domingo, 27 de diciembre de 2020

 La Navidad en el arte
 

Elementos de este tema comienzan a representarse al final del imperio romano. Desde el siglo IV aparecen bajorrelieves en sarcófagos y tumbas con figuras como el zagal que lleva una oveja sobre los hombros (Buen Pastor). Sarcófago y fresco de la catacumba de Domitila. La iconografía navideña no presenta en sus inicios la figura de José, queriéndose evitar toda participación humana en la concepción de Cristo.

 



En el arte Románico, siglo XI, con una estética ingenua llena de color, aparece la Virgen recostada y la figura de José.

 


En el siglo XIII, arte Gótico, la Virgen, rubia y con cabellos rizados, aparece en varias posiciones, tanto de pie, como recostada o de rodillas. Se generaliza la figura de José y se acentúa la descripción del Nacimiento en forma de establo, con otras personas, animales y objetos.

 


                                 Natividad de Giotto, 1305, frescos de la Capilla Arena de Padova.

Delicadeza e intimidad de la madre que mira plácidamente al pequeño después del parto, envuelto en vendas como era costumbre. Escena coronada por ángeles que celebran el nacimiento, con pastores que los contemplan y San José descansa al calor de los animales.

 

                                                La Anunciación de Fra Angélico, 1420-30.

Un poco anterior a la Van der Weyden, Fra Angélico pintó esta Anunciación para el convento de Santo Domingo de Fiésole. Su iconografía enfrenta el pecado original (expulsión de Adán y Eva del Paraíso, minuciosidad en los detalles) con la llegada del Hijo de Dios para redimir a la humanidad (acercamiento a Masaccio en busca de profundidad).

 

                            Tabla central del Tríptico de la Anunciación de Van der Weyden, 1440.

Este “Primitivo flamenco” presenta a un ángel vestido de manera suntuosa, con dalmática de brocado llena de joyas y perlas, en un lujoso interior envuelto en telas rojas, que se aparece a la Virgen. En un rincón, sobre la chimenea, aparece un pequeño jarrón con agua: el cristal es símbolo de pureza, como los lirios blancos del jarrón del suelo. La Virgen está leyendo, arrodillada, y vestida de forma sencilla, lo que contrasta con el ángel.

 

El Renacimiento es un momento de gran esplendor en la pintura sobre temas navideños. Fra Angélico y su “Anunciación de la Virgen” ya lo ha anunciado; Correggio con “La adoración del Niño” o la “Virgen con Jesús y San Juan”, o Luis Morales con “Virgen con Niño”.

 



                                            Madonna del Parto, Piero della Francesca, 1460.

Este fresco, con la única figura de la Virgen a punto de dar a luz, es un monumento a las madres. Al no estar en la línea de los dictados del Concilio de Trento, estuvo en el punto de mira de la Inquisición. En 1785 un terremoto destruyó la iglesia, quedando intacto el muro en el que estaba el cuadro, lo que convirtió el lugar en centro de peregrinación de mujeres embarazadas. En 1910, de nuevo se libró de otro temblor de tierra, porque lo habían cambiado de sitio tras restaurarlo.

 

                Tabla central del Altar Portinari de Hugo van der Goes, 1476. Adoración de los pastores.

Su influencia en los pintores italianos fue extraordinaria. Abrió una ventana hacia el arte flamenco para los pintores toscanos. Boticelli, Filippino Lippi, Domenico Ghirlandaio o Leonardo da Vinci, se influenciaron. La figura central es la Virgen María, vestida de forma más sencilla que los ángeles, como en la Anunciación de Van der Weyden. Jesús, desnudo en el suelo, rodeado de su Madre y ángeles idealizados, mientras que los pastores y San José están representados con rostros más realistas. Tras la arquitectura con reminiscencias góticas, aparece el paisaje flamenco.

 

                                              La Navidad mística de Sandro Botticelli, 1501.

Está llena de misterios al alejarse de cualquier interpretación iconográfica tradicional. Más que una celebración parece una advertencia, un mal augurio inspirado en los sermones de Savonarola, de quien dicen anduvo cerca Boticelli. Se ha intentado explicar relacionándolo con las circunstancias históricas de la ciudad de Florencia: muerte de Lorenzo el Magnífico, invasión de los franceses, cambio de siglo, predicaciones contra la corrupción del papado, ajusticiamiento de Savonarola. El autor utiliza rasgos del gótico: proporciones desmesuradas de la Virgen y el Niño, actitudes de los ángeles, demonios grises escondidos.

 

                                               La Sagrada Familia de Miguel Ángel, 1503.

El bellísimo colorido está conseguido con una técnica mixta que utiliza la témpera y el óleo, un procedimiento conocido como cangianti. La composición, adaptada al formato circular del marco diseñado por el propio artista, tiene escorzos propios del manierismo y un físico fuerte que acentúa la sensación de esculturas. La iconografía se interpreta como la representación de las tres edades del mundo. Los ángeles son la civilización pagana, San Juanito y San José, la era mosaica (antiguo pueblo de Israel), y la Virgen y el Niño la era de la Redención. San Juanito es el elemento de unión entre las tres edades.

 

                                                              La noche, Correggio, 1530.

 

                                                                  Natividad, Caravaggio.

Escena inundada de un silencio melancólico, con la Virgen que mira con expresión de tristeza al Niño sonriente. El único elemento de celebración es el ángel -que señala el cielo indicando el origen divino del Niño- que desciende creando un movimiento en diagonal con el pastor que da la espalda.

 

El desbordamiento del Barroco, hasta mediados del siglo XVIII,  también se extiende a la espiritualidad de estos temas navideños. Un tema frecuente es la adoración de los pastores, como en esta representación del Greco. 


                    La Virgen levanta el pañal en un rústico pesebre, en esta obra de Van Honthorst.

 

                 Murillo, pintor por excelencia del tema religioso: “Sagrada Familia con pajarito”.

 

Murillo, en La Adoración de los Pastores, aparece como puro naturalismo barroco sevillano. Ilumina a María y a su hijo, y hace llegar la luz al simbólico cordero, influencia del Agnus Dei de Zurbarán, y a la vieja con la cesta de huevos, que recuerda a otra de Velázquez que freía huevos.

 

El interés por el tema navideño disminuye, siendo excepciones obras como “La Sagrada Familia” de Goya o “La Adoración de los pastores”, de Mengs, en el Neoclasicismo. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario