Manzanares el Real.
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Manzanares desde el cerro de Valdemartín |
Esta población de la provincia de Madrid se asienta al
pie de la sierra de Guadarrama y en la orilla del río Manzanares –que nace en
el Ventisquero de la Condesa-, represado en el embalse de Santillana. Parte de
su término pertenece al Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y otra parte
al Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares.
Manzanares desde El Yelmo
Hay restos de asentamientos prehistóricos –pinturas
rupestres- y debió haber un asentamiento en las épocas romana, visigoda y
musulmana, pero el pueblo renació en 1248, repoblado por segovianos en pugna
con los madrileños, hasta que Alfonso X incorporó estos lugares a la Corona,
siendo conocido como “El Real de Manzanares”. Su máximo esplendor lo vivió con
la familia de los Mendoza en los siglos XV-XVI, a la que había llegado por
cesión de Juan I a D. Pedro González de Mendoza a finales del s. XIV.
El I Duque del Infantado, del maestro de Sopetrán, hacia 1470.
El monumento más importante es el Castillo de los
Mendoza. Las obras de este palacio-fortaleza comenzaron en 1475, sobre una
ermita románico-mudéjar, sustituyendo a otro castillo en las cercanías, también
posesión de la misma familia. En el último tercio del siglo XV la construcción
de fortalezas no obedece tanto a necesidades defensivas como a la idea de
transmitir una imagen de riqueza y poder. Es una mansión señorial, una
residencia palaciega, en la que prevalecen las inquietudes estéticas, aunque
posee recursos defensivos como muralla, barbacana, foso, adarve, etc.
El cuerpo principal tiene forma cuadrangular, de 30x30
m., con un anexo. En los vértices tiene tres torres cilíndricas y una cuarta,
más alta y cuadrada, como torre del homenaje. Están adornadas con bolas de
estilo isabelino. Una barbacana, con saeteras-troneras en las que está
esculpida en bajo relieve la cruz del Santo Sepulcro de Jerusalén –título que
gozó el cardenal Mendoza-, rodea el castillo, que consta de un patio porticado,
sótano y seis plantas.
En el adarve meridional hay una galería de traza
flamígera sobre antepechos decorados con puntas de diamante. Es lo más
espectacular y se la considera precedente del Palacio del Infantado de
Guadalajara, iniciada por el primer Duque del Infantado y finalizada por su
hijo, Don Íñigo López de Mendoza. Es obra de Juan Guas.
El material utilizado
fue el granito, con caliza en las galerías del patio porticado y ladrillo en la
antigua iglesia. Los muros son de mampostería y sillarejo, con sillería labrada
en la portada, aspilleras, galería meridional y patio. En el siglo XVI, al
trasladarse la actividad del ducado a Guadalajara, quedó abandonado el castillo
y fue restaurado posteriormente.
Juan Guas utilizó adornos que suavizan lo militar, como
las molduras que dan soporte al adarve, las bolas de las torres, y la galería
meridional dominando el valle del río, gran mirador, que es una logia de arcos
rebajados, con tracerías dobles ojivales y lobuladas, muy relevante en el
estilo gótico isabelino. También hay elementos decorativos que proceden de la
tradición hispano-musulmana, como molduras, rombos, etc.
La capilla –la
primitiva iglesia de Ntra. Sra. de la Nava, s. XIII-, en el nivel inferior del
cuerpo oriental, está sin restaurar. Se conservan el ábside y el arco
presbiterial, en estilo románico-mudéjar.
El interior es palaciego, con amplios salones en torno al
patio porticado, sustituto de los patios de armas anteriores. La recreación
presenta una idealización de un ambiente palaciego de los siglos XVI-XVII, con
pinturas, armaduras, muebles, tapices hechos en Bruselas en el s. XVII
–colecciones Vida de Julio César, La vida del hombre-.
Este castillo sustituyó al anterior, construido por el
hijo de Pedro González de Mendoza, mayordomo del Monarca, Diego Hurtado de
Mendoza, almirante mayor de Castilla. El castillo viejo fue desmantelado,
abandonado y sustituido por el nuevo en el último tercio del s. XV. Quedan
algunos muros en un recinto ajardinado.
Está construido en estilo mudéjar, con
piedra de granito con encintado de ladrillo, sobre un promontorio al otro lado
del río, a sus orillas. Tiene planta cuadrangular, con torres cilíndricas en
tres de sus esquinas y la torre del homenaje en la cuarta, disposición que se
repite en el castillo nuevo.
Al lado está la rotonda con el Monumento al montañero,
obra de Fernando Cruz Solís, y la entrada a la Pedriza. Para volver al pueblo
hay que cruzar el río Manzanares por el Puente Viejo, construido hacia el siglo
XVI por Juan Herrera y Juan Bautista de Toledo, para que la Cañada Real
Segoviana de la Mesta pudiese sortear el río, convirtiéndose en una buena
fuente de ingresos para el pueblo por el cobro del pontazgo.
Cerca del castillo nuevo está la Iglesia de Ntra. Sra. de
las Nieves, fundada a principios del siglo XIV bajo la protección del primer
Marqués de Santillana y siendo reedificada a finales del siglo XV o principios
del XVI, modificando el pórtico, que fue trasladado del lado norte al sur.
Estas modificaciones mezclaron el estilo románico con el gótico.
Lo que quedó
fueron tres naves separadas por arcos sobre columnas de piedra; la nave
central, románica y con presbiterio pentagonal. Una torre reformada en el siglo
XVI y un pórtico de mediados del mismo siglo, en estilo renacentista purista,
con arcos carpaneles .
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