó un informe desfavorable al embalse por sus afecciones medioambientales y en 2005 se desestimó la construcción. En 2008 se inició el procedimiento de reversión de lo expropiado a los afectados. En la actualidad se intenta su reconstrucción.

Sancti Petri (Cádiz).


El islote de Sancti Petri pertenece a Chiclana (Cádiz). Se dice que antiguamente albergaba el templo de Hércules dedicado al dios Melkart, el templo más famoso de Occidente. Fue un lugar próspero sustentado en la almadraba, pero después las familias abandonaron la isla y quedó en ruina.


Sanatorio de Cesuras (A Coruña).


El siglo XX también nos ha legado fantasmagóricas ruinas -que no son exclusivas de la Antigüedad ni del Medievo-, como este famoso sanatorio, iniciado en los años 20 para cobijar a enfermos de tuberculosis en un entorno de aire puro, con bosques de pinos y eucaliptos. El edificio no llegó a terminarse, quedando poseído por un aire tétrico.

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