Valladolid: Palacio Pimentel.
Este palacio señorial, de gran relevancia histórica, es
uno de los más importantes de la ciudad. Su origen estuvo en los Álvarez de
Osorio, Marqueses de Astorga, pasando después
a Bernardino Pimentel y Enríquez, duque de Benavente, importante
personaje del reinado de Carlos I, que casó con Constanza de Bazán Osorio. En
1530 pasó a propiedad de los Condes de Rivadavia y, tras otros avatares, desde
finales del s. XIX, es propiedad y sede de la Diputación de Valladolid.
La familia real estuvo alojada en este palacio, como en
otras ocasiones, por la gran amistad que unía al rey y a Bernardino Pimentel, propietario del
edificio, para asistir a las Cortes celebradas en abril de 1527, por lo que
aquí nació Felipe II el 21 de mayo de ese año. Se dijo que el parto fue muy
largo y que la emperatriz Isabel de Portugal ocultaba su rostro bajo un velo
para disimular sus dolores.
La fachada lateral del palacio que da a la iglesia de San
Pablo, tiene una sucesión de ventanas protegidas por rejas, una de ellas rota y
con el añadido de una cadena simbólica. Como, al parecer, la jurisdicción
parroquial del momento obligaba al bautizo en otra parroquia diferente, la
leyenda afirma que la reja fue rota para que pudiera salir la comitiva hacia
San Pablo, templo en el que los reyes celebraban las ceremonias más
importantes.
Para estas ceremonias se realizaban grandes y
espectaculares preparativos, tablados y pasadizos de madera que enlazaban los
distintos puntos, el palacio y el templo en este caso, adornándose con ramajes
y flores. Y, naturalmente, la comitiva salió por la puerta del palacio para
dirigirse al templo.
El edificio, transformado a lo largo del tiempo, se
organiza en torno a un bello patio, lo que era común. Se accede por una portada
tardogótica de arco rebajado a un zaguán. En el exterior es famosa y conocida
su ventana plateresca, de comienzos del s. XVI, en la esquina que queda
potenciada, además, por el torreón, origen de la mejor perspectiva del
edificio. La ventana tiene un atrevido arco y una decoración de grutescos. En
el interior hay una armadura mudéjar, traída de la iglesia parroquial de
Villafuerte de Esgueva, que cubre el Salón de Plenos y otra techumbre mudéjar
del s. XV, procedente del colegio de San Gregorio, que adorna la sala de
Comisiones. Pueden visitarse el zaguán, el hermoso patio, y las salas donde se
celebran exposiciones temporales.
En el zaguán hay una importante colección de azulejos de
Talavera, realizada en 1939-40 por el artista talaverano J. Ruiz de la Luna, en
los que, en doce escenas, pueden leerse los lugares y hechos más importantes
acaecidos en la ciudad en el periodo de tiempo comprendido entre la primera
visita del rey Carlos I y la llegada de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la
Cruz. En el titulado “Torneo en la Plaza
Mayor” se representa uno de los juegos que se organizaron en 1517 para
celebrar la primera visita del rey.
Los “Reales sitios”
representan el aspecto de la plaza de San Pablo el día del bautizo de Felipe
II, con el pasadizo de madera, decorado con alegorías renacentistas, para que
la familia real llegara a la iglesia sin pisar la calle. La tercera escena es,
enlazando con la anterior, el “Bautizo de
Felipe II”, celebrado el 5 de junio de 1527 en una iglesia decorada con
gran majestuosidad, con asistencia de las personalidades más importantes.
Después del bautizo se organizaron grandes fiestas con juegos, toros y torneos.
El 28 de marzo de 1556, tras la abdicación de Carlos I,
fue proclamado rey Felipe II, lo que queda representado en el mosaico “Proclamación de Don Felipe II como rey de
Castilla”. El siguiente, “Presentación
de don Juan de Austria con motivo del auto de fe del doctor Cazalla”, hace
referencia al momento en que don Juan de Austria es presentado a la princesa Juana,
regente de Felipe II, el 21 de mayo de 1559. Carlos I quiso que su hijo
ilegítimo se criara en España, por lo que Felipe II en 1554 le reconoció como
miembro de la familia real y se trasladó al castillo de don Luis de Quijada en
Villagarcía de Campos, próximo a Valladolid.
“Venida de Felipe
II a Valladolid por primera vez siendo rey” se refiere a septiembre de 1559
y “Entrada de la reliquia de San Benito”
al 10 de junio de 1594, momento en el que llegó la reliquia del santo (un
fémur), que la familia de don Diego de Álava Viamonte, hombre de confianza de
Felipe II, donó al monasterio de San Benito. La reliquia quedó depositada en la
iglesia de Santa María la Mayor, frente a la Universidad, y, como en otras
ocasiones, se celebraron juegos populares, corridas de toros y otros festejos.
El 22 de julio de 1594, la reliquia de San Benito se
trasladó en solemne procesión al monasterio de San Benito, por calles
engalanadas con arcos de triunfo florales. La costumbre de la procesión se
institucionalizó y se conservó hasta el s. XIX. Queda representada en “Procesión de la reliquia de San Benito”.
“Santa María La
Antigua” está dedicada a una de las parroquias más antiguas, ordenada por
el conde Pedro Ansúrez, fundador y repoblador de la ciudad, en el s. XI. En el
s. XII se le añadió una torre románica y un pórtico, que es la parte más
antigua que ha quedado. En el siglo XIV se sustituyó por una construcción
gótica, que, tras alguna reforma, es la que puede verse actualmente.
El 21 de septiembre de 1561, día de San Mateo, se produjo
en Valladolid un gran incendio que destruyó el centro de la ciudad. Al parecer
se originó por una imprudencia en casa del platero Juan de Granada al final de
la calle de la Platería (antes, de la Costanilla) y destruyó rápidamente toda
la calle, saltando de casa en casa. Al cambiar el viento de dirección se
propagó a otras zonas, resultando 440 casas destruidas y seis fallecidos. Queda
reflejado en “El incendio de Valladolid”.
El Concejo se preocupó por los afectados
proporcionándoles ayuda, trató de que se reanudara la actividad comercial y
solicitó ayuda a Felipe II para la reconstrucción. Se encargó un proyecto a
Francisco de Salamanca, con la idea de un moderno trazado que incluyera una
gran plaza y casas consistoriales, y se presentó a Felipe II que lo aceptó
proponiendo alguna modificación: “Felipe
II ordena la reconstrucción de la parte incendiada”. Las obras terminaron
en 1572, y la plaza fue tomada como modelo en las plazas de Salamanca y Madrid.
“La llegada de
Santa Teresa y San Juan de la Cruz”, el último de los mosaicos, sucedió el
10 de agosto de 1568, cuando llegaron desde Medina del Campo. Santa Teresa
realizó su cuarta fundación en una casa con huertas, en Río Olmos, cedida por
los hijos del Conde de Rivadavia. Lo insalubre del lugar hizo buscar un nuevo
emplazamiento, el lugar del actual convento.
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