Los bodegones.
Un artículo de Clara González Freyre en el diario El País, da pie para introducirnos en el género de los bodegones. “Animales, flores, frutas y toda clase de objetos inanimados son los elementos protagonistas de las naturalezas muertas, uno de los géneros más antiguos de la historia del arte. Para referirnos a estas composiciones, en España también usamos el término bodegón, ya que en muchas de estas pinturas aparecen representados elementos propios de las bodegas, muy especialmente los alimentos”.
Se considera que el primer bodegón independiente fue el realizado por Caravaggio en 1596, en su Cesto con frutas, obra de juventud que anticipa la importancia que el género adquirirá en el Barroco. Esta es la única obra suya conservada en el que un cesto es el protagonista.
“Encontramos composiciones con alimentos en
la Grecia clásica y también en Roma por su innegable riqueza decorativa, tal y
como muestran la diversidad de ejemplos conservados en los frescos pompeyanos.
O el caso concreto de La casa de los ciervos de Herculano, que, entre otros
alimentos, guarda entre sus muros una suculenta cesta de melocotones pintada en
torno al año 50”.
La época medieval relegó la representación de alimentos a
un segundo plano. Seguían apareciendo en las pinturas, pero al servicio de las
temáticas religiosas. En el Renacimiento se produjo un renovado interés por el
mundo natural, lo que se tradujo en un mayor número de este tipo de obras. La
burguesía del siglo XVI adoptó el hábito de coleccionar nuevas especies de
plantas, insectos, animales, frutas y objetos exóticos, en lo que se conocía
como gabinetes de curiosidades, y estas colecciones pusieron nuevos objetos a
disposición de los artistas. El pintor Bartolomeo Bimbi deja que los cítricos,
que tanto atraían a Cosimo III de Médici, sean los protagonistas de sus
pinturas, en un ejemplo algo tardío.
“Es en el siglo
XVII cuando las naturalezas muertas vivieron su apogeo. No es extraño, pues,
que Bodegón de caza, hortalizas y frutas, de Juan Sánchez Cotán, una de las
obras más representativas del pintor toledano a quien se le considera “el
primer pintor español de quien conocemos bodegones”, esté fechada en 1602. En
buena medida, los pintores de la época representaban la realidad que les
rodeaba, lo que provocaba que las diferencias en las distintas zonas europeas
fueran bastante acentuadas. Es llamativa, por ejemplo, la riqueza de las mesas
holandesas frente a las españolas”.
“Esta eclosión del
género durante el Barroco hizo que también se popularizaran subgéneros, como el
llamado vanitas, que ilustra el enorme poder alegórico de estas composiciones.
Su intención es llamar la atención sobre la fragilidad y la brevedad de la vida,
de ahí que normalmente aparezcan en ellas cráneos o esqueletos humanos,
símbolos inequívocos de la muerte. Es lo que ocurre, por ejemplo, en la obra
Vánitas, de Jacques Linard, fechada en torno a 1640 y 1645 y que cuelga en las
paredes del Museo del Prado”.
“El surgimiento de
las academias terminó de afianzar la consideración del bodegón: se consolida
como un género imprescindible para el estudio y avance de la técnica pictórica.
Los impresionistas toman este género para continuar con sus experimentaciones
con la incidencia de la luz: las flores de Monet, son, de hecho, bodegones al
uso. Incluso los artistas más rompedores reinterpretan este género. Es el caso
de los postimpresionistas, y muy especialmente, de Van Gogh, cuyos girasoles
rompen radicalmente las tonalidades empleadas en este tipo de pinturas. Así,
las vanguardias siguen colocando el bodegón entre sus géneros predilectos.
Picasso también inmortalizó numerosas naturalezas muertas en la búsqueda de su
estilo propio”.
El bodegón se ha convertido en un documento histórico
valiosísimo para conocer cómo han ido cambiando los alimentos que comemos. Por
ejemplo, las zanahorias pasaron de colores como el morado, blanco, amarillo e
incluso negro, al color naranja actual en la Holanda del siglo XVI, quizá como
homenaje a la casa real y a la figura de Guillermo de Orange. La zanahoria
naranja se convirtió en “un auténtico
símbolo de reivindicaciones políticas. Según el historiador británico Simon
Schama, en el siglo XVIII la exposición de zanahorias naranjas en los mercados
era un gesto ofensivo y provocador hacia el movimiento patriota holandés que se
levantó contra la casa de Orange.” En Escena
de mercado, de Pieter Aersren, pueden verse, junto a otras frutas y
verduras, los diversos tipos de zanahoria, los diversos colores.
Además del cambio de color de las zanahorias hay otros
ejemplos. Jame Nienhuis, horticultor y profesor de la Universidad de Wisconsin,
se sirve de la producción de Giovanni Stanchi, pintor italiano del siglo XVII,
para enseñar cuál era el aspecto de las sandías a mediados del siglo XVII: de
un rojo menos intenso, con alta proporción de pepitas y un nervio blanquecino
mucho más grande.
Naturaleza muerta con limones, naranjas y una rosa,
Francisco Zurbarán, 1633
Still Life with Flowers
and Fruit, Henri Fantin-Latour, 1866
Bodegón con melón, Claude Monet, 1872
Still Life with Peaches and Grapes, 1881, Pierre-Auguste
Renoir
Bodegón con membrillos, Vincent Van Gogh, 1887-88
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