Lope y el teatro del Siglo de Oro.
El teatro del Siglo
de Oro constituye uno de los capítulos más destacados del pasado cultural
español y de la dramaturgia universal, por sus cualidades artísticas, sus
imponentes cifras de autores y obras, su penetración en las distintas capas de
la sociedad, así como por su capacidad de expandirse dentro y fuera de los
territorios hispánicos, y de pervivir con vigor escénico hasta hoy en día.
La exposición de la
Biblioteca Nacional tiene como objetivos principales mostrar las claves de ese
teatro en su época y su constitución en un patrimonio cultural de primer orden;
su actualidad en los escenarios y los estudios; y el papel de las nuevas
tecnologías para la puesta en escena, la difusión y la investigación.
“Escribo por el arte que inventaron / los que
el vulgar aplauso pretendieron” (Lope de Vega. Arte nuevo de hacer
comedias). Aunque el papel de Lope fue decisivo en la creación de la Comedia
Nueva, ésta fue el producto de una serie de influjos de otros dramaturgos
(Torres Naharro, Gil Vicente, Lope de Rueda, Juan de la Cueva, autores
valencianos) y tradiciones escénicas, así como de unas circunstancias que
propiciaron la consolidación de esa nueva forma de hacer comedias.
Lope
de Rueda fue uno de los más claros exponentes de los comienzos de la
profesionalización del teatro, el autor y el actor, y él ya orientó sus piezas
al gusto de un público popular. Según Cervantes, en tiempos de Lope de Rueda “todos los aparatos de un autor de comedias
se encerraban en un costal” y no había entonces “tramoyas, ni desafíos” (Prólogo a Ocho comecias y ocho entremeses,
1615).
Es
en la época de Lope de Rueda, a mediados del s. XVI, cuando comienzan a
profesionalizarse los actores y organizarse. La necesidad de lugares estables
para la representación llevará a las compañías de teatro españolas y a algunas
italianas a alquilar, en el espacio urbano, corrales y patios de casas para
montar sus espectáculos. Así aparecen la Montería en Sevilla, la Olivera en
Valencia, la Cruz y el Príncipe (actual Teatro Español) en Madrid.
La fórmula de la Comedia Nueva, que Lope consagró y
plasmó en su Arte nuevo, fue adoptada por una larga lista de escritores como
Tirso de Molina, la figura más sobresaliente, Guillén de Castro, Antonio Mira de Amescua,
Luis Vélez de Guevara o Juan Ruiz de Alarcón.
Tras su explotación en los escenarios, las obras
teatrales, y en especial las comedias, alcanzaron las imprentas por iniciativa
e interés comercial de los impresores. La expectativa de vida de sus obras más
allá de las tablas pudo contribuir a que los dramaturgos prestaran mayor
atención a los aspectos poéticos.
El triunfo de la fórmula dramática que Lope promovió tuvo
un respaldo fundamental en su fecundidad, con la que pudo estimular y sustentar
la creciente demanda de representaciones. El asombro que le causaba a Cervantes
hizo que le llamara “monstruo de
naturaleza”.
“Pájaros nuevos”
es expresión utilizada por Lope para referirse a los jóvenes dramaturgos que en
los años veinte gozaban del favor de la corte y de los corrales, entre los que
destacan Rojas Zorrilla y Calderón, quien estaba llamado a sucederlo en la “monarquía cómica” tras su muerte en
1635.
Calderón se erigió en el referente principal del teatro
español desde finales de los años treinta, considerados como la “década de oro”
por la confluencia en plena actividad creativa de los principales dramaturgos
de las dos grandes fases. Hasta incluso más allá de su muerte, en 1681, sus
obras se siguieron representando y publicando profusamente a lo largo de la
siguiente centuria.
Entre las creaciones del teatro del Siglo de oro que
mayor desarrollo tuvieron ocupa el lugar preferente El burlador de Sevilla.
Escrita hacia 1615 y atribuida a Tirso de Molina, es el inicio del mito de Don
Juan que ha dado hitos de la cultura occidental, como el drama de Molière,
1665, la ópera de Mozart con libreto de Da Ponte, 1787, o el poema de Lord
Byron, 1819. También en la propia España derivó en otros grandes clásicos, como
El estudiante de Salamanca, 1840, de Espronceda o, especialmente, el Don Juan
Tenorio, 1844, de José Zorrilla.
Ha
sido puesta en escena desde las más variadas posturas ideológicas y estéticas a
lo largo del tiempo. En 1919, en el Teatro Lenin de Kiev, se convertía en una
pieza reivindicativa en la Rusia revolucionaria; en 1935, en el centenario de
la muerte de Lope, se produce la puesta en escena de Rivas Cherif,
descalificada por algunos críticos como bolchevique; en el mismo 1935, se
estrena un montaje en Hamburgo, tras el cual, en una conferencia pronunciada en
la “Casa de los Países”, decía Ernesto Giménez Caballero que Lope de Vega
afirmaba el Führerprinzip y que Fuenteovejuna representaba “el primer drama del nacionalsocialismo”.
El
teatro del Siglo de Oro se sigue publicando y representando en España en el s. XVIIl a pesar de las críticas de los
ilustrados y en el s. XIX se comienza a
recuperar como bien patrimonial gracias a la labor de eruditos como Durán,
Hartzenbusch, Mesonero Romanos y Menendéz Pelayo.
El
teatro español del Siglo de Oro se imita, traduce y representa por toda Europa
incluso desde inicios del XVII: en Nápoles, Francia, Ámsterdam, etc. Quedan rastros de la influencia española en
Corneille y Molière. En Alemania, durante el Romanticismo, Goethe pone en la
cumbre a Calderón. En Rusia, Fuenteovejuna despierta la pasión por Lope.
El teatro del Siglo de Oro es hoy una realidad cultural
con plena vitalidad. Ya en el s. XX fueron hitos fundamentales La Barraca, Las
Misiones Pedagógicas, Margarita Xirgú, el Teatro Español, etc., a lo que se
añadió el Festival de Teatro Clásico de Almagro y la Compañía Nacional de
Teatro Clásico, creada por Adolfo Marsillach en 1986 con el objetivo de
recuperar, preservar, producir y difundir el patrimonio teatral, y en especial
el del Siglo de Oro.
La tecnología digital ha alcanzado en todas sus facetas
al teatro del Siglo de Oro. Por ejemplo, la aplicación del análisis estadístico
auxiliado por medios informáticos en estudios de atribución y estilometría está
ofreciendo interesantes resultados. Alejandro García Reidy atribuyó Mujeres y
criados a Lope de Vega por afinidades léxicas y temáticas con otras comedias
suyas.
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