martes, 1 de septiembre de 2020

 La sonrisa en la pintura.

 Un artículo de Clara González Freyre en el diario El País da pie, como en otras ocasiones, para la consideración de este tema, la sonrisa, que no es habitual en la pintura, sin importar fechas, estilos o procedencias. Sobre las causas de esta ausencia hay distintas teorías, desde lo agotador que resulta posar y, por lo tanto, mantener la espontaneidad y la sonrisa, hasta la relación de una amplia sonrisa con las clases sociales más bajas, los actores y los borrachos, que no eran bien vistos por los mecenas.

 

                             El triunfo de Baco, de Velázquez, 1628 -1629, en el Museo del Prado

El pretender inmortalizar la actividad cotidiana, por parte de los artistas del barroco holandés, llevó a elegir como protagonistas a personajes de las esferas más bajas de la sociedad. En estas obras la risa casi parece un factor común.

 

                  El hijo pródigo, de Gerrit van Honthorst, 1623, en la Alte Pinakothek de Múnich.

Pero no sólo se ciñó a las clases bajas. Incluso el propio Rembrandt recurrió a la risa en algunos de sus autorretratos.

 

                                                      Rembrandt, autorretrato como Zeuxis.

También se ha indicado como una de las causas la falta de higiene bucal, que hacía poco decoroso enseñar los dientes. Uno de los primeros cuadros que dejan escapar una ligera sonrisa, lo que lo convierte en revolucionario es el Autorretrato de Marie Louise Élisabeth Vigée-Lebrun con su hija.

 

                                 Autorretrato de Marie Louise Élisabeth Vigée-Le Brun con su hija, 

                                                     1786, en el Museo del Louvre, París.

Siempre ha habido excepciones a la norma general, aunque con sonrisas ambiguas. El pintor del Renacimiento Antonello da Messina inmortalizó a muchos de sus retratados con una media sonrisa, alguna de las cuales, supuestamente reflejo de sus sentimientos y de su vida interior, fue considerada enigmática antes que La Gioconda.

 

                                Retrato de marinero desconocido, de Antonello da Messina, 

                                      1465-1470, en el Museo Mandralisca, Cefalù, Italia. 

La sonrisa, aunque leve, más llamativa del arte es La Gioconda, pintada por Leonardo da Vinci a comienzos del siglo XVI. La causa de la sonrisa sigue siendo un enigma a pesar de las muchas teorías al respecto, algunas muy peregrinas.

 

                           La Gioconda, de Leonardo da Vinci, 1503-1516, en el Museo del Louvre

Hay que esperar hasta el siglo XX para que las sonrisas se hagan comunes en el arte, debido, entre otros motivos, a las mejoras en la fotografía y la aparición del cine, lo que fomentó su uso como forma de revelar las emociones internas de los retratados. El expresionista abstracto Willem de Kooning, rechaza la figura tradicional femenina y utiliza la sonrisa para potenciar la fiereza de sus mujeres.

 

           Woman I, de Willem de Kooning, 1950–52, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York

Yue Mijun, artista chino enmarcado en el Realismo Cínico chino, usa la sonrisa de una forma constante a lo largo de su producción, utilizando unas sonrisas especialmente exageradas, influenciadas por la representación de Buda en el arte oriental.

 

Dos hombres contemplan la obra 'Cielo azul y nubes blancas' del artista chino Yue Minjun durante la      Feria de Arte 'Art Paris', en 2014. FRANCOIS GUILLOT/AFP (Getty Images)

Las fotografías antiguas seguían transmitiendo la solemnidad y seriedad de las pinturas, de cuya tradición se formaban. Además, se buscaba inmortalizar la imagen, una imagen solemne y atemporal, que nada tiene que ver con la fugacidad de la risa. Como excepción puede ponerse la fotografía titulada Eating rice, China, del historiador Berthold Laufer, tomada en 1904, que quiere captar la cultura del país. El retratado no siente reparo alguno en mostrar la mayor de sus sonrisas.

 


Con la progresiva democratización de la fotografía y el avance de la publicidad, se multiplicaron las imágenes de personas sonrientes en la comunicación de masas, potenciando el gancho publicitario de la sonrisa como muestra de felicidad.



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