Jaume Plensa.
Es un artista polifacético que traba su expresión
plástica por medio de la espiritualidad, el cuerpo y la memoria colectiva,
utilizando como herramientas estratégicas la literatura, la psicología, la
biología, el lenguaje, la historia, etc. Proporciona volumen físico y peso a
los componentes de la condición humana, a lo efímero, con un amplio espectro de
materiales.
En Madrid expone en dos lugares. El primero de ellos la
Plaza de Colón. Del mismo modo que Liverpool tuvo a su Dream en 2009, Nueva
York a su Echo en 2011, Alberta a su Wonderland en 2012, Venecia a su Rui Rui
en 2013 y Leeuwarden (Países Bajos) a Love en 2017, Madrid acoge ahora a Julia, otro rostro gigante, una
escultura blanca de doce metros de altura, en el pedestal que ocupó Colón.
![]() |
FMCMP. Joaquín Cortes |
La escultura está realizada en resina de poliéster y
polvo de mármol blanco, pero esta cabeza de niña, que “recuerda a las sirenas que se colocaban en la parte delantera de
aquellos navíos del pasado tan hermosos”, trasciende los materiales y
quiere introducir “un poco de ternura,
armonía y silencio” en la gran plaza, en el ruidoso espacio. Está “dirigida al corazón de nuestro ser”;
tiene los ojos cerrados porque “busca que
cada uno exprese su mundo interior oculto”. “Es como una tela blanca donde cada uno puede pintar sus deseos, sus
ilusiones y sus sueños”.
Con obras como ésta, el artista cumple su voluntad de sacar el arte a la calle, de introducir belleza en el día a día cambiando algo el paisaje. "Esta pieza invita a esa serenidad que necesitamos en este momento político actual" y a pensar que "una lagrimita de vez en cuando ayuda más que un grito". "Hemos de cambiar uno a uno para que cambie el mundo".
El Palacio de Cristal del Parque del Retiro es el otro punto en el que expone Plensa. Invisibles, es el título de la original exposición, un grupo escultórico formado por mallas de acero que dibujan en el espacio los rostros de figuras suspendidas en el aire, atravesadas por la luz y detenidas en el tiempo. Levitan en ese espacio etéreo.
Con obras como ésta, el artista cumple su voluntad de sacar el arte a la calle, de introducir belleza en el día a día cambiando algo el paisaje. "Esta pieza invita a esa serenidad que necesitamos en este momento político actual" y a pensar que "una lagrimita de vez en cuando ayuda más que un grito". "Hemos de cambiar uno a uno para que cambie el mundo".
El Palacio de Cristal del Parque del Retiro es el otro punto en el que expone Plensa. Invisibles, es el título de la original exposición, un grupo escultórico formado por mallas de acero que dibujan en el espacio los rostros de figuras suspendidas en el aire, atravesadas por la luz y detenidas en el tiempo. Levitan en ese espacio etéreo.
El título, Invisibles, no les quita la singularidad, cada una tiene un nombre. Son Laura, Anna y Rui
Rui, que quedan anónimas ante el espectador que se enfrenta al enigma. Son tan visibles como invisibles. La trama metálica brilla según la luz que incida en ella y el conjunto parece imitar, como un eco visual, la estructura arquitectónica del Palacio en el que se presentan. La dimensión inacabada de los hilos metálicos sugieren los cuerpos ausentes.
La historia de la escultura nos muestra cómo, desde sus orígenes en ritos funerarios hasta su uso para
la celebración de la vida de un personaje público, la cabeza concilia la ausencia con la presencia. Le falta el cuerpo, pero no la identidad, que queda eternizada en el gesto escultórico.
Jaume Plensa, en Invisibles, sigue esa tradición pero la
reinventa. Sus cabezas son una identidad de la condición humana, son
metamorfosis del ser que llegan al presente a través de la escueta materialidad
que las configura. Es la dicotomía entre ser y parecer, una derivación entre el
parecido, la similitud, y la diferencia. Así se define su complejidad.
El juego de transparencias, así como de la luz que las
baña, contrasta con la monumentalidad de sus figuras. El proceso de modelación
y metamorfosis de las personas reales que han servido de modelos se revela en
las formas cóncavas y convexas, rectas y curvas. El resultado es una tensión
entre la figuración y la abstracción.
Estas grandiosas figuras, materiales e inmateriales,
tangibles e intangibles, invitan al silencio y a observarlas, como esculturas
que son, en torno a ellas. Así se pueden ir descubriendo sus detalles, sus
juegos de líneas y luz, y se posibilita que la ausencia se convierta en
presencia, la desaparición en aparición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario