martes, 25 de septiembre de 2018


“Ven y ríe”: I Matinée Cultural.

Con el otoño recién estrenado, la Asociación Cultural “Ven y ríe” convoca en el Auditorio “Paco de Lucía” sobre el que gravita la fuerza de un sol todavía veraniego. Se suponía que el plato fuerte era una obra de teatro y que habría algo más, pero ese algo más resulta ser una larga serie de teloneros de lujo.



Cuando los relojes alcanzan las doce en punto, comienza la función con la presentación, a cargo de Víctor Márquez -que teatraliza el gesto mientras habla entre pausas también teatrales- y Trinidad. Después escuchamos unas palabras de gratitud y ánimo a cargo de Juan Manuel Martín, Presidente de la ONCE en Alcalá de Henares. Terminada la parte oficial se entra directamente en el espectáculo de la mano de la soprano María Escribano que interpreta un fragmento de ópera con Mario Delgado al piano.



Siguen, en una matinée muy musical, Iván Pimentel al piano y las canciones de Mónica Redondo. Con una música que anima a las palmas, Víctor, presentador y showman total, coloca las sillas –que después quitará con el mismo ritual- para la siguiente actuación, el sketch –escena breve y humorística, por decirlo en nuestro lenguaje- “Hablando entre ellas”, en el que las protagonistas (Mª Cruz, Rosa, Trinidad, Azucena y Cecilia) despellejan sin piedad a los hombres con sus comentarios.



La palabra vuelve a dejar su lugar a la música con las actuaciones de Conchi Díaz y Carlos Chacal al piano, primero, y de Carlos Echegaray a la guitarra y Carlos al piano, después. La asistente social, Cristina Vera, también se arranca -en un signo más de su compromiso e implicación en el grupo- con una nostálgica canción acompañada a la guitarra por Carlos.



Todos estos lujosos, fastuosos, deslumbrantes, grandiosos teloneros dejan paso, finalmente, a la obra de teatro anónima “Se vende una mula”, con una adaptación más moderna y muy musical, como toda la velada. De nuevo aparece la mano de Víctor Márquez, que es el Director. El gracioso sainete cuenta con cinco personajes, D. Pedro –el amo-, Juana –la criada-, Luz María –la hija-, Antonio –el novio- y Pascual Pánfilo –el comprador-, interpretados respectivamente por Pedro, María, Tsvetelina, Francisco Javier y Oscar.




El sencillo, funcional y eficaz mobiliario, que ha acotado un espacio en el gran escenario pero sin impedir la utilización del resto, ofrece una imagen pictórica, lejos de los deslumbrantes oropeles de la ornamentación. La sensación de normalidad en el aspecto se completa con el también sencillo y funcional vestuario del elenco de actores, sin usar gran cuidado en su apariencia, realzados en algún momento de la obra por una iluminación que combina lo general con lo particular. El adecuado y suficiente sonido que florece en los altavoces completa la puesta en escena.




La obra es divertida, por las características de los personajes y por las conflictivas situaciones, las equivocaciones y las paradojas que se producen. Además, la adaptación tiene insertadas actuaciones musicales -buscando la sonrisa de complicidad del público y su participación- en las que se luce la versátil y polivalente María –la criada-, a la que se le queda pequeño el gran escenario y hace una salida “teatral” por un lateral mientras se escucha otra nostálgica canción. Los murmullos apropiados a las circunstancias y los aplausos de decenas de pares de manos premian el esfuerzo.



El desarrollo de la obra discurre entre las carcajadas del público, que se deleita con la patriarcal seriedad de Pedro, la alegre comicidad de María, la deliciosa ingenuidad de Tsvetelina, la tranquila ecuanimidad de Francisco Javier y la lógica severidad de Oscar. El lenguaje vivo y vigoroso, con intensidad nada enfática, desata las exclamaciones de extasiado deleite del público. En la simplicidad del texto hay alegría en la escena, detalles de efecto y de afecto, ademanes claudicantes, etc. A veces, suele ser un error muy común tomar equivocadamente por profundo lo que tan sólo es complicado. Todas las actuaciones rayan a un alto nivel en el que se ve como trasfondo el trabajo del Director, que nos concede el beneficio de su ingenio.



Todas estas personas hechas de oscuridad, envueltos en sombras, con ojos de fe, con destacada presencia de ánimo, con todos sus pasos hechos sentimientos, que estaban enredados en la madeja de las circunstancias particulares, se han alejado de lo acostumbrado, se han atrevido al difícil acomodo a lo nuevo y han acometido una tarea que, por lo visto, queda por debajo de sus capacidades y de su ambición. Al encanto más personal se añade la seductora apariencia del entusiasmo.



El resultado no podía ser otro que una magnífica matinée, una gran velada, orgullo de la Asociación Cultural “Ven y ríe” que ha convencido -más poderosos son ejemplos que razones-
demostrando su capacidad con esta puesta en práctica de las dotes organizativas –Cristina- y directivas- Víctor-, dejando el listón muy alto. Su respuesta ha ido más allá de las esperanzas de todos los corazones que han latido al unísono. No han sido distracciones superfluas para mentes vacías, sino que hemos experimentado el sabor de la eternidad a través de las risas en la mañana alcalaína.



El día se ha vestido de fiesta y hemos llenado el tiempo de forma espléndida hundiéndonos en un largo ensueño. Esta gran mañana de domingo ya es historia, ya es pasado. Éste es el primer impulso de nostalgia, pero “Ven y ríe” le ha puesto la popa y se dirige a toda vela hacia la II Matinée que esperamos con impaciencia.


No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos
(“El principito”, Antoine de Saint-Exupéry)


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