jueves, 25 de junio de 2020


Manzanares el Real.

Manzanares desde el cerro de Valdemartín
Esta población de la provincia de Madrid se asienta al pie de la sierra de Guadarrama y en la orilla del río Manzanares –que nace en el Ventisquero de la Condesa-, represado en el embalse de Santillana. Parte de su término pertenece al Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y otra parte al Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares.

Manzanares desde El Yelmo


Hay restos de asentamientos prehistóricos –pinturas rupestres- y debió haber un asentamiento en las épocas romana, visigoda y musulmana, pero el pueblo renació en 1248, repoblado por segovianos en pugna con los madrileños, hasta que Alfonso X incorporó estos lugares a la Corona, siendo conocido como “El Real de Manzanares”. Su máximo esplendor lo vivió con la familia de los Mendoza en los siglos XV-XVI, a la que había llegado por cesión de Juan I a D. Pedro González de Mendoza a finales del s. XIV.


                            El I Duque del Infantado, del maestro de Sopetrán, hacia 1470.


El monumento más importante es el Castillo de los Mendoza. Las obras de este palacio-fortaleza comenzaron en 1475, sobre una ermita románico-mudéjar, sustituyendo a otro castillo en las cercanías, también posesión de la misma familia. En el último tercio del siglo XV la construcción de fortalezas no obedece tanto a necesidades defensivas como a la idea de transmitir una imagen de riqueza y poder. Es una mansión señorial, una residencia palaciega, en la que prevalecen las inquietudes estéticas, aunque posee recursos defensivos como muralla, barbacana, foso, adarve, etc.


El cuerpo principal tiene forma cuadrangular, de 30x30 m., con un anexo. En los vértices tiene tres torres cilíndricas y una cuarta, más alta y cuadrada, como torre del homenaje. Están adornadas con bolas de estilo isabelino. Una barbacana, con saeteras-troneras en las que está esculpida en bajo relieve la cruz del Santo Sepulcro de Jerusalén –título que gozó el cardenal Mendoza-, rodea el castillo, que consta de un patio porticado, sótano y seis plantas. 

En el adarve meridional hay una galería de traza flamígera sobre antepechos decorados con puntas de diamante. Es lo más espectacular y se la considera precedente del Palacio del Infantado de Guadalajara, iniciada por el primer Duque del Infantado y finalizada por su hijo, Don Íñigo López de Mendoza. Es obra de Juan Guas. 


El material utilizado fue el granito, con caliza en las galerías del patio porticado y ladrillo en la antigua iglesia. Los muros son de mampostería y sillarejo, con sillería labrada en la portada, aspilleras, galería meridional y patio. En el siglo XVI, al trasladarse la actividad del ducado a Guadalajara, quedó abandonado el castillo y fue restaurado posteriormente.



Juan Guas utilizó adornos que suavizan lo militar, como las molduras que dan soporte al adarve, las bolas de las torres, y la galería meridional dominando el valle del río, gran mirador, que es una logia de arcos rebajados, con tracerías dobles ojivales y lobuladas, muy relevante en el estilo gótico isabelino. También hay elementos decorativos que proceden de la tradición hispano-musulmana, como molduras, rombos, etc. 


La capilla –la primitiva iglesia de Ntra. Sra. de la Nava, s. XIII-, en el nivel inferior del cuerpo oriental, está sin restaurar. Se conservan el ábside y el arco presbiterial, en estilo románico-mudéjar.

El interior es palaciego, con amplios salones en torno al patio porticado, sustituto de los patios de armas anteriores. La recreación presenta una idealización de un ambiente palaciego de los siglos XVI-XVII, con pinturas, armaduras, muebles, tapices hechos en Bruselas en el s. XVII –colecciones Vida de Julio César, La vida del hombre-.


Este castillo sustituyó al anterior, construido por el hijo de Pedro González de Mendoza, mayordomo del Monarca, Diego Hurtado de Mendoza, almirante mayor de Castilla. El castillo viejo fue desmantelado, abandonado y sustituido por el nuevo en el último tercio del s. XV. Quedan algunos muros en un recinto ajardinado. 


Está construido en estilo mudéjar, con piedra de granito con encintado de ladrillo, sobre un promontorio al otro lado del río, a sus orillas. Tiene planta cuadrangular, con torres cilíndricas en tres de sus esquinas y la torre del homenaje en la cuarta, disposición que se repite en el castillo nuevo.



Al lado está la rotonda con el Monumento al montañero, obra de Fernando Cruz Solís, y la entrada a la Pedriza. Para volver al pueblo hay que cruzar el río Manzanares por el Puente Viejo, construido hacia el siglo XVI por Juan Herrera y Juan Bautista de Toledo, para que la Cañada Real Segoviana de la Mesta pudiese sortear el río, convirtiéndose en una buena fuente de ingresos para el pueblo por el cobro del pontazgo.

Cerca del castillo nuevo está la Iglesia de Ntra. Sra. de las Nieves, fundada a principios del siglo XIV bajo la protección del primer Marqués de Santillana y siendo reedificada a finales del siglo XV o principios del XVI, modificando el pórtico, que fue trasladado del lado norte al sur. Estas modificaciones mezclaron el estilo románico con el gótico. 



Lo que quedó fueron tres naves separadas por arcos sobre columnas de piedra; la nave central, románica y con presbiterio pentagonal. Una torre reformada en el siglo XVI y un pórtico de mediados del mismo siglo, en estilo renacentista purista, con arcos carpaneles .




No hay comentarios:

Publicar un comentario