viernes, 26 de octubre de 2018


Mediterráneo


Aristide Maillol, Méditerranée, 1902-1905, bronce.


El viaje por el Mediterráneo siempre había estado en el imaginario de los pueblos costeros, pero en el
Lluís Masriera y Rosés, Bajo la sombrilla, 1926
cambio de siglo del XIX al XX se redescubrió, tuvo un momento brillante, de energía y sosiego a la vez, de equilibrio entre lo antiguo y lo moderno, entre la ciudad y la naturaleza. En este periodo de armonía, paz y belleza, el Mediterráneo se convirtió en motor de renovación del arte para los pintores, lo que originó la evolución del lenguaje artístico. Esta exposición en la Fundación Mapfre de Madrid, pretende hacer un recorrido a través de pinturas –y alguna escultura- de los artistas del momento, dividiéndola en cuatro apartados.


Joaquín Sorolla, Rocas de Jávea y el bote blanco, 1905
Joaquín Sorolla, ¡Al agua!, 1908
En España, con Valencia como referente, el realismo implicó el auge del paisajismo, se valoró la naturaleza y las actividades playeras junto al turismo y el veraneo, coincidiendo con el alza de la burguesía. Ignacio Pinedo fue uno de los primeros en tomar el mundo mediterráneo como paisaje y como escenario vital. Para Joaquín Sorolla, el mar fue el eje de su obra, captando la profundidad y transparencia del agua, escenario de juegos de niños y baños de mujeres, con gamas de color que representaban la luz y la alegría.
Joaquín Sorolla, Al baño, Valencia, 1908
Joaquín Sorolla, Clotilde y Elena en las rocas, Jávea, 1905
Joaquín Sorolla, Baño en la playa, 1908
Joaquín Sorolla, La hora del baño
Joaquín Mir, Cala San Vicente, 1903

La pintura al aire libre, como lugar de trabajo, de pintura social, y de placer y recreo, también formó parte de las señas de identidad de Cataluña (noucentisme), junto con los escritos artísticos de Eugenio d´Ors. En Mallorca destacaron Joaquim Mir (fascinación por las zonas rocosas y escarpadas de la costa, grutas de aspecto fantasmagórico) y Hermen Anglada Camarasa (paisaje con tintes angustiosos, mundo cósmico, violencia del color, rozando la abstracción).

Hermen Anglada Camarasa, Tormenta en la playa, 1925-30
Salvador Dalí, Bañistas en Es Llaner, 1923
Josep de Togores, Paisatge L´Estartir, 1916

Aristide Maillol, Los olivos, 1895
El sur de Francia, con sus monumentos antiguos, fue un camino hacia Italia. La región provenzal fue descubierta a través de la literatura (George Sand, Guy de Maupassant) que hablaba de naturaleza edénica. La llegada del tren facilitó los viajes y la zona se convirtió en un taller a cielo abierto donde residieron Cézanne/Aix-en-Provence, Van Gogh/Arlés, Picasso/Antibes, Matisse/Niza, Renoir/Cagnes-sur-Mer, etc. Todos buscaban tradición, calma, equilibrio, serenidad.


Paul Signac, Saint-Tropez. Los pinos piñoneros 
en Les Canoubiers, 1897
Claude Monet, El Mediterráneo, cabo de Antibes, 1888

Louis Valtat, Las rocas rojas, 1901
A la llamada de Van Gogh acudieron Renoir, Monet, Signac, Braque, Derain, Dufy, Bonnard, Matisse o Picasso, y algunos se instalaron definitivamente. Signac se quedó en Saint Tropez, y Derain y Matisse trabajaron en Collioure, iniciando el fauvismo. No obstante, los talleres del Midi supusieron para los artistas franceses más un lugar para pintar que para vivir. Sus cuadros tienen brillantes colores y amplios matices y contrastes de la luz, pero pocos personajes.



André Derain, L´Estaque, 1906
Raoul Dufy, La terraza en L´Estaque, 1908
Albert Marquet, La terraza del Château Fallet en L´Estaque, 1918
Henri Manguin, La rada de Villefranche, 1913
George Braque, Paisaje en L´Estaque, 1906

En Italia la crisis de las vanguardias tras la I Guerra Mundial produjo el desarrollo de nuevos lenguajes entre el realismo y la modernidad, la vuelta al mito, al clasicismo, aun sabiendo que la Arcadia mediterránea nunca volvería a ser la misma. Fue el reencuentro con el clasicismo y las propias raíces, destacando Carlo Carrá, Giorgio de Chirico, etc.


Carlo Carrá, La barca, 1928
Giorgio de Chirico, Ulises y Polifemo, 1929

La obra de Matisse, así como la de Picasso, parece reunir aspectos de otros artistas presentes en la exposición. Matisse estuvo en Saint Tropez, junto a Signac. En Niza estudió la relación entre la luz y el color puro en unión con la línea del dibujo, y utilizó la técnica de los papeles recortados –como si dibujara con las tijeras-, que más tarde trasladaría a las vidrieras.


Henri Matisse, Tempested en Niza, 1919-1920
Henri Matisse, Figura con sombrilla, 1905
La luz y la vegetación mediterráneas fueron estímulos para Picasso que, en 1955, compró La Californie, sobre la bahía de Cannes. Fue una gran casa-taller donde trabajó los temas de la representación del taller, el pintor y la modelo, la figura femenina, etc., aunque también atendió a los paisajes interiores.

Pablo Picasso, La bahía de Cannes, 1958
Pablo Picasso, Los pichones, 1957
Pablo Picasso, Paisaje de Cannes en el crepúsculo, 1960

No hay comentarios:

Publicar un comentario