lunes, 22 de octubre de 2018


San Salvador de Cantamuda.



El recién nacido río Pisuerga atraviesa el Valle de la Pernía y su principal núcleo de población, San Salvador de Cantamuda, al norte de la Montaña Palentina, cerca del Puerto de Piedrasluengas que lleva a la zona cántabra de Liébana. Es zona montañosa, donde los primeros intentos cenobíticos son de los ss. IX-X, tras la reconquista.



En 1123, la condesa castellana Doña María Elvira, sobrina de Fernando I, fundó la iglesia de San Salvador y la eligió como su lugar de enterramiento. Cerca de la iglesia surgió el primer núcleo poblacional, San Salvador de Tremaya –nombre de la peña bajo la que se sitúa-, convertido en el pequeño condado eclesiástico de La Pernía, dependiente de la mitra palentina.



En torno a 1181 se levantó la iglesia actual, con el nombre de San Salvador de Campo de Muga –muga es límite o frontera-, nombre que derivó en Muda. Más tarde fue elevada al rango de Colegiata. Es una de las iglesias más interesantes, por su airoso frontal de alta y original espadaña, y por su buen estado de conservación.



La versión legendaria de su origen evoca un suceso en el que el Conde Rodrigo, desconfiando de la fidelidad de su esposa Doña Elvira, la ató a una mula ciega montada por una sirvienta muda para que se despeñasen por las laderas de su castillo de la Peña Tremaya. Se encomendó a la Virgen y tanto la condesa como la sirvienta volvieron sanas. La muda entonó el Salve Regina, de donde viene el “Cantó la Muda”.



El sencillo pero armonioso exterior se define por su elemento más representativo, la espadaña, con dos vanos para campanas. Tiene dos portadas, la occidental (sencilla, apuntada, tres arquivoltas, debajo de ventanal) y la sur (bajo porche). Los vanos de las campanas están decorados con arquivolta, guardapolvo, capitel y moldura decorativa. La planta es de cruz latina, con una nave de dos tramos, marcado crucero y triple cabecera, con el ábside central mayor que los laterales. Una especie de torre circular, que alberga la escalera de acceso a las campanas, está adosada a la espadaña.



En el interior se aprecia la bóveda de cañón algo apuntada que cubre toda la iglesia excepto en la intersección, que es de crucería. Los ábsides laterales, que comunican por pequeños arquillos con el presbiterio, abren por arcos apuntados. El bellísimo ábside central se articula horizontalmente mediante una sencilla imposta, y verticalmente en tres paños definidos por cinco semicolumnas rematadas en capiteles, que sustentan los nervios que convergen en la clave. La decoración de los capiteles es de cestas con motivos de entrelazo y vegetales, excepto una pareja de equinos, otra de bóvidos y dos aves. El ábside norte tiene una ventana y el sur dos.



A destacar la mesa del altar, con un conjunto de siete columnillas con fustes labrados con variada ornamentación (entorchados, composiciones geométricas a base de flores, lazos, tallos entrelazados), que culminan en capiteles vegetales.



En la plaza se levanta el rollo jurisdiccional, del s. XVI, en piedra, cinco escalones, pedestal en forma de prisma cuadrangular, columna cilíndrica de nueve tambores en ligera disminución, abrazadera de metal y argolla. En el capitel aparece el escudo del obispo Luis Cabeza de Vaca, que impartía justicia en nombre del rey, y cuatro cabezas de animales que semejan leones.


1 comentario: