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José García Tella, La Seine, 1951 |
La pluralidad de enfoques queda recogida en una
organización cronológica de las salas, lo que permite observar las variaciones
como la llegada masiva de artistas estadounidenses a finales de los años
cuarenta y cincuenta (Carta de derechos de los veteranos y represión del senador
Joseph McCarthy), así como artistas latinoamericanos, animados por las becas y
ayudas, lo que demostraba que Francia seguía siendo un lugar de referencia, con
un clima favorable. “El genio francés: necesita del extranjero
para funcionar” (Michel Florisoone, Nouvelles Littéraires, 1945).
Enrico Baj, ¡Al fuego!, 1963-64
A finales de 1944 se presentó la última exposición individual de Wassily Kandinsky, fallecido dos días antes de su clausura. El Salón de Otoño abrió sus puertas tras la liberación y dedicó toda una sala a la obra de Picasso durante la Ocupación, gesto progresista puesto que se había afiliado al PC. Estos dos gestos indicaban que el mundo cambiaba. La obra de Picasso reflejaba el letargo en el que se esperaba el final de la guerra, hablando de violencia, alienación, opresión, silencio, actitud que cambia con la libertad.
Vasili Kandinsky, Un conglomerado, 1943
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Pablo Picasso, El niño de las palomas, 1943 |
Tras la guerra, París fue recuperando el centro de la cultura: "Siempre nos quedará París", "París era una fiesta", "Primavera en París". Los artistas seguían llegando a la atractiva ciudad. Aparentemente había libertad. el establishment museístico y crítico apostó por combinar la esencia de artistas famosos del pasado, como Alfred Manessier, con el realismo y la realidad abstracta de Picasso (La cuisine), mientras la abstracción geométrica se consideraba pasada de moda y la abstracción lírica demasiado individualista y elitista.
Alfred Manessier, Velada de octubre, 1946
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Pablo Picasso, La cocina, 1948 |
Para reconstruir el ambiente artístico, los artistas franceses, enfrentados entre sí, trababan de definir
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Jean-Paul Riopelle (Canadá), Sin título, 1945 |
La ley de ayuda a la educación de los veteranos de la II G.M. contribuyó a que muchos artistas estadounidenses se quedasen a estudiar deslumbrados por el nuevo ambiente artístico. Hacia 1950 fundaron la Galerie Huit, espacio multirracial y multiétnico para mostrar sus obras. El espacio desbordaba creatividad desde el surrealismo, el cubismo expresionista, el realismo moderno, etc., incluso se crearon obras a partir de escombros recogidos a la orilla del Sena.
Haywood Bill Rivers (EE.UU), Sastrería, 1948
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Shinkichi Tajiri (EE.UU), Lamento por Lady (para Billie
Holiday), 1953
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José García Tella, La boca de metro, 1953
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José García Tella, El baile de la Bastilla, 1952
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En 1948 se había creado un grupo opuesto a la Escuela de París llamado CoBrA (acrónimo de Copenhague, Bruselas, Ámsterdam), vinculado al surrealismo revolucionario, en relación con el PCF rechazado por André Breton. Su objetivo era la conexión con la gente real, redescubrir la autenticidad con imágenes aterradoras a menudo cargadas de humor. Se enfrentó a la sociedad capitalista y de consumo, a la alienación.
Asger Jorn, La ciudad odiada, 1951-52
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Karel Appel (Países Bajos), Caballos Salvajes, 1954
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Luis Feito, nº 16 B, 1957
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En los años 50, mientras cerraba alguna galería (Huit), abrían otras como la de Denise René para exponer Le Mouvement, abstracción geométrica, muy importante para la nueva forma de concebir el papel del arte en la sociedad. Participaron artistas consagrados como Marcel Duchamp y Alexander Calder, y jóvenes como Victor Basarely, etc. También tenían actividad otras galerías, en algunos casos asociadas a revistas, que dieron a conocer autores de obras abstractas como Luis Feito y que mantuvieron su actividad hasta los años 60.
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Zao Wou-Ki (China), 30.10.61
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Maurice Sinet, Sin título, 1962
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Varios autores, Gran cuadro antifascista colectivo, 1960
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La bohemia revivió en París desde los años 50, en el Barrio
Latino. Novelistas, pintores y poetas se congregaron para poner en común sus
experimentos, como la “máquina de sueños”, de Brion Gysin y Ian Sommerville,
que transportaba al espectador a otra dimensión sirviéndose de destellos y
música. Se experimentó con el empleo recreativo de drogas, con la psicodelia,
magia y misticismo. En el mismo periodo emergía la cultura consumista y el
realismo crítico, en oposición al expresionismo abstracto, como intento de
recuperar el diálogo en una democracia amenazada como Joseph McCarthy.
Leon Golub (EE.UU), Cabeza IX, 1960
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Gudmundur Gudmundsson (Islandia), Los orígenes de Pollock,
1966-67
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El auge económico de los años 60 desarrolló la cultura
consumista, criticada por alienante. Nouveau realismo dirigió su mirada hacia
sus efectos, mientras artistas cinéticos como Eusebio Sempere o el grupo GRAV
creaban espacios críticos. Esta crítica era lo que diferenciaba el arte
parisino del Pop Art estadounidense. París ya no era el centro, pero un grupo
de nuevos artistas extranjeros devolvieron el optimismo: Eduardo Arroyo (obra
abiertamente política), Erró (criticaba el modo de vida americano, su comida y
sus automóviles), Joan Rabascall (collages con noticias e imágenes
publicitarias), Antonio Berni (empleaba con humor objetos desechados), etc.
Antonio Berni (Argentina), Juanito va a la ciudad, 1963
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Eduardo Arroyo, Los cuatro dictadores (Franco, Musolini,
Hitler, Salazar), 1963
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