Alcalá de Henares, Patrimonio de la Humanidad.
Al cumplirse el XX aniversario de la Declaración de la
Unesco se ha conmemorado el acontecimiento con diversos actos culturales. Una
de estas actividades consiste en un paseo por el casco histórico, un recorrido
luminoso y literario por los gobos que iluminan la noche alcalaína con textos
de personajes relacionados con la ciudad y Premios Cervantes. Al coincidir su
inauguración con la ostentosa iluminación navideña pasan bastante
desapercibidos, mucha gente los pisa sin darse cuenta de su existencia. Habrá
que esperar a que pasen las Navidades para que puedan apreciarse mejor.
Comenzamos el recorrido por la Plaza de San Diego, donde
el húmedo suelo refleja las voces del Premio Cervantes 1976 Jorge Guillén (“La luna está muy cerca, / quieta en el aire nuestro. / El que yo fui me
espera / bajo mis pensamientos”), y del estudiante en Alcalá Mateo Alemán (Guzmán de Alfarache, “¿Quién, dónde o como se hace hoy en el mundo
como en las escuelas de Alcalá? ¿Dónde tan floridos ingenios en artes, medicina
y teología?” –errata en la fecha 1064-, 1604), mientras Cisneros contempla
embelesado la bellísima fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso, en
penumbra, que no pudo ver en vida.
Delante de la Capilla del Oidor aparecen otros dos gobos.
Un fragmento de la partida de bautismo de Miguel de Cervantes, 1547, (“En domingo, nueve días del mes de octubre de
mil e quinientos e cuarenta e siete
años, fue bautizado Miguel, hijo de Rodrigo de Cervantes e su mujer doña Leonor”)
y el profundo pensamiento del Premio Cervantes 1978 Dámaso Alonso (“Tal vez sea
verdad que un corazón es el que mueve el mundo”).
El recorrido prosigue por la Plaza Cervantes, atestada de
gente en un viernes por la noche. La Galatea de Miguel de Cervantes, 1585, nos cuenta que “En las riberas del famoso Henares, (…) fui yo nascida y criada, y no en
tan baja fortuna que me tuviese por la peor de mi aldea”) y sus palabras
son pisoteadas sin pudor por los paseantes. Un niño trata de leer el mensaje y
se detiene en la palabra “nascida” al no entenderla. Su madre, atenta, le
explica que entonces se decía así y el niño sigue tratando de ver las palabras
que le faltan entre la multitud de pies que las tapan. Estos niños son el
futuro mejor y la siguiente cita, del Premio Cervantes 1977 Alejo Carpentier (“Llevar un vientre entre las caderas es mero destino. Llevar una cabeza
sobre los hombros es una responsabilidad”), una oportunidad para la
reflexión.
El empedrado de la Calle Mayor, sobrevolada por una
iluminación longitudinal, soporta la imagen de una brillante cita del Premio
Cervantes 1979 Jorge Luis Borges (“Planta tus propios jardines y decora tu
propia alma, en lugar de esperar a que alguien te traiga flores”) y otra,
también luminosa, del Premio Cervantes 2016 Eduardo Mendoza (“Alguna vez
me he preguntado si Don Quijote estaba loco, o si fingía estarlo para transgredir
las normas de una sociedad pequeña, zafia y encerrada en sí misma”).
En el medio de la Calle Mayor aparecen las citas de dos
alcalaínos bastante separados en el tiempo, a la puerta de sus respectivas
casas. Miguel de Cervantes, Don
Quijote de la Mancha, 1605, hace una referencia a la ciudad (“Y aun haré cuenta que voy caballero sobre el
caballo Pegaso (…) en que cabalgaba aquel famoso moro Muzaraque, que aún hasta
ahora yace encantado en la gran cuesta Zulema, que dista poco de la gran
Compluto”), mientras Manuel Azaña
hace una profesión de fe –calle Imagen- (“Yo
soy alcalaíno de raza, alcalaíno por los cuatro costados”).
En la casas de Cervantes y Azaña, al igual que en las
plazas Cervantes, Santos Niños, Bernardas y Palacio, las nuevas tecnologías se
incorporan a este pasado alcalaíno con la proyección, además de los gobos, de
códigos QR de los que el teléfono móvil puede obtener información histórica de
ese espacio concreto.
En la plaza de los Santos Niños, la Premio Cervantes 1992
Dulce María Loynaz nos deja una cita
con regusto machadiano (“Hay algo muy
sutil y muy hondo en volverse a mirar el camino andado… El camino donde, sin
dejar huella, se dejó la vida entera”) y poco más allá, al lado de la
puerta de la Magistral y frente a la ermita de Santa Lucía, aparece un Soneto a
los Santos Niños, 1614, del también estudiante en Alcalá Lope de Vega (“La madre de
las ciencias, donde a tantos / verde laurel por únicos publica, / dos corderos
al cielo sacrifica, / primicias ya de innumerables santos”).
En la plaza de la Victoria, el punto más alejado,
encontramos una refrescante cita del Premio Cervantes 1981 Octavio Paz (“En todo
encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación”)
antes de encaminar nuestros pasos hacia la impresionante –vista por la noche-
plaza de Palacio, donde encontramos dos citas, la sutil de la Premio Cervantes
1988 María Zambrano (“No se pasa de
lo posible a lo real, sino de lo imposible a lo verdadero”) y la archiconocida
del probable alcalaíno Juan Ruíz,
Arcipreste de Hita, en El libro de buen amor, H. 1330 (“Hija, Mucho os saluda uno que es de Alcalá / Y os envía una zodra con
aqueste albalá / El señor os protege, muchas riquezas ha.”).
Finalmente, en la plaza de las Bernardas, la Premio
Cervantes 2010 Ana María Matute pone
fin al recorrido con la profundidad de una cita sobre el universal libro de
Cervantes: “El Quijote es el primer libro
con el que he llorado, con la muerte del Quijote, por todo lo que significa. El
dejar que la locura desaparezca. Eso es terrible. El triunfo de la sensatez”.
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