sábado, 14 de julio de 2018


O Cebreiro.




Otra vez en O Cebreiro, camino trillado donde se arraciman diez siglos de peregrinaje, uniéndonos a la larga cadena humana que lo transita. Los caminos de mi vida siempre cruzan por este enclave de alma eremita, situado en Los Ancares a 1.330 m de altitud. Éste es uno de los lugares a los que la imaginación pone un halo mágico. Desde poco después de Herrerías comienza una fuerte ascensión que obliga a las bicicletas a seguir por la carretera. Paisaje espectacular de bosques y prados donde el verde lo invade todo, estallido de naturaleza.

Se pasa por La Faba y Laguna, últimos lugares de la provincia de León, y un monolito anuncia la llegada a Galicia, a la provincia de Lugo. O Cebreiro es el primer pueblo lucense, gallego, en el Camino de Santiago Francés. Un pequeño monumento, que recuerda la leyenda del peregrino alemán, y un cruceiro –con Santiago peregrino- en la llegada por carretera limitan la parte alta. Desde aquí se atalaya la geografía, el Camino de Santiago y el de cada uno. La vastedad de estos espacios impone, así como la fragosidad del terreno, lo enriscado y ceñudo del paraje, donde en otra ocasión hizo su aparición un jabalí.



Los orígenes son inciertos, envueltos en la niebla que, como hoy, se va apoderando de estas montañas y que dio origen a una leyenda: “Cuentan que un peregrino alemán, extraviado en los parajes del río Valcarce, envuelto en densas nieblas, se para y escucha a lo lejos, en lo alto, el son de una gaita. Era un “alalá” que en este lugar tañía un pastor, quien con sus notas sonoras le atrajo hasta el Santo Grial”.

Sería un poblado de pastores antes de fundarse un santuario-hospedería para dar albergue a los peregrinos, convertido en monasterio por iniciativa de Alfonso VI que cedió la administración a la Abadía de Saint-Geráud, de Aurillac. La protección real aumentó su importancia en la Edad Media. Fue visitado en 1486 por los Reyes Católicos y el s. XVI fue su momento de auge. Sufrió a principios del s. XIX, durante la guerra contra los franceses, y la Desamortización de Mendizábal fue prácticamente su fin.

El monumento más importante es la iglesia, Santa María La Real del Cebreiro. Prerrománica, fundada por monjes benedictinos en el s. IX, pasó a los monjes franceses con Alfonso VI y volvió a los benedictinos con los Reyes Católicos, abandonándose a mediados del s. XIX. Actualmente está regentada por franciscanos. En el exterior, de arquitectura angulosa y rudimentaria, destaca la torre-campanario -de planta cuadrada, con un vano en cada cara, cuyo sonido orientaba a los peregrinos en la niebla-, la cubierta a dos aguas y el macizo pórtico, todo en granito y pizarra, cuyo color ceniciento es la imagen del pueblo.

Interior: planta irregular, bóveda de medio punto en presbiterio y arco triunfal, tres naves irregulares y baptisterio. A la derecha del altar mayor está la capilla del Santo Milagro con la imagen de Santa María, el cáliz, la patena y las reliquias del milagro eucarístico. En la nave de la izquierda, de San Benito, sepultura de don Elías Valiña. La oscuridad favorece el sentimiento de recogimiento, la penumbra invade el espíritu. El baptisterio, separado del templo, contiene una pila bautismal -s. IX, una pieza, granito, gran tamaño para bautismo por inmersión- y el Cristo de San Damián, copia de un icono del s. XII, del que se dice que habló a San Francisco de Asís pidiéndole que restaurara la iglesia que amenazaba ruina.

Milagro: S. XIV, un día de invierno, nieve y frío, un campesino del pueblo de Barxamaior, Juan Santín, acude como siempre a misa, a pesar del mal tiempo. El sacerdote piensa que podría haber muerto sólo por venir a arrodillarse delante de un poco de pan y vino. En el momento de la consagración, la hostia se transformó en carne y el vino en sangre, y la Virgen inclinó la cabeza para adorar el cuerpo y la sangre de Cristo. El sacerdote y el campesino están enterrados juntos al lado del altar.



Esta historia se difundió por toda Europa y por los Reyes Católicos, que donaron el relicario, cáliz, patena. El cáliz y la hostia figuran en el escudo de Galicia. La tradición popular cuenta que la reina Isabel quiso llevarse las reliquias, pero poco más adelante los caballos se detuvieron y no quisieron avanzar. Los dejaron libres y regresaron a la iglesia, donde quedaron las reliquias.
Las leyendas inspiraron el argumento literario del Parsifal de Wagner.





Además de un monolito, al lado de la iglesia hay un pequeño monumento en recuerdo del que fue párroco, Elías Valiña Sampedro, estudioso del Camino al que dedicó su vida, recuperando la ruta, señalizándola con las famosas flechas amarillas y restaurando la pequeña población para devolverle su antiguo esplendor y acoger a los peregrinos.


El otro monumento son las pallozas, viviendas adaptadas a la montaña, de planta ovalada o circular, con un muro de piedra, pocos vanos –pequeñas ventanas y puertas- y techo alto, cónico y muy tupido, de paja cosida con retama, que aísla bien del frío y resiste el viento y el peso de la nieve. En ella convivían personas y animales y era ejemplo de austeridad en el mobiliario, reflejando el ambiente tradicional de la montaña. Su centro (Javier Ramos) era el boga, un caldero que colgaba de un gancho sobre la hoguera y proporcionaba calor, luz, alimento. Elegante austeridad. El tiempo congelado guarda el recuerdo de lo antiguo.

En una de las pallozas está el Museo Etnográfico, gestionado por la Xunta de Galicia, testimonio de la adaptación al medio de las gentes y de la conservación de las tradiciones, con un sencillo mobiliario y los útiles domésticos que reflejan las condiciones de vida y la distribución de espacios relacionados con la actividad ganadera y agrícola.


La tarde va avanzando y la niebla enseñorea los altos, diluyendo las siluetas de los montes que cortan a lo lejos el perfil del horizonte. El cielo va quedando vacío de luz y va cayendo en sombras, sin crepúsculo. En la penumbra del día declinante llega el momento de retirarse. Ya en otra ocasión disfruté del Mesón Antón. Con el padre jubilado, es el hijo, Diego, (638 350 753) quien lo regenta. En la cena hacen su aparición las maravillas gastronómicas gallegas: pulpo, embutidos, queso, etc. El producto estrella es el queso de vaca, que cuenta con Denominación de Origen.


Después de la cena, salimos a la niebla para contemplar el aspecto fantasmagórico de los pocos edificios a la escasa luz que languidece en la noche y para sentir en la cara su frescor y el de la niebla que, ya desde la tarde, se ha tragado el paisaje. Nos despedimos de Diego, al que agradecemos su amabilidad y hospitalidad, esperando que los caminos de la vida nos conduzcan de nuevo a estas alturas.


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