domingo, 30 de diciembre de 2018


La zambombada.




Los gallegos dicen que “Una boda sin una gaita es como un funeral, un funeral sin una gaita es como entrar en el infierno”. Pues algo parecido significa la zambomba cuando llega el fin de año. La zambomba es un instrumento musical entrañable. Su sencillez de construcción –de austeridad conventual- y manejo, su accesibilidad, han propiciado su popularidad para acompañar el canto de villancicos, aguinaldos y cánticos populares en las fiestas navideñas. Aunque no sea, precisamente, un instrumento polifónico, sirve, junto con la pandereta, para el acompañamiento rítmico de los cantos, hasta el punto de que estas fiestas reciben el nombre de zambombadas.



Es un instrumento musical de fricción, formado por un cuerpo cilíndrico de barro, madera, etc., cerrado por la parte superior con un parche de cuero tenso, atravesado en el centro por un palo o varilla de madera u otros materiales que, al ser movido arriba y abajo, transmite al cuero la vibración producida produciendo un sonido peculiar, grave, ronco, fuerte, seco. Es un sonsonete que se alimenta a sí mismo, algo hipnótico.



La Casa de Castilla la Mancha en Alcalá de Henares organiza, por segundo año consecutivo, su Zambombada navideña el día 28 de diciembre, cuando casi se completa el ciclo de las cuatro estaciones. El recorrido atraviesa el casco histórico de la ciudad desde la Plaza de los Santos Niños, por la Calle Mayor, hasta la Plaza de Cervantes y Capilla del Oidor.



Participan varias agrupaciones con el común denominador de su ánimo, de su altruista actividad incesante en la recuperación del patrimonio histórico, cultural y costumbrista que supone folklore tradicional y en tratar de evitar su pérdida, en el fomento de los valores humanos, en dinamizar las estancadas sociedades rurales, etc.



De Atanzón (“Alcarria, trigo y sol”) viene “La Real Zambombada”, grupo con tradición y con muchas participaciones en este tipo de eventos a sus espaldas. Otra “Real Zambombada” que participa es la de Cifuentes, también muy veterano, que entre sus muchas bondades y cualidades atesora la de contar con la impagable intervención de mi amigo Paco.



La Asociación Cultural Arrabel viene de Madrid. Su finalidad es la recuperación y difusión de la cultura castellana y toma su nombre del instrumento musical autóctono madrileño formado por una escalera de huesos de patas de cordero que se rasca con una castañuela para hacerlo sonar. Finalmente, “Los Zambomberos” de Colmenar de Oreja, que llevan años manteniendo las costumbres folklóricas del pueblo, entre ellas la de cantar villancicos por las calles para pedir el aguinaldo en la Navidad.



El sonido bronco de la zambomba queda diluido entre otros como el acordeón y otros más sencillos e idiófonos (usan su propio cuerpo) como la botella, el almirez, etc., entre las disciplinadas voces de las agrupaciones, los ocasionales acompañamientos del público, los aplausos, las risas en esta noche alcalaína. En conjunto suena un repertorio antiguo, rico, hondo, en una Calle Mayor festiva e irrealmente iluminada, en la que, con tanta gente e iluminación, no es posible apreciar los gobos.



En el programa se anunciaba que las peñas colaborarían repartiendo caldo. Suponemos que sería en la Plaza, porque en la Calle Mayor, al menos, no lo hemos catado. Ha sido el único pero que poner a esta noche clara, con atisbos de pasado, con reminiscencias de infancia, con detalles de los que ya no se guardaría memoria porque algunos recuerdos, incompletos, ya han palidecido.



En una Calle Mayor que estalla en sonidos, cerramos los ojos y, por un momento, nos sumergimos en el recuerdo emocional. El tiempo discurre despacio. Casi dormidos en el regazo de los recuerdos, despertamos de un letargo de siglos.





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