martes, 23 de febrero de 2021

 El vidrio en la pintura (II)

La importancia del tema y la abundancia de su representación ha hecho que el Museo del Prado le dedique una publicación. 


San Juan Bautista y el maestro franciscano Enrique de Werl. Robert Campin, 1438.

Este franciscano fue catedrático de Teología y predicador de fama. Quizá se puso en contacto con el pintor en un viaje a Tournai. La pintura muestra influencia de Rogier van der Weyden en el San Juan, por su esbeltez, su gesto elegante y su figura curvada. También hay dependencia de los hermanos Van Eyck en el paisaje. 


Vánitas: mesa revuelta, reloj, espejo, jarrones. Anónimo. Siglo XVII.

Representa un fanal de vidrio incoloro, de forma ligeramente acampanada, que protege un reloj de sobremesa. A la derecha, un espejo vítreo cuadrangular, de pared, con marco negro, en el que se refleja la parte trasera del reloj, lo que da más luminosidad y mayor sensación de profundidad al reducido espacio en el que se acumulan los objetos. 


Bodegón, Jacob Foppens van Es, primera mitad del siglo XVII.

Sobre una mesa se dispone un limón y un cuchillo, ostras, uvas y una copa tipo Römedr con vino. La copa es grande, con cáliz abombado y ligeramente cerrado en su boca, sostenido por una pierna cilíndrica hueca y ancha. Estas copas son originarias de Baviera y Renania, y desde allí se extendieron a los Países Bajos. En las zonas germanas se utilizaban preferentemente para degustar vinos blancos. 


Bodegón. Anónimo, siglo XVII.

En primer término, una mesa, parcialmente cubierta con un mantel de hilo blanco. Sobre ella se disponen utensilios y alimentos, recibiendo el mayor protagonismo el frutero de porcelana azul y blanca situado a la derecha, cargado de frutas de otoño como uvas y granada, junto a otras de la primavera como cerezas y albaricoques. Algo más atrasada aparece una jarra de cerámica con tapa metálica y, al lado, un plato metálico con avellanas y detrás una copa de tipo veneciano con vino tinto. 


La cena de San Benito. Fray Juan Andrés Rizi, siglo XVII.

Pertenece a una serie con escenas de la vida de San Benito. Quizá representa uno de los intentos de envenenamiento del Santo fundador, en un ambiente de gran austeridad. 


Bodegón con alcachofas, flores y recipientes de vidrio. Juan van der Hamen y León, 1627.

Van der Hamen pintó numerosos bodegones. El motivo principal de éste es un gran jarrón de cristal con flores, acompañado por un jarrón más pequeño, igualmente de cristal, con rosas de color rosa. 


Florero. Mario Nuzzi, 1640-42.

Forma parte de la serie de sobreventanas pintadas para el Palacio del Buen Retiro, constituyendo una serie que decoraba un salón del cuarto bajo del palacio. 


Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre. Clara Peeters, 1611.

Se dice que pertenecía a una serie de cuatro obras, aunque son diferentes. Se documentaron en el inventario de la Colección Real española en el siglo XVIII y después se trasladaron al Prado.

 


Bodegón de frutas, garrafa y vaso de vidrio. Atribuido a Gabriel Felipe de Ochoa, 1667.

El bodegón fue adquiriendo mayor desarrollo a medida que avanzó el siglo XVII, lo que se relaciona con el gusto por esta pintura en sectores cada vez más amplios de la población. A la mayor demanda respondieron los artistas con mayor dedicación, incluso especializándose en alguna variante, como la pintura de flores. 


Mesa revuelta. Anónimo, siglo XVII.

Aparece un fanal de vidrio incoloro, de forma ligeramente acampanada, que cubre una figurita de sobremesa representando a Cupido. A la derecha, un espejo vítreo cuadrangular, de pared, con marco dorado. 


Bodegón con plato de acerolas, frutas, queso, melero y otros recipientes. Luis Egidio Meléndez, 1771.

Los alimentos están dispuestos en primer término: un plato de acerolas, cuyos fuertes tonos rojos atraen la vista hacia el centro de la escena, acompañado por manzanas y una pera en un lado y un gran queso blando, al otro. La composición se completa con distintos recipientes, como dos tarros de miel de diferentes tipos de cerámica, tapados con papel, una frasca de vino, cajas de dulces y un barrilete de madera que quizá contenga aceitunas. Además del atractivo gastronómico, el cuadro cautiva desde el punto de vista estético por la interacción formal de objetos tan distintos. 


Brujerías, Ciriaco de la Garza y Bañuelos. Hacia 1912.

Una retorta de vidrio y varias botellas de farmacia para contener productos químicos, con tapón también de vidrio, aparecen sobre la mesa en el centro del cuadro. Después de la óptica, la segunda contribución importante del vidrio se produjo en el campo de la alquimia. En las vidrierías medievales instaladas en los bosques centroeuropeos y, más tarde, con conocimientos técnicos más avanzados, en las fábricas venecianas, se fabricaron los primeros objetos para usos químicos, farmacéuticos y clínicos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario