Olmedo
“Quién señor de
Castilla quiera ser, a Olmedo de su parte ha de tener”. Este refrán indica
la importancia que llegó a tener la población cuyo nombre se debe a la
abundancia de olmos en su término. Fue reconquistada en el s. XI por Alfonso VI
y repoblada bajo el fuero de Roa, participando en todos los avatares políticos
de la época hasta que dependió de la princesa que sería la reina Isabel la
Católica. También recibió el nombre de “Villa
de los Siete Sietes, pues poseía siete pueblos de su alfoz, siete arcos de
entrada, siete iglesias, siete conventos, siete plazas, siete caños o fuentes y
siete casas nobles”.
De su esplendoroso pasado conserva las murallas y Arco de
San Miguel, iglesias mudéjares (San Miguel, San Andrés –s. XIII, la “olma” en la plaza), iglesias de varios
estilos como Santa María del Castillo (portadas románica s. XII, mudéjar s. XV
y gótica s. XVI; sillería s. XV, retablo y relicario s. XVI, retablo s. XVII),
monasterios como el de la Concepción (reja románica, artesonado s. XVI),
conventos como Nuestra Señora de la Merced Calzada (actual Casa Consistorial),
etc.
En 1999 se abrió un espacio de ocio que hace referencia
al pasado artístico de esta localidad y de la Comunidad de Castilla y León: El Parque Temático del Mudéjar. En una
extensión de unos 15.000 m2 se distribuyen veintiuna réplicas
arquitectónicas a escala 1:8, que recorren el mudéjar castellano-leonés. El
Parque es, además, un vergel: cuenta con más de trescientas plantas que
incluyen acuáticas y palustres, coníferas, frondosas y arbustos y plantas de
flor. Esta vegetación permite hacer a la sombra parte del recorrido. El agua
también está presente en lagos artificiales, ríos y un estanque. Una visita que
no sólo puede gustar a los pequeños.
En el Palacio Caballero de Olmedo se ha preparado otra
visita lúdica que, mediante modernas técnicas expositivas, nos acerca al Siglo
de Oro (el Imperio, Colón, la magia) y al teatro de Lope de Vega (teatro virtual, jardín de doña Inés), que escribió
una obra con ese título. Un acertado resumen nos refresca la memoria sobre la
obra, que termina con el asesinato del caballero: “Que de noche le mataron, al caballero, la gala de Medina, la flor de
Olmedo”.
En la parte de atrás del Palacio, en la Corrala, se
desarrolla el principal objetivo de este viaje, la XIII edición del Festival
Olmedo Clásico, en este día con la obra “El criticón”, de Baltasar Gracián, en
la versión de Alfonso Plou, José Luis Esteban y Carlos Martín, representada por
el Teatro del Temple, con la
dirección de Carlos Martí. El grupo, como Gracián, Goya o Buñuel, son
aragoneses y, a su modo, surrealistas. Clarividentes en la crítica, utilizan el
humor de doble intención. Gracián es capaz de sintetizar una sentencia
profunda, un juego de palabras y una chispa de humor o ironía en una misma
frase.
La obra tiene carácter universal. Andrenio y Critilo
representan la pasión y el juicio, el primitivismo y la reflexividad, el
instinto y la voluntad. Representan la inevitable evolución personal. Y
Felisinda, la felicidad, es el horizonte de este catártico viaje. La búsqueda
de la felicidad es universal.
Este grupo, que ya ha tenido otras aventuras originales,
otras puestas en escena atrevidas, se atreve a representar en 95´una de las
obras cumbres del Barroco. Un reto estimulante y complejo, un trasvase
genérico, traduciendo la obra con libertad pero yendo a la esencia, relatando
el viaje catártico, vital, de alegoría en metáfora, de un país a un sueño, con
la premisa de que esa época no es tan distinta a la nuestra, que la realidad
puede ser la misma.
Lo lúcido y lo lúdico caminan de la mano, por eso la obra
es entretenida y divertida en primer lugar y ácida y reflexiva después. En el
espectáculo, Critilo y Andrenio son acogidos en una extraña embajada por el
embajador Salastano y sus amigos, a los que van a contar su viaje. La
dificultad de escenificar un viaje en un espacio único se solventa con el uso
de la música y la luz, y con un mobiliario tan escaso como polivalente, una
mesa central que se utiliza de múltiples formas.
En conjunto resulta una obra muy animada, sin demasiadas
reflexiones individuales, en grupo, con música y con algunas inevitables
concesiones “comerciales” que se agradecen para aligerar el peso del fondo de
la obra y de las frases textuales. Es un día entre semana y el teatro está
prácticamente lleno. Da gusto ver el interés de la gente por el maravilloso
espectáculo del teatro.
![]() |
Fotografías: Web del Festival |
No hay comentarios:
Publicar un comentario