martes, 4 de septiembre de 2018

Real Colegiata de San Isidoro

Dª Sancha con sus hijas,
Urraca y Elvira
En un ángulo del campamento establecido por la Legio VII Gemina romana hacia el año 68, se levantó un monasterio por orden del rey Sancho I “El Gordo” para cobijar los restos del niño mártir San Pelayo (escultura en la fachada), y la hermana del rey, Dª Elvira Ramírez, trasladó su comunidad desde el monasterio de Palat de Rey. Fue arrasado hacia el año 1000 por Almanzor y se reconstruyó pobremente. El rey Fernando I y su esposa, la infanta Doña Sancha, serían los grandes benefactores: rehicieron el templo dando inicio al arte románico y dispusieron ser allí enterrados. Se trasladó el cuerpo de San Isidoro desde Sevilla y se consagró en 1063, a lo que siguieron donaciones -como el cáliz de oro y ágata, donado por la infanta doña Urraca Fernández “La Zamorana”- y ampliaciones. En 1148 se había sustituido la comunidad femenina de monjas benedictinas por un Cabildo de Canónigos Regulares y la nueva iglesia se consagró en 1149.


La visita incluye el Panteón Real, la Biblioteca Capitular, el Museo-Tesoro y el Claustro. El pórtico occidental –nártex- de la iglesia palatina se convirtió en Panteón de los Reyes -donde descansan 33 miembros de la Corte leonesa- antes de 1063 en que se consagró la iglesia. Es de planta cuadrada y dividida en tres naves abovedadas, descansando los arcos en capiteles con gran carga simbólica, los primeros del románico español que reproducen escenas evangélicas. Pero lo más importante son las pinturas murales, en bastante buen estado de conservación, frescos anteriores a 1149 cuando se consagró la nueva iglesia, con programa iconográfico variado y dividido en tres ciclos relacionados con la liturgia mozárabe: Nacimiento de Cristo, Pasión de Cristo y Glorificación. En el intradós del arco está la escena más conocida, la única profana, el Calendario Agrícola, con doce medallones que cuentan la vida a lo largo del año. También hay una pila bautismal románica –o visigoda- de forma cuadrada para el baño por inmersión que se situaría a la entrada de la iglesia primitiva porque el bautismo era previo al acceso al templo.



Al consagrar una iglesia se la dotaba de reliquias, objetos sagrados y ricas piezas. En el Claustro se encuentra la Capilla de los Quiñones, la Sala Capitular del s. XII y lugar de enterramiento de esa familia en los ss. XV-XVI, que conserva la antigua portada medieval y restos de pintura de época gótica. Aquí está instalado el Tesoro, en el que destaca el Arca de los marfiles de San Juan y San Pelayo (1059, para contener sus reliquias), el Arca de las reliquias de San Isidoro (1063, madera y láminas de plata repujada, bordado andalusí en el interior de la tapa), Cruz de Fernando I y Sancha (réplica, 1063, marfil), Arqueta de los esmaltes de Limoges (s. XII, técnica del cobre esmaltado a fuego).

Hay otros elementos muy interesantes, joyas árabes de pequeño tamaño, cajitas, botes de marfil, arquetas, etc, quizá botín de guerra o donación de musulmanes: la Arqueta de las liebres (marfil, procedente de Al-Andalus); Idolillo escandinavo (cajita cilíndrica de asta de reno, s. X), Portapaz (marfil, s. XI), Ara de doña Sancha (1147), Cruz procesional de Enrique de Arfe (autor de la custodia de la Catedral de Toledo), tejidos (ss. X-XI, restos de trajes reales de las tumbas).

El cáliz de doña Urraca es una obra maestra que puede verse en la “Torre del Gallo”. Está compuesta por dos piezas de ágata de época romana que forman el cuenco y la base, a las que doña Urraca, hacia el 1063, incorporó decoración de oro y piedras preciosas. Además de su innegable riqueza artística, se piensa que fue venerado desde el s. IV como la copa que Jesucristo utilizó en su Última Cena. En la parte inferior, una inscripción dice:”IN NOMINE D(OMI)NI VRRACCA FREDINA(N)DI” (“En nombre del Señor, Urraca la de Fernando”).




El espacio es del s. XVI, obra de Juan de Badajoz el Mozo en la estética renacentista. Una puerta monumental da acceso a la nave rectangular dividida en tres tramos, cúpula central ovalada y medallones, atribuidos a Juan de Juni, en las pechinas. Una imposta recorre el muro con letras doradas elogiando a San Isidoro.





La Biblioteca cuenta con 155 códices de los muchos que se copiaron en la scriptoría que tenía la Colegiata. Otras existencias son misales, breviarios, Vida y Milagros de San Isidoro, cantorales, etc., y unos 800 documentos en pergamino, 300 incunables y 1.055 libros de los ss. XVI-XVIII. La joya es la Biblia Visigótico-Mozárabe o Codex Biblicus Legionensis, 960, escrita en el Monasterio de Valeránica (Burgos) por el presbítero Sancho y miniada por Florencio. Destaca por la abundancia y calidad de sus miniaturas, la riqueza de sus colores, la expresividad de sus figuras y como documento histórico al representar la vida social del s. X. Es el códice bíblico por excelencia de la liturgia mozárabe. Siguiendo ese modelo se escribió aquí la Biblia de 1162, copiándose las miniaturas pero acomodándolas al nuevo estilo. Los Códices De Santo Martino, hacia 1200, versan sobre la edificación moral de los canónigos y cuestiones teológicas y tiene iniciales ricamente ornamentadas. También hay cantorales de finales del gótico y época barroca: Cantoral s. XV, destacando el canto de Navidad, obra de Nicolás Francés, autor también del retablo de la Catedral de León.


En el Claustro se celebraron al comienzo del reinado de Alfonso IX de León las Cortes de León de 1188, por lo que se le considera la cuna del Parlamentarismo. De la época medieval sólo se conserva el tramo que une con la Basílica. El resto, de dos plantas, la primera plateresca s. XVI y la segunda neoclásica, s. XVIII. Se sigue utilizando para alguna fiesta tradicional como Las Cabezadas. En la capilla de los Vaca se encuentra el gallo-veleta (en cobre plomado recubierto de oro, finales s. VI, procedente del Golfo Pérsico que llegaría como obsequio o tributo) y una campana mozárabe, fundida en 1086. La torre se construyó en tres fases: los dos primeros tramos s. XI –parte más cercana a la muralla-, los dos siguientes s. XII –campanario-, cubierta s. XVIII.


En 1063 los reyes Fernando I y Sancha consagraron la iglesia antigua. Su hija, doña Urraca, inició la Basílica actual y, tras su muerte, la continuó Alfonso VII y su hermana la infanta Sancha. Tiene tres naves y tres ábsides. Destacan la Capilla Mayor (1513, bóveda de crucería, Juan de Badajoz el Viejo, retablo s. XVI, trono de exposición permanente del Santísimo Sacramento) y dos puertas, la principal o del Cordero (con San Isidoro y San Pelayo a los lados, rey David, músicos y signos de zodíaco) y la del Perdón (crucero sur, consagrada a los peregrinos, San Pedro y San Pablo a los lados).


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