Color gris
La época actual, caracterizada por un auge extraordinario de
la imagen y el color, ha olvidado, paradójicamente, parte de ese lenguaje
simbólico. No obstante, en cualquier momento nos encontramos con restos de ese
antiguo lenguaje sin darnos cuenta: extintores y coches de bomberos de color
rojo, grifos de agua caliente y fría en rojo y azul, semáforo en rojo, etc. En
la conversación empleamos frases como ver la vida de color de rosa, pasarse los
días en blanco, tener suerte negra, ponerse amarillo de envidia, estar una
discusión al rojo, pasarlas moradas, etc. En los países de habla inglesa, un
estado de especial melancolía se define con la expresión feeling blue
(sentimiento azul). Hay humor negro, magia blanca, temporadas grises,
sindicatos amarillos, chistes y viejos verdes, etc., lo que demuestra la
influencia del color en todos los aspectos, aun los más banales, de lo
cotidiano. El poeta Ramón de Campoamor, en un famoso poema, dice (Ley
Campoamor): «Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es
según el color / del cristal con que se mira», visión pesimista para
referirse a que impera el subjetivismo, el relativismo, a que nada es
inmutable.
El color gris es acromático y tiene una luminosidad media,
entre la máxima (blanco) y la nula (negro). Se considera más frío que neutro y
es su propio complementario. En psicología del color puede considerarse
discreto, sobrio y elegante, y también intelectual (materia gris), pero, en
general, se asocia a valores negativos: apatía, soledad, aburrimiento,
tristeza, mal tiempo; vida gris, persona gris; frío, relacionado con las
máquinas, color del acero; niebla, romanticismo, estados de melancolía; color
de la ceniza, cuaresma. “El jardín de las delicias”, del Bosco, por detrás del
tríptico se pintó en grisalla.
Édouard Manet, Joven dama en 1866, 1866, 185,1x128,6 cm.
La modelo de Manet,
Victorine Meurent, había posado recientemente para los desnudos descarados en
Olympia y Luncheon on the Grass (ambos Musée d'Orsay, París). Aquí, en cambio,
aparece recatada, haciendo alarde de una bata de seda íntima. Los críticos
consideraron la pintura como una réplica a La mujer con un loro de Courbet y
como indicativo del "vicio actual" de Manet de no "valorar más
una cabeza que una zapatilla". Los estudiosos recientes lo han
interpretado como una alegoría de los cinco sentidos: el ramillete (olor), la
naranja (sabor), el loro-confidente (audición) y el monóculo en los dedos
(vista y tacto).
Claude Monet, Boulevard des Capucines, 1873-74.
Esta célebre pintura, vista desde lo alto, a través del frío
y húmedo aire del invierno, es una representación de un bullicioso bulevar de
París. Las pinceladas audaces e individuales se usan para indicar a los
peatones, cuyas formas se vuelven borrosas y en movimiento. A los críticos
acostumbrados a los contornos precisos y pinceladas controladas no les gustó en
1874 cuando apareció en la primera exposición impresionista de 1874, y la
mayoría del público estuvo de acuerdo.
Jacob Isaacksz van Ruisdael, El molino de viento en Wijk bij
Duurstede, 1668-1670, 83x101 cm.
El molino, visto desde una perspectiva baja, contrasta
majestuosamente contra el cielo oscuro. Los edificios más lejanos son el
castillo y la iglesia de San Martín, en Wijk bij Duurstede, una ciudad
importante en la Edad de Oro. El río del primer plano es el Lek. El cuadro
constituye un resumen del paisaje holandés: campo plano, mucha agua, cielo y
molinos de viento.
Giovanni Segantini, El castigo de la lujuria, 1891.
Es una de las primeras obras simbolistas del artista
italiano Segantini, basada en un poema, Nirvana, de Luigi Illica. Tanto el
poema como esta pintura describen un purgatorio budista representado por el
frío, triste y deshojado valle en primer plano. El cielo budista, al que se accede
después de pagar sus pecados, está representado por la lejana cordillera,
pintada en los Alpes suizos, cerca de St Moritz. Las figuras flotantes pueden
ser las almas de madres malvadas en diferentes etapas de redención. Quizás es
una protesta por la emancipación de las mujeres de su papel tradicional como
madres.
Claude Monet, La playa de Trouville, 1870, 38x46,5 cm.
Esta pintura es una de las cinco escenas de playa producidas
por Monet en el verano de 1870, quizá bocetos preparatorios para una pintura
más grande que pensaba presentar al Salón. La figura de la izquierda puede ser
Camille, la esposa de Monet, y la mujer de la derecha puede ser la esposa de
Eugène Boudin, cuyas escenas en la playa influyeron en el trabajo de Monet. La
composición de la pintura es inusual, con un primer plano de figuras dispuestas
simétricamente. Destacan las rayas blancas del vestido de la izquierda,
mientras la cara está sombreada u oculta por un velo. Se ejecutó, aunque fuera
parcialmente en la playa, porque se
encontraron en la pintura granos de arena.
Vincent van Gogh, Vista desde el apartamento de Theo, 1887,
París, Francia.
Van Gogh vivió en parís con su hermano Theo. En 1886 se
mudaron a un apartamento en la Rue Lepic, a una casa que tenía una vista
panorámica de la ciudad. Theo describió la vista en una carta diciendo que “los
diferentes efectos producidos por las variaciones atmosféricas lo convierten en
un tema de no sé cuántas pinturas”. Van Gogh utilizó la vista como inspiración
y adoptó un enfoque bastante inusual. En parte del lienzo utilizó la técnica de
punteado, aprendida de los puntillistas. En otras partes, pintó de forma más
libre, espontánea y rápida, menos rígida.
August Strindberg, La ciudad, 1903.
Paisaje oscuro dominado por cielo lleno de formaciones de
nubes monumentales en blanco, negro y gris. La parte inferior comprende una
extensión de agua y, en primer plano, una orilla oscura. En el horizonte se
vislumbra una ciudad, con la cúpula elevada sobre otros edificios y reflejada
en el agua. La pintura está aplicada con espátula, en lugar de pinceles. No
parece una representación de la realidad; la ciudad está flotando en el agua,
como un espejismo. El cielo dramático y los colores se combinan para dar
impresión de visión o fantasía. El cielo dramáticamente tormentoso parece
amenazante. La pintura transmite una sensación de distancia y alienación y la
ciudad, de civilización, cultura y vida, pero está lejos.
Theodor Kittelsen, Lejos, lejos, lejos, el palacio de Soria
Moria brillaba como el oro, 1900, 68,5x45 cm.
Este pintor, ilustrador y humorista gráfico noruego, estudió
en París y, a la vuelta a su país, encontró en la naturaleza una gran fuente de
inspiración. Desde Lauvlia, donde vivió sus mejores años, y desde el monte
Andersnatten, pudo inspirarse para algunos de sus más famosos paisajes. Su
estilo puede ser clasificado entre neo-romántico y naif, y, aunque es conocido
en su país, no se sabe mucho de él internacionalmente.
Juan Gris, Retrato de Josette Gris, 1916,
Pintura al óleo, retrato de la esposa del artista, Josette,
que ilustra el cambio que tiene lugar en el cubismo, desde la ruptura hasta la
búsqueda de una tradición en la historia de la pintura, en relación con los
cambios en la política francesa durante la Gran Guerra. Para algunos cubistas,
como Gris y Picasso, la conexión con la tradición francesa era muy importante y
tomó la forma de un nuevo sentido del orden compositivo y una restricción de
elementos pictóricos. La postura en que se encuentra la modelo tiene un aire de
la vida cotidiana, el mismo tono que Picasso le había dado a su Mujer con
mandolina antes de la guerra.
Frederic Remington, La caída del vaquero, 1895, 63,3x89,3
cm.
Un ejemplo más de los temas del oeste estadounidense
tratados por Remington, en este cuadro, claramente dividido en dos partes, con
grandes superficies monocromas sobre las que destacan las figuras, hombres,
animales y la valla, en una tremenda sensación de frío. El vaquero parece que
ha desmontado, lo que haría cambiar el título del cuadro.
Piet Mondrian, Composition with Grid #1, 1918, 49,8x80,2 cm.
Con el objetivo de unir los mundos material y espiritual a
través de un arte de geometría pura, impulsado por algo más que la estética,
Piet Mondrian ayudó a formar el grupo de arte holandés De Stijl (el Estilo),
uno de los movimientos abstractos más idealistas y severos. Para él, una
composición de cuadrícula, de líneas horizontales y verticales podía
representar la armonía universal del mundo, una resolución a las demandas
opuestas de lo material y lo espiritual. Parece una secuencia aleatoria de
cuadrados y rectángulos, pero los rayos X han revelado que primero dibujo una
cuadrícula perfectamente uniforme de rectángulos basada en la clásica sección
dorada, que sirvió de andamiaje para la composición superpuesta, dando al
trabajo una armonía excepcional de la proporción.
Ramón Casas, Mujer desnuda, 1894, Barcelona.
El pintor de la vida moderna se influenció de las mujeres y
realizó muchos retratos femeninos en los que predomina el naturalismo. Buscaba
el ideal estético en un ambiente elegante, refinado y sofisticado en algunos de
sus cuadros. También pinto una serie de desnudos, realizados en la década de
1890, que resultan ejercicios superadores de las convicciones academicistas,
propuestas de gran fuerza visual. Son un canto a lo espontáneo frente a la
mesura, desnudos valientes sin más pretensión que la recreación estética ante
lo bello. Ya no era sólo impresionismo, naturalismo o realismo, sino que
estaban sentando las bases del Modernismo catalán en su más pura expresión
plástica.
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