Las Médulas.
Constituye un “paisaje cultural” resultado de la
explotación minera de oro romana, situada en el pueblo homónimo, en El Bierzo,
al NO de los montes Aquilanos y junto al valle del río Sil, en la fosa
tectónica formada en el Terciario durante la Orogenia Alpina, con alteraciones
que dieron lugar a la aparición de “subunidades” como esta subfosa, amplia zona
sedimentaria. Los trabajos de extracción del mineral supusieron la alteración
del medio ambiente que ha devenido en un paisaje de arenas rojizas miocenas,
cubiertas en parte por vegetación. El
topónimo es parecido al monte Medulio, holocausto de galaicos, cántabros y
astures, que prefirieron darse muerte antes que entregarse a los romanos, cuya
ubicación se desconoce.
![]() |
Poblado metalúrgico de Orellán |
La zona estuvo ocupada por comunidades agrarias que
habitaban en castros. Sociedad castreña. Cada uno, compuesto por varias
familias, era independiente y autosuficiente y explotaba un territorio con una
economía de tipo doméstico. La muralla que rodeaba cada asentamiento es el
símbolo de la unidad de la comunidad-castro. En cada uno había una familia que
se dedicaba a la producción de objetos de metal –bronce, hierro- y los
suministraba a las demás familias intercambiándolos por productos agrarios. Sus
conocimientos tecnológicos podían abarcar trabajos de orfebrería en oro y
plata.
Los pueblos indígenas prerromanos ya explotaban el
yacimiento bateando los depósitos superficiales (placeres fluviales) formados
por la acumulación de minerales tras ser desmenuzados por la acción de agentes
atmosféricos y arrancados y transportados por las corrientes de agua.
![]() |
La Cuevona |
El fin de estas comunidades y de sus relaciones sociales
llegó con la conquista romana. La muralla derribada del castro de Borrenes es
un ejemplo de la violencia empleada. La nueva forma de extracción de recursos
reordenó el territorio, la población y la producción. La actividad agraria,
predominante, quedó condicionada por las exigencias de la explotación minera.
Se abandonaron los castros anteriores y surgieron nuevos asentamientos
caracterizados por su jerarquización y
su diferenciación funcional, apareciendo nuevas formas de desigualdad social:
el de Las Pedreiras era un núcleo residencial aristocrático de las clases
dominantes locales; el de Orellán representa al grupo social mayoritario, el de
los productores, y generó excedentes agrarios y artesanales además de su
actividad metalúrgica.
![]() |
La Encantada |
Los trabajos quizá empezaron en época del emperador Octavio
Augusto, quien dirigió personalmente las acciones para conquistar a los pueblos
del norte de la Península entre el 26 y el 19 a.C. Quedó incluida dentro del
Conventus Asturum, provincia Hispania Citerior, y fue una de las mayores minas
de oro a cielo abierto del Imperio.
La mina se explotó durante unos 250 años, se removieron
unos 300 millones de metros cúbicos de tierra y se extrajo gran cantidad de
oro, aunque quizá menos de lo que se ha supuesto. Plinio el Viejo, que en su
juventud fue administrador, da cantidades exageradas. También serían menores
las cifras de trabajadores, que pudieron llegar a los 20.000.
Sobre la dureza del trabajo, Plinio, que explica los procedimientos empleados –oscuridad,
turnos, derrumbes, etc.-, dijo que “es
menos temerario buscar perlas y púrpura en el fondo del mar que sacar oro en
estas tierras”. Floro apunta que:
“…así, los astures, esforzándose en la profundidad, empezaron a conocer sus
riquezas mientras las extraían para otros”.
La
zona reunía una serie de circunstancias favorables para su explotación: tierras
de aluvión, abundancia de agua y pendiente para usarla como fuerza, desagüe
hacia el Sil. El sistema utilizado era “ruina
montium”: se canalizaba el agua de los riachuelos y se embalsaba en la
parte alta, soltándola a través de las galerías horadadas, de fuerte pendiente;
la fuerza del agua deshacía la montaña y arrastraba las tierras a los
lavaderos. Los canales tenían una longitud total de unos 300 km, con una
pendiente de 0,6-1%, algunos en forma de túnel. Una de las captaciones venía
desde la falda NE del monte Teleno. El trazado de los canales exigía poner en
práctica una serie de conocimientos y técnicas topográficos. Era el ejército el
encargado de estas tareas y del manejo de instrumentos específicos, como el coróbata y la dioptra. Sin embargo, la
construcción y mantenimiento de la red hidráulica recaía sobre las poblaciones
locales.
Las minas eran propiedad del Estado y estaban gestionadas
directamente por el fisco imperial. Eran tierras públicas participando en la
organización de los trabajos las civitates vecinas. El trabajo que las
comunidades indígenas realizaban en las minas era parte del tributo que las
civitates debían al fisco, haciéndolo compatible con el desarrollo de las
actividades agrícolas y artesanales.
De esta explotación surgió en entorno paisajístico actual,
paraje histórico-arqueológico, modelado antrópico espectacular, atormentado,
con los conglomerados y arcillas del Terciario dando lugar a cárcavas y
cortados en materiales de intenso color rojizo. Al abandonarse la actividad, en
el s. III, la vegetación colonizó la zona, oponiendo su verde al rojo de la
tierra. Al ser un clima mediterráneo con gran influencia atlántica, dentro de
los ecosistemas forestales existe gran variedad, desde los bosques de ribera
(sauces, alisos, álamos) a encinares y rebollares.
La gran transformación vino por la introducción –quizá
por los romanos- del castaño, el árbol emblemático, convertido en cultivo, que
se asienta sobre el sustrato silíceo, mientras en el calizo abundan los
nogales. A consecuencia de los incendios se ha desarrollado mucho el matorral a
base de aulagas, escobas, jaras, retamas, brezos, etc. Y se dice que el lago de Carucedo se formó por el
estancamiento del agua utilizada. Desde sus inmediaciones puede iniciarse la
visita, en dirección al pueblo de Las Médulas, lo que permite visitar las
cuevas de La Encantada y La Cuevona.
Puesto que existe una senda
perimetral, la visita a la explotación puede iniciarse en varios lugares,
como el Mirador de Orellán, donde
pueden verse unas galerías, túneles que formaban parte de la antigua red
hidráulica, parte de un canal que introducía el agua en la red de minado del
interior de la montaña. Este canal se iniciaba en el vecino depósito de La
Horta y penetraba en la montaña de Pracias por una entrada hoy derrumbada (el
acceso actual es posterior). Dentro pueden apreciarse diversos ramales o
galerías que se bifurcan, hechas a mano con picos, mazos, etc., cuyas marcas
persisten.
Desde cerca del Mirador puede seguirse el Camino de los Conventos con la posibilidad
de ver uno de los canales (área El Valgón), una panorámica de la red hidráulica
(área Jardines del Rey), depósitos, etc. Al final, en la carretera Carucedo-Las
Médulas (área La Frisga), puede verse un sistema de explotación diferente de la
del Mirador (ruina montium), por surcos convergentes.
Enrique Gil y Carrasco dejó esta descripción: “Esta montaña, horadada y minada por mil
partes, ofrece un aspecto peregrino y fantástico por los profundos desgarrones
y barrancos de barro encarnado que se han ido formando por el sucesivo
hundimiento de las galerías subterráneas y la acción de las aguas invernizas,
que la cruzan en direcciones inciertas y tortuosas. Está vestida de castaños
bravos y matas de roble, y coronada aquí y allá de picachos rojizos y de un
tono bastante crudo, que dice muy bien con lo caprichoso y extravagante de sus
figuras. Su extraordinaria elevación y los infinitos montones de cantos
negruzcos y musgosos que se extienden a su pie, residuo de las inmensas
excavaciones romanas, acaban de revestir aquel paisaje con un aire particular
de grandeza y extrañeza que causa en el ánimo una emoción misteriosa”.
Gracias
ResponderEliminar