San Salvador de Cantamuda.
El recién nacido
río Pisuerga atraviesa el Valle de la Pernía y su principal núcleo de
población, San Salvador de Cantamuda, al norte de la Montaña Palentina, cerca
del Puerto de Piedrasluengas que lleva a la zona cántabra de Liébana. Es zona
montañosa, donde los primeros intentos cenobíticos son de los ss. IX-X, tras la
reconquista.
En 1123, la condesa
castellana Doña María Elvira, sobrina de Fernando I, fundó la iglesia de San
Salvador y la eligió como su lugar de enterramiento. Cerca de la iglesia surgió
el primer núcleo poblacional, San Salvador de Tremaya –nombre de la peña bajo
la que se sitúa-, convertido en el pequeño condado eclesiástico de La Pernía,
dependiente de la mitra palentina.
En torno a 1181 se
levantó la iglesia actual, con el nombre de San Salvador de Campo de Muga –muga
es límite o frontera-, nombre que derivó en Muda. Más tarde fue elevada al
rango de Colegiata. Es una de las iglesias más interesantes, por su airoso
frontal de alta y original espadaña, y por su buen estado de conservación.
La versión
legendaria de su origen evoca un suceso en el que el Conde Rodrigo,
desconfiando de la fidelidad de su esposa Doña Elvira, la ató a una mula ciega
montada por una sirvienta muda para que se despeñasen por las laderas de su
castillo de la Peña Tremaya. Se encomendó a la Virgen y tanto la condesa como
la sirvienta volvieron sanas. La muda entonó el Salve Regina, de donde viene el
“Cantó la Muda”.
El sencillo pero armonioso
exterior se define por su elemento más representativo, la espadaña, con dos
vanos para campanas. Tiene dos portadas, la occidental (sencilla, apuntada,
tres arquivoltas, debajo de ventanal) y la sur (bajo porche). Los vanos de las
campanas están decorados con arquivolta, guardapolvo, capitel y moldura
decorativa. La planta es de cruz latina, con una nave de dos tramos, marcado
crucero y triple cabecera, con el ábside central mayor que los laterales. Una
especie de torre circular, que alberga la escalera de acceso a las campanas,
está adosada a la espadaña.
En el interior se
aprecia la bóveda de cañón algo apuntada que cubre toda la iglesia excepto en
la intersección, que es de crucería. Los ábsides laterales, que comunican por
pequeños arquillos con el presbiterio, abren por arcos apuntados. El bellísimo
ábside central se articula horizontalmente mediante una sencilla imposta, y
verticalmente en tres paños definidos por cinco semicolumnas rematadas en
capiteles, que sustentan los nervios que convergen en la clave. La decoración
de los capiteles es de cestas con motivos de entrelazo y vegetales, excepto una
pareja de equinos, otra de bóvidos y dos aves. El ábside norte tiene una
ventana y el sur dos.
A destacar la mesa
del altar, con un conjunto de siete columnillas con fustes labrados con variada
ornamentación (entorchados, composiciones geométricas a base de flores, lazos,
tallos entrelazados), que culminan en capiteles vegetales.
En la plaza se
levanta el rollo jurisdiccional, del s. XVI, en piedra, cinco escalones,
pedestal en forma de prisma cuadrangular, columna cilíndrica de nueve tambores
en ligera disminución, abrazadera de metal y argolla. En el capitel aparece el
escudo del obispo Luis Cabeza de Vaca, que impartía justicia en nombre del rey,
y cuatro cabezas de animales que semejan leones.
Que precioso es todo lo que nos enseñas José Luis,impresionante.
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