sábado, 2 de febrero de 2019

París pese a todo
José García Tella, La Seine, 1951
La exposición en el Museo Reina Sofía explora la contribución de los artistas extranjeros que, después de la II G.M., trabajaron en un París que todavía conservaba su aura mítica y que se iba reconstruyendo política, social y económicamente. La vivacidad del ambiente artístico presentó distintas tendencias creativas que surgieron dentro y fuera de la Escuela de París, en un escenario de debates políticos por la Guerra Fría. Los artistas hicieron frente a la escalada de la tensión y aportaron esperanza.




La pluralidad de enfoques queda recogida en una organización cronológica de las salas, lo que permite observar las variaciones como la llegada masiva de artistas estadounidenses a finales de los años cuarenta y cincuenta (Carta de derechos de los veteranos y represión del senador Joseph McCarthy), así como artistas latinoamericanos, animados por las becas y ayudas, lo que demostraba que Francia seguía siendo un lugar de referencia, con un clima favorable. El genio francés: necesita del extranjero para funcionar” (Michel Florisoone, Nouvelles Littéraires, 1945).


                                                              Enrico Baj, ¡Al fuego!, 1963-64

A finales de 1944 se presentó la última exposición individual de Wassily Kandinsky, fallecido dos días antes de su clausura. El Salón de Otoño abrió sus puertas tras la liberación y dedicó toda una sala a la obra de Picasso durante la Ocupación, gesto progresista puesto que se había afiliado al PC. Estos dos gestos indicaban que el mundo cambiaba. La obra de Picasso reflejaba el letargo en el que se esperaba el final de la guerra, hablando de violencia, alienación, opresión, silencio, actitud que cambia con la libertad.



Vasili Kandinsky, Un conglomerado, 1943
Vasili Kandinsky, Alrededor de la línea, 1943
Pablo Picasso, El niño de las palomas, 1943

Tras la guerra, París fue recuperando el centro de la cultura: "Siempre nos quedará París", "París era una fiesta", "Primavera en París". Los artistas seguían llegando a la atractiva ciudad. Aparentemente había libertad. el establishment museístico y crítico apostó por combinar la esencia de artistas famosos del pasado, como Alfred Manessier, con el realismo y la realidad abstracta de Picasso (La cuisine), mientras la abstracción geométrica se consideraba pasada de moda y la abstracción lírica demasiado individualista y elitista.
                                        Alfred Manessier, Velada de octubre, 1946
André Fougeron, Bretaña (Composición), 1946

Pablo Picasso, La cocina, 1948

Para reconstruir el ambiente artístico, los artistas franceses, enfrentados entre sí, trababan de definir
Jean-Paul Riopelle (Canadá), Sin título, 1945
una nueva imagen basada en diferentes realismos o en obras de la Escuela de París, mientras los extranjeros proyectaban nuevas formas, como Art brut, respaldado por los surrealistas, abstracción geométrica, etc. Pero ñfueron el alemán Wols (pintor del trazo, explosiones en el lienzo) y el neerlandés Bram van Velde (figuras dislocadas, percepción del caos) quienes desmantelaron los modelos anteriores. Estas visiones pesimistas fueron contrarrestadas por la juvenil energía de los pintores canadienses de Montreal que produjeron explosiones abstractas directas de sus sentimientos, con libertad de expresión.
Alfred Otto Volfgang Schulze, Composición, 1948
Marcel Barbeau (Canadá), Selva virgen, 1946

La ley de ayuda a la educación de los veteranos de la II G.M. contribuyó a que muchos artistas estadounidenses se quedasen a estudiar deslumbrados por el nuevo ambiente artístico. Hacia 1950 fundaron la Galerie Huit, espacio multirracial y multiétnico para mostrar sus obras. El espacio desbordaba creatividad desde el surrealismo, el cubismo expresionista, el realismo moderno, etc., incluso se crearon obras a partir de escombros recogidos a la orilla del Sena.
                           Haywood Bill Rivers (EE.UU), Sastrería, 1948
Shinkichi Tajiri (EE.UU), Lamento por Lady (para Billie Holiday), 1953
En los años cincuenta París experimentó una nueva afluencia de turistas motivada por la nueva prosperidad económica. Los estadounidenses eran atraídos por las películas (Vicente Minelli, Un americano en París, 1951) o los libros (Elliot Paul, Primavera en París, 1950), donde la imagen de la ciudad quedaba reinstaurada. Otros artistas como Tella (Art brut, severidad de la vida cotidiana, vida sofocante) o Picasso (obras más polémicas y claramente políticas contra la guerra de Corea, Masacre en Corea, 1951) no se mostraban tan optimistas al abordar la situación social y política.

José García Tella, La boca de metro, 1953
José García Tella, El baile de la Bastilla, 1952
En 1948 se había creado un grupo opuesto a la Escuela de París llamado CoBrA (acrónimo de Copenhague, Bruselas, Ámsterdam), vinculado al surrealismo revolucionario, en relación con el PCF rechazado por André Breton. Su objetivo era la conexión con la gente real, redescubrir la autenticidad con imágenes aterradoras a menudo cargadas de humor. Se enfrentó a la sociedad capitalista y de consumo, a la alienación.

Asger Jorn, La ciudad odiada, 1951-52
Karel Appel (Países Bajos), Caballos Salvajes, 1954
Luis Feito, nº 16 B, 1957
En los años 50, mientras cerraba alguna galería (Huit), abrían otras como la de Denise René para exponer Le Mouvement, abstracción geométrica, muy importante para la nueva forma de concebir el papel del arte en la sociedad. Participaron artistas consagrados como Marcel Duchamp y Alexander Calder, y jóvenes como Victor Basarely, etc. También tenían actividad otras galerías, en algunos casos asociadas a revistas, que dieron a conocer autores de obras abstractas como Luis Feito y que mantuvieron su actividad hasta los años 60.

Zao Wou-Ki (China), 30.10.61
La Abstraction Lyrique o Art informel, violentamente expresionista y considerada caótica por muchos era la hegemónica, pero se dudaba de que fuera capaz de revisar el concepto de la Escuela de París. Aunque el mito estuviera diluyéndose, París seguía atrayendo a artistas de muchas nacionalidades. Mientras se debatía el pasado colonial, que siguió hasta la conclusión de la guerra de Argelia en1962, las experimentaciones con la abstracción se encaminaban hacia obras de un tipo más transparente.

Maurice Sinet, Sin título, 1962
Picasso inició una serie de estudios sobre la guerra en Argelia ya en 1955, tomando como modelo la obra de Delacroix Femmes d´Alger y haciendo de la libertad el tema central de ese conjunto de obras. El artista chileno Matta, con su tradicional lenguaje surrealista, produjo unas imágenes que mostraban una atmósfera violenta, las torturas en Argelia. El llamamiento a la insubordinación produjo la obra colectiva Grand tableau antifasciste collectif, que fue censurado y quedó oculto.

Varios autores, Gran cuadro antifascista colectivo, 1960

La bohemia revivió en París desde los años 50, en el Barrio Latino. Novelistas, pintores y poetas se congregaron para poner en común sus experimentos, como la “máquina de sueños”, de Brion Gysin y Ian Sommerville, que transportaba al espectador a otra dimensión sirviéndose de destellos y música. Se experimentó con el empleo recreativo de drogas, con la psicodelia, magia y misticismo. En el mismo periodo emergía la cultura consumista y el realismo crítico, en oposición al expresionismo abstracto, como intento de recuperar el diálogo en una democracia amenazada como Joseph McCarthy.

Leon Golub (EE.UU), Cabeza IX, 1960
Roberto Matta (Chile), La cuestión, 1957

Gudmundur Gudmundsson (Islandia), Los orígenes de Pollock, 1966-67

El auge económico de los años 60 desarrolló la cultura consumista, criticada por alienante. Nouveau realismo dirigió su mirada hacia sus efectos, mientras artistas cinéticos como Eusebio Sempere o el grupo GRAV creaban espacios críticos. Esta crítica era lo que diferenciaba el arte parisino del Pop Art estadounidense. París ya no era el centro, pero un grupo de nuevos artistas extranjeros devolvieron el optimismo: Eduardo Arroyo (obra abiertamente política), Erró (criticaba el modo de vida americano, su comida y sus automóviles), Joan Rabascall (collages con noticias e imágenes publicitarias), Antonio Berni (empleaba con humor objetos desechados), etc.

                                   Antonio Berni (Argentina), Juanito va a la ciudad, 1963

Joan Rabascall, Medios de comunicación de masas, 1967

Eduardo Arroyo, Los cuatro dictadores (Franco, Musolini, Hitler, Salazar), 1963



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