sábado, 15 de diciembre de 2018


Alcalá de Henares, Patrimonio de la Humanidad.


Al cumplirse el XX aniversario de la Declaración de la Unesco se ha conmemorado el acontecimiento con diversos actos culturales. Una de estas actividades consiste en un paseo por el casco histórico, un recorrido luminoso y literario por los gobos que iluminan la noche alcalaína con textos de personajes relacionados con la ciudad y Premios Cervantes. Al coincidir su inauguración con la ostentosa iluminación navideña pasan bastante desapercibidos, mucha gente los pisa sin darse cuenta de su existencia. Habrá que esperar a que pasen las Navidades para que puedan apreciarse mejor.

Comenzamos el recorrido por la Plaza de San Diego, donde el húmedo suelo refleja las voces del Premio Cervantes 1976 Jorge Guillén (“La luna está muy cerca, / quieta en el aire nuestro. / El que yo fui me espera / bajo mis pensamientos”), y del estudiante en Alcalá Mateo Alemán (Guzmán de Alfarache, “¿Quién, dónde o como se hace hoy en el mundo como en las escuelas de Alcalá? ¿Dónde tan floridos ingenios en artes, medicina y teología?” –errata en la fecha 1064-, 1604), mientras Cisneros contempla embelesado la bellísima fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso, en penumbra, que no pudo ver en vida.



Delante de la Capilla del Oidor aparecen otros dos gobos. Un fragmento de la partida de bautismo de Miguel de Cervantes, 1547, (“En domingo, nueve días del mes de octubre de mil e quinientos  e cuarenta e siete años, fue bautizado Miguel, hijo de Rodrigo de Cervantes e su mujer doña Leonor”) y el profundo pensamiento del Premio Cervantes 1978 Dámaso Alonso (“Tal vez sea verdad que un corazón es el que mueve el mundo”).



El recorrido prosigue por la Plaza Cervantes, atestada de gente en un viernes por la noche. La Galatea de Miguel de Cervantes, 1585, nos cuenta que “En las riberas del famoso Henares, (…) fui yo nascida y criada, y no en tan baja fortuna que me tuviese por la peor de mi aldea”) y sus palabras son pisoteadas sin pudor por los paseantes. Un niño trata de leer el mensaje y se detiene en la palabra “nascida” al no entenderla. Su madre, atenta, le explica que entonces se decía así y el niño sigue tratando de ver las palabras que le faltan entre la multitud de pies que las tapan. Estos niños son el futuro mejor y la siguiente cita, del Premio Cervantes 1977 Alejo Carpentier (“Llevar un vientre entre las caderas es mero destino. Llevar una cabeza sobre los hombros es una responsabilidad”), una oportunidad para la reflexión.



El empedrado de la Calle Mayor, sobrevolada por una iluminación longitudinal, soporta la imagen de una brillante cita del Premio Cervantes 1979 Jorge Luis Borges (“Planta tus propios jardines y decora tu propia alma, en lugar de esperar a que alguien te traiga flores”) y otra, también luminosa, del Premio Cervantes 2016 Eduardo Mendoza (“Alguna vez me he preguntado si Don Quijote estaba loco, o si fingía estarlo para transgredir las normas de una sociedad pequeña, zafia y encerrada en sí misma”).



En el medio de la Calle Mayor aparecen las citas de dos alcalaínos bastante separados en el tiempo, a la puerta de sus respectivas casas. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 1605, hace una referencia a la ciudad (“Y aun haré cuenta que voy caballero sobre el caballo Pegaso (…) en que cabalgaba aquel famoso moro Muzaraque, que aún hasta ahora yace encantado en la gran cuesta Zulema, que dista poco de la gran Compluto”), mientras Manuel Azaña hace una profesión de fe –calle Imagen- (“Yo soy alcalaíno de raza, alcalaíno por los cuatro costados”).



En la casas de Cervantes y Azaña, al igual que en las plazas Cervantes, Santos Niños, Bernardas y Palacio, las nuevas tecnologías se incorporan a este pasado alcalaíno con la proyección, además de los gobos, de códigos QR de los que el teléfono móvil puede obtener información histórica de ese espacio concreto.

En la plaza de los Santos Niños, la Premio Cervantes 1992 Dulce María Loynaz nos deja una cita con regusto machadiano (“Hay algo muy sutil y muy hondo en volverse a mirar el camino andado… El camino donde, sin dejar huella, se dejó la vida entera”) y poco más allá, al lado de la puerta de la Magistral y frente a la ermita de Santa Lucía, aparece un Soneto a los Santos Niños, 1614, del también estudiante en Alcalá Lope de Vega (“La madre de las ciencias, donde a tantos / verde laurel por únicos publica, / dos corderos al cielo sacrifica, / primicias ya de innumerables santos”).



En la plaza de la Victoria, el punto más alejado, encontramos una refrescante cita del Premio Cervantes 1981 Octavio Paz (“En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación”) antes de encaminar nuestros pasos hacia la impresionante –vista por la noche- plaza de Palacio, donde encontramos dos citas, la sutil de la Premio Cervantes 1988 María Zambrano (“No se pasa de lo posible a lo real, sino de lo imposible a lo verdadero”) y la archiconocida del probable alcalaíno Juan Ruíz, Arcipreste de Hita, en El libro de buen amor, H. 1330 (“Hija, Mucho os saluda uno que es de Alcalá / Y os envía una zodra con aqueste albalá / El señor os protege, muchas riquezas ha.”).



Finalmente, en la plaza de las Bernardas, la Premio Cervantes 2010 Ana María Matute pone fin al recorrido con la profundidad de una cita sobre el universal libro de Cervantes: “El Quijote es el primer libro con el que he llorado, con la muerte del Quijote, por todo lo que significa. El dejar que la locura desaparezca. Eso es terrible. El triunfo de la sensatez”.


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