Realismo poético (I)
Piedad Isla nación en Cervera de Pisuerga y, como dicen
los comisarios de la exposición, “dirigió su cámara vitalista y comprometida a
la realidad de la España rural de la postguerra, concretamente a su ámbito
vital más próximo, la Montaña Palentina. Su trabajo como fotógrafa de la zona
norte de la provincia le permitió el contacto directo desde los años 50 con
formas de vida hoy desaparecidas, creando un importantísimo registro tanto por
su valor documental, como por su sensibilidad estética, que transmite un halo
radiante y esperanzado. Los documentos gráficos de Piedad tienen el valor de la
autenticidad, de la frescura, son fragmentos de vivencias fijadas en la
nostalgia del blanco y negro, instantes únicos de la vida rural en estado puro,
salvados del anonimato definitivo gracias a su cámara. Su auténtica inspiración
fue la condición humana, el culto a los ancianos, la adoración por los niños y
el respeto a la tierra”.
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“Todos han partido
de la casa, en realidad,
Pero todos se han
quedado en verdad.
Y no es el recuerdo
de ellos lo que queda,
sino ellos mismos.
Y no es tampoco que ellos
queden en la casa,
sino que continúan por la casa.”
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2.- Un capítulo muy importante es el dedicado a la
economía, a los trabajos, oficios, etc., que permitían ganarse la vida a los
habitantes de la zona. Además de la agricultura y ganadería, en la zona hubo
otra actividad importante, la minería. También había ganadería trashumante y
oficios actualmente desaparecidos.
Campesino con carro repleto de paja, 1960-69
3.- La vida cotidiana en estos pueblos está bien representada por medio de muchas fotografías, en las que aparecen actividades cotidianas o más esporádicas, pero dentro de la normalidad vital de las gentes y con pocos indicios de clases sociales.
Lavanderas de Polentinos, 1950-59
Cuando las campanas tocaban a huebra, los vecinos sabían
que debían acudir a una tarea común que requería la participación de todos. Así
se mantenían los caminos, se aprovechaba el monte y las fincas comunales, etc.
El éxodo rural hizo desaparecer estas costumbres, perdiéndose las tradiciones y
los usos de vida y traspasándose algunas de estas competencias a los
ayuntamientos.
4.- Las manifestaciones religiosas impregnaban la vida de aquellos años con actividades sociales como procesiones, actividades individuales como bodas, e incluso tratando de organizar la diversión.
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