Bilbao (III/3).
Entre
el puente y el Ayuntamiento está la escultura “Variante Ovoide”, de Jorge Oteiza. Es un ejercicio del vacío, el
resultado de la desocupación de una esfera, en acero contén, como los cascos de
los barcos que se fabricaban y navegaban por la ría. Popularmente es conocida
como la “txapela a medio lado”.
Aquí
comienza el Paseo Campo de Volantín, que llega hasta el puente de la Salve. En
la margen izquierda hay unas fachadas de edificios antiguos conservadas y
detrás, dentro, edificios modernos acristalados. La conexión con la otra orilla
se hace a través del Puente Zubizuri (del euskera puente blanco), peatonal, llamado puente de Calatrava, en arco
sobre la ría, inaugurado en 1997. Es un arco inclinado que une dos plataformas,
con rampas de acceso y escaleras, que sostiene la estructura peatonal con
cables de hierro, todo pintado en blanco. Hubo una polémica, con pleito
incluido, por la superficie de cristal, quebradiza y resbaladiza, que fue
sustituida por una alfombra antideslizante.
Llama
la atención el Palacio Olabarri, de finales del siglo XIX, perteneciente a un
importante hombre de negocios. El edificio tiene influencias francesas e
inglesas y está ocupado en la actualidad por la Autoridad Portuaria.
El
siguiente puente es el de La Salve, llamado Príncipes de España hasta 2016. Se
dice que cuando llegaban los barcos por la ría, se divisaba la virgen de Begoña
y los marineros cantaban la Salve. También que la zona ya se conocía como La
Salve con anterioridad, porque, en el siglo XIX, las mujeres que iban de Deusto
a Bilbao a vender el género se paraban a rezar a la virgen de Begoña por los
marineros. Se abrió en 1972 para solucionar el problema del tráfico y fue el
primero de España con sistema de tirantes. Es fijo, pero su altura permite
pasar los barcos. Está dotado con ascensores y en 2006 se le añadió, mediante
concurso, un pórtico rojo con lo que se integraba más con el museo, cuyo
arquitecto, a su vez, había querido integrar el puente. Se cuenta que el
ingeniero técnico que lo llevó a pie de obra, José Martín Almarza, se implicó
tanto que amigos y periodistas lo conocían como “Pepe el del puente”.
En
la orilla izquierda está el Museo Guggenheim y en la derecha la Avenida de las
Universidades. La Universidad de Deusto, privada, regida por la Compañía de
Jesús, se fundó en 1886 para dotar al País Vasco de un centro universitario en
un momento de expansión económica e industrial, por lo que eligió Bilbao, cuyo
puerto y áreas comerciales habían experimentado un importante desarrollo.
El
Campus se compone de varios edificios, La Literaria, La Comercial, Centenario,
Facultad de Ingeniería y el CRAI, sede de la biblioteca, en la otra orilla,
junto al Museo. La Universidad Comercial, adelantada a su tiempo, comenzó en
1916. Enfrente del primer edificio se encuentra la pasarela Pedro Arrupe, un
precioso puente peatonal, en acero y madera, dedicado al sacerdote bilbaino
Pedro Arrupe, jesuita, que fue Prepósito General de la Compañía entre 1965 y
1983.
En
la margen izquierda, después del Museo y la Biblioteca, comienza el Paseo de la
Memoria, un museo-jardín debido a la gran cantidad de obras de arte, que ocupa
los terrenos donde antes había industrias, depósitos, almacenes, muelles, vías
ferroviarias, etc., elementos de un pasado industrial que, una vez que habían
quedado obsoletos, fueron sustituidos en el proyecto “Bilbao Ría 2000”. El
parque posee también una gran vegetación destacando las palmeras, los tilos y
las flores. También hay una fuente interactiva. Unamuno, mientras se quejaba de
la suciedad del agua de la ría por la actividad industrial, ya pensó en que
este mundo cambiaría con el tiempo: “Las
altas chimeneas de las fábricas (…) llegarán a ser también curiosidad
arqueológica, mudos testigos de cuanto fue y ha muerto”.
Una
de las obras es la escultura “Maia”
(2002), del artista británico William G. Tucker que, bajo el nombre del dios
Brama, reproduce una figura biomórfica llena de protuberancias y con una
superficie ondulante que sugiere la silueta de una mujer embarazada surgiendo
del interior de la tierra. Este autor destaca el hecho de que las esculturas al
aire libre pueden ser contempladas desde distintos puntos de vista, a distintas
horas del día y en cualquier estación del año, lo que les da muchas más
visiones.
Nuestro
paseo es vigilado por la impresionante Torre Iberdrola, de 165 m de altura,
finalizada en 2011 por César Pelli (Torres Petronas de Kuala Lumpur, Torre de
Cristal de Madrid). Está destinada a aglutinar en un mismo edificio todas las
oficionas que la Diputación Foral de Vizcaya tiene repartidas por la ciudad. En
la cima tiene un helipuerto.
Al
final del paseo hay una especie de museo del pasado industrial, con grúas,
cadenas, barcos antiguos y el Puente Euskalduna, que está sobre los antiguos
Astilleros Euskalduna. Es un puente original, en curva, que incluye paso de
peatones y carril bici y que, pensando en el tiempo de Bilbao, tiene una
marquesina que protege a los viandantes de la lluvia. No permite el paso de
barcos, actividad que se considera caducada. Dejando a la derecha el nuevo
estadio de fútbol de San Mamés, abandonamos el largo paseo por la ría y
volvemos hacia el centro por el interior del barrio.
La
imagen de la parte vista de la ciudad es impresionante. La ciudad se ha
reinventado desde su pasado más industrial hasta convertirse en una locomotora
turística y de servicios a través de la arquitectura del museo Guggenheim de
Frank Gehry, el buque insignia, pero también de obras de Rafael Moneo, Norman
Foster, César Pelli, Santiago Calatrava, Arata Isozaki, etc. Pero hay voces que
alertan de que pueda convertirse en un parque temático para turistas y
advierten de que sufre el paro más elevado de las tres capitales vascas y de
que coexisten realidades sociales muy diferentes y cada vez más polarizadas,
siendo muy grande el contraste entre Abando o Indautxu, las zonas de alto nivel
de renta, con los barrios deprimidos del este como Otxarkoaga, Txurdinaga o
Rekalde.
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