lunes, 25 de junio de 2018


Pintura italiana sobre piedra, 1530 – 1555.




En el mundo clásico ya estaba tratada la relación de la pintura con la Geología y la Arqueología, pero fue en el s. XVI, en Venecia, cuando se renovaron las técnicas y los materiales artísticos. Los autores Sebastiano del Piombo, Tiziano, Daniele da Volterra y Leandro Bassano crearon obras realizadas en piedra monocroma –pizarra y mármol blanco-. Los artistas deseaban crear obras eternas y la estabilidad de la piedra les estimuló a usarla como soporte de la pintura y para demostrar su maestría –el procedimiento se consideraba secreto- y reproducir sugerentes efectos controlando la reflexión de la luz sobre su superficie. Esto provocó dos intensos debates: la mimesis –relación entre arte y naturaleza- y el paragone –competición entre pintura y escultura-. Esta exposición en el Museo del Prado trata de dar una visión de esta técnica.

El mundo clásico.
La capacidad para absorber y reflejar la luz hizo que el mármol y el lapis specularis (yeso) fueron materiales muy apreciados en el mundo clásico, e incluso el mármol blanco se asoció con la piel de los dioses. En su Historia Natural, s. I, Plinio indicó que en la naturaleza no existían líneas nítidas y que lo reproducido debía simular la visión como si se observara a través de un “lapis specularis”. A pesar de los escasos ejemplos conservados de pintura clásica sobre mármol, la técnica de los artistas griegos se transmitió por medio de los talleres medievales.


Copia romana del S. II d.C. de un original ateniense de la primera mitad del S.IV a.C.

Herma (poste señalizador), primera mitad s. I
Tiziano.
Vivió en Venecia rodeado, inspirado, de escultura clásica, de mármoles antiguos y conoció las colecciones arqueológicas de su tiempo. Recreó la imagen tradicional de los iconos bizantinos por medio de la anatomía de los dioses y atletas clásicos en su Ecce Homo, regalado a Carlos V. Haciendo visible la pizarra logró semejar las superficies desgastadas de las estatuas antiguas. Para pintar la Dolorosa, último encargo del emperador, eligió un fragmento arqueológico de mármol imperial, en el que los veteados del reverso se inspiran en los colores del pórfido y los murales romanos.

Ecce-Homo, óleo sobre pizarra, 1547.

La Dolorosa con las manos abiertas, óleo sobre mármol, 1555
Sebastiano del Piombo.
Parece ser el origen de la pintura sobre piedra, según Giorgio Vasari. En la Piedad, basada en dibujos de su amigo Miguel Ángel, invirtió siete años y estuvo muy preocupado por su fragilidad en el transporte a España (la placa se fracturaría durante la Guerra Civil española, cuatrocientos años después de su llegada). En el Cristo con la Cruz experimentó con los fondos oscuros y la superficie estriada del mineral, al mismo tiempo que evitaba los brillos sobre la pintura provocados por la iluminación. Los análisis han revelado que su técnica “secreta” consistía en aplicar una mezcla de aceite, resinas y cera fundidos con calor para asegurar la adherencia del óleo.

Piedad, óleo sobre pizarra, 1533-1539.

Cristo con la cruz a cuestas, óleo sobre pizarra, 1532-1535
Materiales.
Las rocas no eran consideradas entes inertes en muchos textos antiguos. En ellas estaba el origen de la humanidad según la mitología griega y la Biblia las asociaba a las figuras sagradas. El brillo, resistencia y buena absorción del color hicieron del mármol la roca preferida del mundo clásico para la policromía, pero en el Renacimiento la pizarra fue el soporte lítico habitual para pintar al ser más asequible. Las propiedades de esta piedra permitieron ampliar la gama cromática trabajando con menos pigmentos.



Piombo, Retrato de caballero, óleo sobre tabla, 1550-1555


Volterra y el taller de los Basano.
Fue el heredero romano del secreto de Sebastiano, pero sólo se conocen los dos retratos del mismo joven, que se exponen. Dejando visible la textura de la pizarra acentuaba el efecto de la representación. A finales del s. XVI, con la Contrarreforma, estas obras, que privilegiaban la simplicidad de las escenas y eran asequibles, convenían al edicto de Trento. En la Coronación de espinas y el Entierro se aprecia la disociación entre la figura, en primer plano, y el fondo, y también representan ejemplos de la producción seriada a menor escala de grandes composiciones en el taller de Jacopo.

La coronación de espinas, óleo sobre pizarra, 1590,1598

No hay comentarios:

Publicar un comentario