jueves, 30 de agosto de 2018

Wanderlust

 
                              Wanderlust. From Caspar David Friedrich to Auguste Renoir
Hans Thoma, Solitude, 1906
El llamamiento de Rousseau para “volver a la naturaleza” y el movimiento –literario, con manifestaciones en la música y artes visuales- desarrollado en Alemania durante la segunda mitad s. XVIII, Sturm und Drang (“tormenta e ímpetu”), en el que participó Goethe y que concedía a los artistas la libertad de expresión, la subjetividad individual y los extremos de la emoción en contraposición a las limitaciones impuestas por el racionalismo de la Ilustración, desarrolló una conciencia moderna de la vida. Los rápidos cambios sociales que comenzaron en la Revolución Francesa tuvieron como reacción una nueva forma de conocimiento de sí mismo en un mundo acelerado, que ha llegado hasta nuestros días.


Karl Eduard Biermann, Wetterhorn Mountain, 1830

Carl Spitzweg, English Tourists in the Campagna, around 1835
El periodo romántico llevó a los artistas a descubrir la naturaleza, mirándola desde nuevos ángulos y explorándola a pie. Deambular, en el arte, vino a representar el viaje de la vida, la peregrinación simbólica pero constante. Para el viajero, el viaje a pie trajo consigo un nuevo e intensificado encuentro con la naturaleza y una forma de apropiación del mundo, sensual y física a la vez.

Paul Gauguin, Bonjour Monsieur Gauguin, 1889

En la Isla de los Museos de Berlín, la Alte Nationalgalerie es el referente en cuanto a pintura del s. XIX se refiere. En sus salas de la planta superior se presenta la exposición “Wanderlust. De Caspar David Friedriech a Auguste Renoir”, que se adentra en su temática en el sentido que la pintura romántica dio al senderismo y a la inmersión en la naturaleza, y que muestra a los artistas que vieron en el senderismo otra forma de hacer arte.




Richard Riemerschmid, In the Countryside, 1895
Anselm Feuerbach, Two Ladies in the Landscape, 1867

Jorgen Roed, An artista resting by the Roadside, 1832
El término Wanderlust es de origen alemán pero fue asimilado en el mundo anglosajón como concepto referido a la pasión por viajar. Etimológicamente, wandern podría traducirse como caminar o hacer senderismo, mientras que lust indica ganas o pasión por algo. El gusto de los románticos por regresar a la naturaleza nos lleva al senderismo como tema pictórico. En la actualidad el concepto se aplica a las personas inquietas, extrovertidas y aventureras, que siempre tienen un nuevo objetivo viajero en su mente, a aquellos que no dejan de planear escapadas, que buscan constantemente experiencias nuevas, que se dejan llevar por el sueño de una vida errante.

Moritz von Schwind, The Rose or The Artist´s Journey, 1846-47

La exposición se mueve en el contexto de finales del s. XVIII y comienzos del s. XIX principalmente, siguiendo el concepto originario de Wanderlust, y las diferentes secciones narran, como capítulos, diversos aspectos de este regreso a la naturaleza y al senderismo, quedando el viaje de la vida simbolizado en el viaje –también hay referencias al peregrinaje- como tema artístico.




Iwan Nikolayevich Kramskoy, Portrait of Ivan Shishkin, 1873
Jens Ferdinand Willumsen, A Mountain Climber, 1912

El descubrimiento de la naturaleza salvaje y la exploración que llevaron a cabo geógrafos como Alexander von Humboldt está en el comienzo del discurso, que avanza progresivamente por diferentes obras a lo largo de varias secciones temáticas: El descubrimiento de la naturaleza, El viaje de la vida, Los viajes del artista, Los Promenaders, Italia – Tierra de anhelo, Paisajes de Wandering North of the Alps.



                          Carl Gustav Carus, Wanderer on the Mountaintop, 1818


La pieza clave, punto de partida de la exposición, es “Wanderer über dem Nebelmeer” (Caminante sobre un mar de niebla), de Caspar David Friedrich. Sobre una gran roca de forma triangular –eje principal de la composición- se yergue victorioso el senderista que mira desde la cima un mar de niebla. Como da la espalda al espectador, éste tiene la misma visión que el protagonista, que parece en un momento de profunda reflexión. La obra, como otras del artista romántico alemán, produce percepciones como un sentimiento melancólico y cierto aire de ensoñación.
 
                     Caspar David Friedrich, Wanderer above the Sea of Fog, around 1817
Otra obra importante es la perteneciente al francés Gustave Courbet. Aparece saludando a su mecenas, Alfed Bruyas, con cierta actitud altiva –representante del realismo-, destacando el detalle de cómo en su mochila de viajero asoman sus herramientas de artista, lo que trataría de mostrar su libertad individual.
 
                        Gustave Courbet, The Meeting or bonjour Monsieur Courbet, 1854
Pierre Auguste Renoir da una imagen primaveral o veraniega en la obra “Chemin montant dans les hautes herbes”, en la que pequeños caminantes se pierden entre las altas hierbas. Las figuras se sumergen en el paisaje hasta casi perderse en el mismo, todo esto tratado con una pincelada corta y rápida propia de los impresionistas.
 
                                   Auguste Renoir, Path Leading through Tall Grass, 1876-77
Otras obras de distintos artistas (Carl Blechen, Karl Friedrich Schinkel, Johan Christian Dahl, Richard Wilson, Emil Nolde, etc.) muestran que el motivo del vagabundo en el arte a lo largo del s. XIX fue muy fructífero, no sólo en Alemania, sino en otros países como Francia, Gran Bretaña, Dinamarca, Noruega y Rusia.


Karl Friedrich Schinkel, Gate in the Rocks, 1818


                                                             Emil Nolde, Winter, 1907

Ernst Ludwig Kirchner, Sertig Valley, 1926






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