Rubens. Pintor de
bocetos.
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Prometeo |
El Museo del Prado
dedica esta exposición de carácter temático a la herramienta creativa que se
convirtió en género por la mano de Rubens, el artista que pensaba pintando, que
convirtió en arte lo que parece inacabado. Es el pintor de bocetos más
importante de la historia del arte europeo, con cerca de 500, una tercera parte
del total de su obra. Para la preparación de un cuadro se utilizaba sobre todo
el dibujo, aunque ya en Italia, s. XVI, artistas famosos como Tintoretto o Veronés
usaron el boceto al óleo. La aportación de Rubens, que también usó
preferentemente lápiz y papel, fue ampliar ese proceso preparatorio incluyendo
pinturas que le servían para elaborar sus ideas sobre la nueva composición,
para enseñárselas a sus clientes o como guía para sus colaboradores, según
fuesen más o menos acabadas y de diferentes tamaños.
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El descendimiento |
Según el Comisario
de la exposición ““hay un lenguaje formal que es específico de sus bocetos”, un
lenguaje que le permitía “definir las formas y encajar las composiciones,
describir las expresiones de las figuras y establecer un esquema de luz y
color, todo ello ahorrando tiempo al no llevar los bocetos al mismo nivel de
acabado que vemos en sus otras obras”. Lo cual no significa que sean obras por
terminar: son así. Las necesidades organizativas derivadas de su éxito
transformaron esas imágenes en un elemento organizado del proceso de
preparación de los cuadros.
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Diana y sus ninfas cazando |
Los bocetos se
denominaban de la misma forma que los dibujos, lo que indica el lugar indeterminado
que todavía ocupaban. La mayoría están realizados al óleo y en color y
utilizan, además del papel, soportes más fijos como el lienzo y la madera. Como
no necesitan una terminación tan cuidadosa como otros cuadros, dejan marcas del
pincel, huellas de creación. Son cuadros terminados, pero, al estar menos
elaborados, dan la impresión de no serlo, de que el artista aún trabaja en
ellos.
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Apolo y la serpiente Pitón |
Su aprecio por los
bocetos lo demuestra el hecho de que cuando los responsables de la Iglesia de
los Jesuitas de Amberes le preguntaron si podían quedarse con las tablas
preparatorias de los 39 cuadros que le habían encargado para el techo del
templo, Rubens prefirió, en su lugar, pintar un lienzo para un altar. Rubens
guardó en su colección particular, además de obras de Tiziano, Tintoretto o
Veronés, pinturas preparatorias de altares, cuadros de caza, ciclos decorativos
para palacios e iglesias, portadas de libros, esculturas, tapices o
construcciones efímeras. En cambio, Miguel Ángel había quemado todos sus bocetos
apenas un siglo antes.
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Psique siendo conducida al Olimpo |
La raíz clásica de
toda su pintura se fundamenta en su conocimiento de la cultura antigua y su
inclinación por lo épico. Todo se manifiesta en la búsqueda de la belleza, de
una realidad que trascienda lo que percibimos por los sentidos. La idea del
esfuerzo por alcanzarla se manifiesta en las solemnes coreografías y sus
dramáticos escorzos, herederos del arte de la antigüedad y de Miguel Ángel, que
se traducen en intensas emociones derivadas de su gran sensibilidad.
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La victoria de la Verdad sobre la Herejía |
○ La gobernadora de los Países Bajos
meridionales, la infanta Isabel Clara Eugenia, le encargó en la década de 1620
veinte tapices dedicados al triunfo de la Eucaristía, dogma que defendía, para
el monasterio madrileño de las Descalzas Reales. En ellos intervinieron el
pintor, sus ayudantes, los tejedores, etc.
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La glorificación de la Eucaristía |
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La expulsión de Adán y Eva del Paraíso |
○ También en la década de 1620 realizó 30 obras
para el techo de la iglesia de los Jesuitas de Amberes. Al tener que verse
desde abajo, los complicados escorzos exigieron un riguroso trabajo previo de
bocetos pequeños dedicados al estudio de las luces y las sombras, y de otros
grandes para el color.
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La pesca milagrosa |
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Aquiles descubierto entre las hijas de Licomedes |
○ Serie de Aquiles. Son ocho escenas de la vida
del héroe griego, preparadas en dos juegos de bocetos, unos pequeños –que se
exponen- y otros de mayor formato que fueron modelos para pintar los cartones
que usarían los tejedores. En el mayor y más acabado, Aquiles descubierto por
Ulises y Diomedes, pintó, tirado en el suelo del palacio, un ardiente corazón
rojo, símbolo del amor entre el héroe y la princesa Deidamia, que también
figura en la escena.
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Tetis introduciendo al pequeño Aquiles en el río Estigia |
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Inglaterra, Escocia, Minerva, Cupido y dos Victorias |
○ Pinturas para el techo de la Banqueting House,
palacio londinense de Whitehall, en la que se celebra el reinado de Jacobo I. Los
bocetos eran preparación para estas pinturas. En el que representa la unión de
las coronas de Inglaterra y Escocia se personifican ambas naciones unidas por
Cupido, el amor; encima está Minerva que ata las dos coronas.
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La caza del león |
○ Bocetos al óleo para la Torre de la Parada. En
1636, un Rubens ya mayor pintó para este pabellón de caza en las afueras de
Madrid, por encargo de Felipe IV, más de sesenta escenas mitológicas en las que
se ve la riqueza de su imaginación y parte del proceso de creación: delgada
imprimación, líneas verticales para encajar las figuras, etc.
Para cerrar la
muestra se presenta un cuadro abocetado aparentemente inacabado, un guiño a la
estética, el retrato a su hija mayor, que no es realista sino que está mejorado:
no es el retrato de su hija, es el retrato del amor con que él la mira.
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Hércules y el Cerbero
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En el s. XVIII
Diderot se preguntaba “¿Por qué un boceto hermoso procura más placer que una
pintura hermosa?” Quizá porque siendo indeterminado, deja más espacio a nuestra
imaginación. Byron, en su Don Juan, lo dijo poéticamente: “Un mero trazo es lo
mejor, lo demás lo pone la imaginación del lector”. Por ese hueco para el
espíritu, para la imaginación, asumimos el papel de creadores e intentamos,
instintivamente, terminar los bocetos.

El carro triunfal de Kallo
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Personificación de la vigilancia con la ocasión: un héroe militar aprovecha la oportunidad para hacer la paz |
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