La comida de la Navidad en el arte.
En otro más de sus interesantes artículos en El País, Clara González Freyre se refiere a una de las facetas de estas fiestas navideñas, en las que, a excepción de las familias que pasen por dificultades, lo acostumbrado es la preparación y consumo de una excesiva cantidad de comida. La pintura puede ayudar a la comprensión de este desaforado consumismo.
El mayor banquete
de la antigüedad fue el de la celebración del final de la reordenación urbanística
de la ciudad de Kalah por el rey Asurbanipal II (883-859 a.C.), que duró diez
días y acogió a casi 70.000 invitados.
Mesa de los pecados
capitales (siglo XVI), de El Bosco, en el Museo del Prado.
Detalle de la mesa.
Representación de la gula.
El Bosco dejó una lección moral en el tablero de una mesa, una gran obra que representa los siete pecados capitales a través de escenas cotidianas, protagonizadas por personas de distintas clases sociales. La gula, que puede identificarse con este “espíritu navideño” se identifica en una familia en plena comida.
Retrato vegetal de
Rodolfo II en traje de Vertumnol, de Giuseppe Arcimboldo. Hacia 1590.
En esta representación vegetal, vegana, aparece Rodolfo II, soberano del Sacro Imperio, en el papel de Vertumno, la divinidad romana -de origen etrusco- que personifica la abundancia, la maduración de los frutos y vegetales con el cambio de las estaciones. Puede ser un antídoto a los excesos.
Vincenzo Campi, de
Cremopna. Finales del siglo XVI.
El sileno ebrio,
José de Ribera (1626), Museo de Capodimonte, Nápoles (Italia)
Sileno es un dios griego seguidor de Baco, que se conoce, además de por su enorme sabiduría, por su afición a la bebida. Los tintes burlescos de sus caracteres, incluida su forma física, han sido interpretados como la representación de un pasaje mitológico concreto: el intento de cortejo de Príapo, dios de la fertilidad, a la ninfa Lotis, en una de las famosas fiestas báquicas.
Las tentaciones de San Antonio (1650), de Joos Van Craesbeeck, en el Staatliche Kunsthalle de Karlsruhe (Alemania).
Una cabeza de grandes proporciones se traga toda clase de objetos y seres oníricos mientras San Antonio -primitivo monje cristiano recluido en el desierto- aparece relegado a un segundo plano, intentando ignorar la aterradora escena. Podría representar el “comer por comer”.
Freedom from want (1943), de Norman Rolckwell, en el Museo Norman Rockwell de Stockbridge, Massachusetts, Estados Unidos.
Fernando Botero dice que no ha pintado a una persona gorda en su vida, que lo que hace es plasmar el volumen y la monumentalidad del mundo que le rodea, tanto en los personajes como en los escenarios en los que se encuentran. Este estilo inconfundible, icónico, bien puede representar las consecuencias de esta costumbre de final de año.
Un visitante
observa un cuadro de Fernando Botero en el Museo Botero de Bogotá, en una
imagen tomada en 2017. Thierry Falise (LightRocket via Getty Images).
Imágenes para la
reflexión.
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