Río Henares: Matillas-Jadraque.
En un día de verano, caluroso, con el cielo limpio de
nubes y calor ya desde primera hora, vamos a seguir, de nuevo, el curso del
Henares desde Matillas. Los
recuerdos vuelan un poco atrás, a la desembocadura del Dulce y a la zona de la
Vega de los Batanes, por donde discurre el camino que llega, siguiendo el
Henares por su margen izquierda, hasta el nacimiento del canal de Bujalaro donde una pequeña represa desviaba el agua hacia
las compuertas, ahora cerradas. El foso del canal está excavado, profundo, pero
con bastante vegetación y sin agua. Aquí se considera el inicio de la etapa. Un
camino asfaltado, donde la bicicleta se desliza mejor, sigue hasta la carretera y el pueblo.
Se cruza el Henares, que lleva poca agua –sequía,
avanzado el verano- y tiene mucha vegetación de fondo. La escolta de su
abundante vegetación de ribera, lineal, delata su curso. Pero en cuanto se sale
del influjo del río es secano, cereal cosechado y girasol, sin vegetación
arbórea. Llevamos 0,7 km al llegar a la estación. Enfrente está la antigua fábrica de cemento El León, abandonada,
algo derruida pero con las enhiestas chimeneas alzadas como monolitos en honor
de una actividad pasada. El león de la puerta presenta un aspecto oxidado,
paradigma de toda la fábrica. Detrás hay unas pequeñas lomas, desnudas de
vegetación, con los Altos de la Soledad y de las Posturas.
En este punto arranca un camino por la margen derecha del
Henares y a la izquierda de la vía del tren. Las comunicaciones –tren y carretera-
siguen al río, que queda aprisionado entre ambas, oponiendo su trazado
curviforme, con muchos meandros, al rectilíneo artificial. A la izquierda, al
lado de la carretera, sigue el canal de Bujalaro –ahora en cemento- hasta una
antigua central, ruinosa aunque se han hecho algunas obras, poco antes de
desembocar en el río.
A los 4,6 km de recorrido se llega al camino de Bujalaro, que queda a la izquierda, en
alto, algo alejado, como la carretera. Está, a 841 m de altitud, en un pequeño
vallecillo lateral, rodeado de relieves alomados con campos de cereal
principalmente y vega de maíz y forrajes hacia el río, de frondosos sotos. La
carretera cruza el pueblo por el centro, pasando junto a la iglesia de San
Antón, s. XVI, con una bonita portada plateresca –obra de artesanos de la
catedral de Sigüenza- y un artesonado –trazas mudéjares, s. XVI- en su
interior. Perteneció el pueblo a las tierras de Atienza y al señorío de
Jadraque y terminó en manos del duque del Infantado hasta la abolición de los
señoríos. Por aquí pasó la calzada romana Complutum-Segontia, la ruta de la
Lana y el camino del Cid. Enfrente, al lado de una magnífica fuente, está la
ermita de la Soledad, junto a la que han colocado un original monumento al
emigrante, el sino de estos pequeños pueblos.
Pero sigamos donde lo habíamos dejado. El camino continúa
y pasa el arroyo del Prado, que viene de entre Cendejas de En medio y Cendejas
de la Torre, por la derecha, y el Arroyo de Fuente Rey, de Bujalaro, por la
izquierda. Se separa de la vía a la izquierda y a los 6,7 km llega otro Arroyo
del Prado, por la derecha, que viene de Jirueque.
Está a 842 m de altitud y también perteneció a la Tierra de Atienza y al Común
de Jadraque, pasando después a señorío. En su iglesia de San Bartolomé, de
origen románico pero modificado en el s. XVI, se encuentra el sepulcro conocido
como El Dorado –por el dinero del difunto o por el color que toma el alabastro
a la luz de las velas-, en honor al sacerdote Alonso Fernández, muerto en 1510.
Cerca, como en Bujalaro, se encuentras restos de castros celtibéricos que
indican la antigüedad del poblamiento de la zona.
El camino vuelve a la vía. A los 8 km hace un giro a la
derecha y cruza la vía. El Henares, a la izquierda, va muy escondido entre la
vegetación de ribera. Desde aquí se sigue la carretera CM-101, que pasa por un
estrecho entre el Cerro la Ceña a la derecha y el Alto de San Cristóbal a la
izquierda. Después se ven dos hileras de árboles que señalizan el curso de dos
ríos: el Henares a la izquierda y el Cañamares a la derecha, que se le entrega.
A los 10,2 km se cruza el Cañamares, que baja turbio
entre un espeso bosque de ribera formado por chopos, antes de entrar en Castilblanco de Henares. Está a 806 m
de altitud en un punto importante, vigilado por una torre vigía y de comunicaciones
construida en el s. X con piedras de yeso –de ahí el nombre del pueblo- en el
cerro El Pendolero, de la que no queda nada. La iglesia parroquial de Ntra.
Sra. del Rosario es de origen románico –arcos, portada-.
El río y la vía habían seguido una orientación
aproximadamente Oeste. Ahora hacen un giro de 90 º hacia el Sur. Se atraviesa
Castilblanco y se sigue por un camino que baja, en dirección SO, a encontrarse
de nuevo con el río del que se había separado. A los 11,8 km se llega a la
carretera CM-1000, con el camino en paralelo. La carretera va directa a Jadraque, pero el camino se aparta para
cruzar el Henares, a los 13,2 km, y llegar al barrio de la Estación junto a la
vía.
En este tramo final se han visto cultivos de regadío
–maíz-, en una zona llana vigilada por el poderoso castillo, al fondo. En
paralelo al río y a la vía discurre la Senda del río Henares, de 1,84 km de
longitud y sin dificultad, que nace en el puente Fabriqueros, pasa por una zona
de playa, el puente de Piedra, el puente del Batán y termina en la pasarela
peatonal. El puente de piedra, en la carretera CM-1000, fue construido a
principios del s. XX en caliza blanca sustituyendo a uno antiguo de madera,
tiene tres grandes arcos rebajados, y un arquillo para un caz, y tajamares
curvos.
Queda el regreso, que se empieza a hacer duro por el
calor. Al terminar la etapa, pasando junto al castillo, una parada permite ver
cómo la fortaleza señorea el valle, llano, con las arboledas de los ríos
acompañando su curso. En concreto se ve bien el Henares y casi en paralelo el
Bornova, que queda para más adelante, porque antes hay que recorrer el
Cañamares.
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