De Chagall a Malévich: el arte en revolución. (Mapfre, Madrid).
A principios del siglo XX artistas rusos dieron un giro
radical en su forma de pensar y representar la realidad, de un modo paralelo a
los grandes cambios sociales y políticos de su tiempo, caracterizado por la
reacción contra el academicismo y por la influencia de lo que sucede en París o
Berlín. El papel audaz que jugaron ciertos coleccionistas, que difundieron la
vanguardia occidental en Rusia, ayudó mucho. Estos artistas se alzaron
revolucionarios antes de la Revolución.
Los referentes fueron Marc Chagall y Kazimir Malévich que
representan dos polos: el primero, más poético y narrativo, abre el camino al
surrealismo; el segundo, más radical, tiende a la abstracción geométrica. Pero
la unidad de los artistas, intentando acabar con jerarquías, posibilitó la aparición
de una importante nómina de mujeres artistas como Natalia Goncharova, Liubov
Popova, etc.
Clasicismo y neoprimitivismo.
En contra del arte burgués y académico surgió el
neoprimitivismo, unión de elementos del expresionismo alemán, el cubismo y la
tradición de las artes populares rusas, aunque sus composiciones se basaban
todavía en los géneros tradicionales del paisaje, el desnudo, el retrato y la
naturaleza muerta. Se señalaba la necesidad de recurrir a tradiciones rusas
como los iconos.
Marc Chagall, El paseo, 1917
La influencia occidental era evidente: Cézanne en los
paisajes de Piotr Konchalovski y en las iglesias de Aristarj Lentúlov, el
cubismo de Léger, junto con el arte ruso popular, en los personajes
monumentales de El segador y la Segadora de Kazimir Malévich. Marc Chagall
trató temas locales con un lenguaje nuevo basado en la geometrización cubista,
el color de los fauves y el universo onírico del decorativismo.
Marc Chagall, Autorretrato delante de la casa, 1914
Nuevos
libros para nuevos lenguajes.
Todas
las disciplinas artísticas quedaron afectadas por estos movimientos
vanguardistas. Fue un momento brillante para la literatura, la edición y el
diseño gráfico, con laboratorios de experimentación para el futurismo,
suprematismo y constructivismo. Así
surge el libro futurista, como trabajo en colaboración alejado de las
convenciones, de forma que libera al lector de imposiciones gramaticales e
incorporando neologismos. Es un impulso iconoclasta que arrastra cierto
nihilismo.
Cubofuturismo y rayonismo
De la unión de las influencias del cubismo y del futurismo
italiano nació una nueva tendencia, el cubofuturismo, netamente rusa, que trata
los temas urbanos e industriales y el dinamismo de la vida moderna dentro de un
espacio pictórico cubista.
Alexandr Shevschenko, Composición rayonista, 1914
Del mismo modo, de la fusión del cubismo, el futurismo y el
orfismo de los Delaunay, sale el rayonismo, que pretende la ruptura de las
formas apoyándose en la teoría de los rayos entrecruzados, mientras que el tema
se supedita a la luz, color, textura, tono, etc., es decir, a las cualidades de
la pintura en sí misma.
Nadiezhda Udaltsova, Restaurante (construcción cubista),
1915
Alexandr
Shevschenko, El circo, 1913
Camino
a la abstracción.
Los
pioneros del arte abstracto tomaron como referencia fundamental el cubismo, por
lo que suponía de ruptura del espacio pictórico tradicional. Malévich giró
hacia el suprematismo, una visión más radical de la abstracción, y otras
artistas como Udaltsova y Popova aprovecharon para centrarse en una pintura que
especulara sobre sí misma, con soluciones nuevas respecto a la forma, espacio y
materiales, liberándose de las referencias figurativas.
Vassily Kandinsky, Dos jinetes y figura reposando, 1909-10
Vasili
Kandinski siguió un proceso distinto al no necesitar pasar por el cubismo para
llegar a la abstracción, a composiciones que evocan sensaciones y sentimientos
a través de un color expresivo desvinculado de la realidad, apoyándose en el
expresionismo.
Vassily Kandinsky, Nublado, 1917
Suprematismo
Es la
supremacía del sentimiento puro en el arte creativo, donde lo significativo es
el sentimiento como tal, distinto del entorno, y no los fenómenos visuales que
carecen de sentido. Kazimir Malévich creó este movimiento en 1913 intentando
liberar el arte del lastre del mundo de la representación. La desaparición de
las artes del pasado desembocó en una abstracción geométrica, pero que no
ocultaba la pincelada ni la textura de los materiales.
Kazimir Malévich, Cuadrado negro, 1923
Asimiló los principios
del cubismo para ir un paso más allá, como en Cuadrado negro sobre fondo blanco, en el que el cuadrado funciona
como referente visual y espiritual mientras la pintura –mínimo color, máxima
reducción de elementos figurativos, anulación de la perspectiva- alcanza el
grado cero.
Kazimir Malévich, Cruz negra, 1923
Constructivismo
Aunque convivió con el suprematismo en los años previos a la
Revolución de Octubre, se separó de él desde 1917, momento en el que triunfaron
sus principios pragmáticos y funcionales, más conciliable con la nueva sociedad
revolucionaria. Se rechazó la pintura de caballete y se pasó a un arte de
producción, en relación con la nueva visión materialista del futuro
revolucionario.
Liubov Popova, Construcción dinámico-espacial, 1921
Se trata de crear objetos reales que dialoguen con el
espacio circundante, conciliar la estricta geometría del suprematismo con la
experiencia de la escultura-pintura, en un arte no objetivo, en el que la
intersección de planos y círculos da enérgicas vibraciones. Es el deseo de unir
el arte y la vida, abarcando todas las disciplinas, desde el diseño industrial
a las artes escénicas.
Alexandr Ródchenko, Composición sobre negro (nº 106), 1920
La escuela de Matiushin
Este polifacético artista, influido como la mayor parte de
los vanguardistas rusos de su generación por el cubismo y el futurismo, quiso
trascender la tridimensionalidad para acceder a una cuarta dimensión,
expresando de forma visible la complejidad y la simultaneidad del espacio. Fundó un laboratorio de investigación en su búsqueda de una
“visión ampliada”, que implicaba el
desarrollo de aspectos tanto fisiológicos como psicológicos de observación.
El Lisitski, El hombre nuevo. Folio 10 de Figurines. Diseño
tridimensional del espectáculo electromecánico, “Victoria sobre el sol”, 1923
Sus
obras son esencialmente paisajes, aunque alejados de la tradición, explican
cómo toda nueva plasmación de la realidad tiene su origen en una forma distinta
de percibirla. “Movimiento en el espacio”
plantea un estudio dinámico del movimiento y del color que deviene abstracto,
enfatizando las relaciones entre las masas y las vibraciones que surgen del
encuentro de colores y formas.
Mijail Matiushin, Movimiento en el espacio, 1921
Hacia
una nueva representación.
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Los
artistas se vieron sometidos a presiones desde el Estado cuando, a partir de
1925, el Partido Comunista apostó por el realismo socialista, estilo concebido
para ofrecer imágenes que tuvieran una lectura fácil y optimista de la vida
soviética, y condenó las
experimentaciones de la vanguardia calificándolas de elitistas. En un contexto
hostil hacia su trabajo, intentaron conciliar el fervor revolucionario, las
tradiciones artísticas locales y su integridad creativa. Filónov
pensaba que las obras del artista-proletario debían identificar su momento
histórico pero trascendiéndolo. En su obra “Cabeza”
la aglomeración de figuras geométricas generan una especie de plano de una
ciudad, que se convierte en una figura con la mano levantada, como en el icono
ortodoxo.
Malévich
denominó supranaturalismo a un nuevo lenguaje, basado en motivos de raíz
socialista como el obrero o el campesino, en el que trató de aplicar las
características visuales de la abstracción suprematista a la pintura
figurativa, consiguiendo unas figuras sin rostro, solitarias, desoladas, que
convierte a sus obras en enigmáticas y polémicas.
Kazimir Malévich, Deportistas, 1930-31
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