lunes, 7 de mayo de 2018

Sorolla y la moda.

Joaquín Sorolla pintando en su estudio
Ricardo del Rivero, 1911
La indumentaria, la moda, está muy presente en la obra de Sorolla, como pone de manifiesto esta magnífica exposición conjunta entre los Museos Thyssen y Sorolla que se centra de modo especial en los retratos femeninos, en los que se manifiesta tanto la apariencia como la personalidad y aspiraciones de los retratados. En ellos aparecen no sólo vestidos, sino también joyas y complementos, todo ello junto a los cuadros en los aparecen, acentuando la tendencia a la ambientación de las exposiciones, que no son meros cuadros colgados, con ser éstos muy importantes. Del mismo modo, esta elegancia que destilan los cuadros de Sorolla también se percibe en los más íntimos, en los retratos de su familia.


Sorolla íntimo.
Clotilde con traje gris
Las numerosas representaciones del ámbito familiar y de la vida cotidiana indican la importancia que Sorolla concedió a este aspecto de su vida, dedicando especial atención -bellísimos retratos- a su mujer, Clotilde, y a sus hijas, e incluyendo también imágenes de grupo. El tener estos cuadros expuestos en su casa y taller le sirvió para atraer la atención de una creciente y distinguida clientela, puesto que tanto Clotilde, como María y Elena, tenían un don natural para la elegancia, llevando con gran estilo trajes y sombreros. Sorolla siempre les traía alguno de sus viajes. Le gustaban más los vestidos de verano –los blancos a la luz del sol fueron protagonistas en su pintura-, aunque sin olvidar la mantilla sobre traje negro.

Alfonso XIII con uniforme de húsares
El retrato de sociedad
Joaquín Sorolla pintando en la Granja
José María Campúa, 1907
A lo largo de su vida, Sorolla retrató a numerosas personalidades: de la sociedad americana en sus viajes a los Estados Unidos, de la burguesía y la aristocracia, e incluso de la familia real española. Creó una imagen de la sociedad de finales del siglo XIX a través de sus retratos aristocráticos y, tras su ascenso social, burgueses. A todos estos encargos respondió con la expresión adecuada a esta élite, exhibiendo su forma de ser y su deseo de reconocimiento. La importancia de la indumentaria en la elegancia hace que los retratados, especialmente mujeres, posen con sus mejores trajes, aunque también se valora, junto con el lujo, el gesto natural en la actitud y la mirada, y la sencilla distinción. El estilo cambia desde la reproducción fiel de la nostalgia del pasado a través de la moda de fin de siglo, más clásica, a las nuevas tendencias en el vestir, a la más absoluta modernidad. Por todo ello, tuvo un gran éxito de crítica, siendo considerado heredero de los maestros clásicos como Velázquez y, a la vez, un renovador del género.

Alfonso XIII y su madre, la reina Mª Cristina
La reina Victoria Eugenia
Mª Luisa Martínez de Tejada


El veraneo elegante.
Sorolla y Clotilde, cala de San Vicente, Mallorca, 1919
Una vez descubiertos los efectos terapéuticos de los baños de mar, en la segunda mitad del siglo XIX, las costas y playas españolas –Santander, Zarautz, San Sebastían y las playas de levante- se convirtieron en destinos recomendados por los médicos y comenzaron a ser populares entre las clases altas, que los convertirían en escenarios elegantes en los que aparecieron el vestido y sus sofisticados accesorios, como sombrillas y sombreros. Sorolla, testigo de su tiempo, vio el papel fundamental que desempeñaron y lo reflejó en sus retratos junto al mar, haciendo posar en muchas ocasiones a su familia más cercana.
Elena en la playa
Figura en blanco, Biarritz

París y la vida moderna.
Clotilde paseando en los jardines de La Granja
A finales del siglo XIX surgió en las ciudades una “vida moderna”, caracterizada por la aparición, en una sociedad cambiante, de nuevas costumbres y formas de ocio como reuniones en los cafés, paseos al aire libre por parques y avenidas, asistencia a espectáculos como teatro, ópera o cabaret, que se convirtieron en las actividades preferidas por los habitantes de las grandes urbes. Sorolla estudió estas novedades en sus viajes a París, prestando atención a las que se producían en la alta costura femenina, que reprodujo o le sirvieron de inspiración en algunos de sus retratos.
La reina Victoria Eugenia en el palco del Teatro Real
Una casa a la moda.
Sorolla pintando a Clotilde con traje negro, Christian Franzen, 1906
La exposición continúa en el Museo Sorolla porque también en la exposición permanente pueden verse detalles como vestidos y retratos familiares, que dan vida al ambiente original de los espacios de la casa del pintor, una casa a la moda, con los más avanzados lujos y comodidades como calefacción, luz eléctrica, cuartos de baño, etc., y una decoración ecléctica, con muebles de distintos estilos, desde más antiguos a más modernos. La indumentaria siguió siendo un aspecto muy importante, como se pone de manifiesto en fotografías, etc.

Un Fortuny desconocido.
En el comedor de la Casa Sorolla hay un destalle bastante desconocido: Elena viste un “Delfos” amarillo, modelo diseñado por Fortuny inspirándose en el bronce griego del Auriga de Delfos. En su momento –las mujeres todavía llevaban corsé- fue considerado muy atrevido por la forma sinuosa ceñida al cuerpo, pero fue apoyado y alabado por personajes famosos como Marcel Proust, Isadora Duncan, Peggy Guggenheim, etc. Estas mujeres lo vistieron, así como las mujeres de la familia Sorolla, y puede admirarse en esta exposición.



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