martes, 16 de febrero de 2021

 PETRA.




En Alcalá de Henares estamos confinados, no podemos salir, y esta situación acrecienta los deseos de viajar. La pandemia ha ido reduciendo progresivamente la amplitud de la mirada, pero, aunque sea de manera virtual, hay que levantar la cabeza y extender la panorámica visual más lejos. Por esto vamos a hacer un imaginario viaje y un artículo de Edmundo Fayanas Escuer en Diario Público nos da la idea del lugar: nos vamos a Petra, en Jordania. 



Petra (Raqmu), situada entre las penínsulas del Sinaí y Arábiga, era una ciudad comercial, rica, ubicada en el cruce de importantes rutas comerciales como la ruta del incienso. Era la capital de los nabateos, tribu nómada beduina que recorría el desierto de Arabia con sus rebaños en busca de pastos y agua. Quizá provenían de Mesopotamia y emigraron al oeste entre los siglos VI y IV a.C. Existen inscripciones, graffitis y monedas acuñadas. 



La primera referencia histórica es del historiador griego, Diodoro Sículo, alrededor del año 30 a.C., que usa como fuente a Jerónimo de Cardia, uno de los generales de Alejandro Magno. Cuenta cómo viven en el desierto, excavaban cisternas cubiertas con señas conocidas únicamente por ellos, cómo los reyes están al servicio del pueblo y cómo, a pesar de existir tumbas suntuarias, no parecen dar importancia al cadáver. 



La época de mayor esplendor es entre los siglos IV a.C.-I d.C. Tras la conquista de Alejandro Magno hubo un proceso de helenización, visible en los elementos constructivos. A su muerte, 323 a.C., uno de sus generales, Antígono, conquistó el Levante y llegó al norte de Petra. Su objetivo eran las riquezas del comercio de las caravanas que transportaban incienso y mirra, desde Yemen hasta Gaza, para su envío a los mercados europeos.

 

El conflicto entre Ptolomeos de Egipto y Seléucidas de Siria permitió a los nabateos extenderse hasta el Mediterráneo y el Mar Rojo. Una inscripción en el Neguev, siglo II a.C., cita a Aretas I, primer rey conocido. Entonces acuñaron moneda, indicio de independencia económica. Tuvieron victorias sobre judíos y griegos y fueron rodeados poco a poco por los romanos, aunque mantuvieron su independencia formal pagando tributo. Perdieron el control de Damasco y tuvieron enfrentamientos contra Herodes el Grande.  

 


Máximo esplendor con el rey Aretas IV, 9 a.C.-40 d.C. Enemistad con Herodes Antipas. A principios del siglo II, reinado del emperador romano Trajano, murió el último rey nabateo, Rabel II Soter. Trajano instauró una nueva provincia romana, Arabia Petrea, y trasladó la capital de Petra a Bosra, con lo que Petra perdió el interés para las rutas comerciales, lo que significó su abandono parcial. Identificación de los nabateos con los árabes.

 


Tras Bosra el control comercial pasó a Palmira. Quizá los comerciantes seguían siendo los mismos nabateos, de forma que el levantamiento de la reina Zenobia contra el Imperio romano es visto como el último intento de resurgir del pueblo Nabateo.

 


El comercio fue la actividad principal de estos pastores. Estrabón: “Los nabateos son gente moderada y tan laboriosa que castigan públicamente a los que disminuyen sus bienes y honran a los que los aumentan”. Fueron proveedores de egipcios, griegos y romanos, por ejemplo de asfalto, utilizado por los egipcios para embalsamar los cadáveres. Fueron intermediarios de arrayán e incienso de la península Arábiga, de especias, sedas o perfumes de la India.

 

PETRA.


En las dos riberas del río Uadi Musd, un valle encajonado entre altas rocas. Era ciudad almacén de productos trasladados en largas caravanas.  Panteón: Dushara, dios de la fertilidad, Manatu, diosa de la muerte, y sobre todo, Allat, hija de Allah, al que Mahoma convertirá en el único dios islámico.


El movimiento del sol determinó la forma de los monumentos, que se levantaron teniendo en cuenta los equinoccios y solsticios. Un ejemplo es Ad Deir, el Monasterio: durante el solsticio de invierno, la luz del sol entra por la puerta e ilumina el motab, pódim donde se colocaban representaciones de las divinidades, como el dios Dushara. Desde el motab se observa cómo la puesta del sol recrea sobre las rocas de enfrente la figura de una cabeza de león, el animal de la diosa Al Uzza.

Tres alineaciones en la tumba de la Urna, enterramiento del rey Maliko II.Su puerta principal está centrada con la puesta de sol del equinoccio, cuando el día se iguala a la noche, y los rayos solares durante los solsticios de invierno y verano determinan las dos esquinas interiores. Intento deliberado de convertir el salón de la tumba en un cronómetro del tiempo. Al cristianizarse en el siglo V, los marcadores solsticiales sirvieron de referencia para determinar la víspera de la Navidad, el 24 de diciembre, y San Juan, el 24 de junio.








PALMIRA.


Fue capital del reino nabateo bajo el efímero reinado de la reina Zenobia, 266-272.  El intento de independencia se pagó duramente.

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