lunes, 5 de marzo de 2018


TOULOUSE-LAUTREC y los placeres de la belle époque.



Toulouse-Lautrec es el símbolo de una época dichosa. Evoca la vida parisiense, de Montmartre, de sus cabarets, sus mujeres y sus placeres nocturnos. Ha conquistado la memoria colectiva de aquella época en la que el arte sufre una importante reforma, al hilo de los cambios producidos en la sociedad –especialmente en la urbana- por la revolución industrial. Lautrec se impregna del espíritu de la época y de las tendencias innovadoras, haciendo de la creación gráfica y del cartel algo novedoso, arte. Le presta una atención comparable a la que dedica a sus pinturas, añadiéndoles valor con la consideración de la calle, de los transeúntes, para lo que utiliza unos contornos lineales precisos, claros esquemas de colores y composiciones y encuadres originales que plasmará en una tipografía concebida a ese fin.

La nueva mentalidad, más abierta y hedonista, propició el disfrute de nuevos placeres al alcance de mayor número de ciudadanos. Los cambios sociales afectaron al arte, la literatura, los espectáculos y los usos sociales, tal como se puede apreciar en esta exposición en la Fundación Canal que reúne una de las dos únicas colecciones completas que existen de los carteles de Lautrec, procedentes del Musée d´Ixelles, Bruselas, compuesta de 65 obras, 33 de Lautrec y otros de importantes artistas coetáneos como Alfons Mucha o Jules Cheret.

Jane Avril, 1899. Ruptura con el estilo de los carteles anteriores, rechazado por el agente de la bailarina. Cuerpo de mujer entrelazado con una serpiente, diálogo plástico de dos formas en torno al tema de la ondulación, influencia de la sinuosa línea del Art Nouveau.





1892. Encargó a Lautrec un cartel con motivo de su actuación en
Ambassadeurs, elegante café-concierto de los Campos Elíseos.
Plano americano, zonas enérgicas de color, síntesis de la
personalidad del retratado.
LOS PLACERES de la noche. El cabaret parisién.
El aire de modernidad de París, consecuencia de la industrialización, la explosión demográfica y la efervescencia urbana, se refleja en la aparición, a finales del s. XIX, de numerosos cabarets y cafés-conciertos que exhiben espectáculos audaces y humorísticos a tono con el espíritu de libertad de ese periodo. Cantautores como Aristide Bruant, cantantes y bailarinas como Jane Avril, son las estrellas con sus canciones corrosivas y sus bailes libertinos. Actúan en locales como Chat Noir, Moulin Rouge, Les Folies Bergères, etc., símbolos de la época.

La Compañía de Mademoiselle Églantine, 1896, Jane Avril le pide un cartel para su actuación en el Palace Theatre de Londres enviándole una fotografía. Arabesco de la escena, alineación de las piernas con medias negras que marcan la perspectiva.

Jane Avril. Jardin de Paris. 1893. Dinamismo, “baila como una orquídea en delirio” (Maurice Joyant). Capta el frenesí que la poseía mientras bailaba, rostro pálido por el esfuerzo, ojos cerrados a medias, éxtasis. Aparece un solo músico, con el contrabajo.

Divan Japonais, 1893, en ese año el café Divan Japonais, en Montmartre, se convierte en cabaret con ambiciones literarias y artísticas y Lautrec hace un cartel para anunciar su reapertura, con Jane Avril como estrella pero en el papel de espectadora. El sombrero empenachado identifica a las jóvenes de la alta sociedad.
Aristide Bruant en Le Mirliton, 1894, menor tamaño porque se utiliza para ilustrar una colección de textos de Bruant y la portada de un libro dedicado a él.
May Milton, 1895, bailarina inglesa, pelo rojizo y tez pecosa que seducen a Lautrec, amiga de Jane Avril.
Moulin Rouge. La Goulue, 1891, Primer cartel tras recibir el encargo de un póster para el Moulin Rouge. La Goulue, célebre bailarina de cabaret y Valentín “Le Désossé”, de perfil. Figura en rotación que dinamiza la composición, éxito inmediato.


Manuel Orazi, Palacio de la Danza, 1900.
Alfons Mucha, La dama de las Camelias, 1896
Alfons Mucha, Lorenzaccio, 1896
LOS PLACERES de los escenarios.
Desde Napoleón III el teatro era una “libre empresa”, por lo que en el París de la belle-époque proliferaron teatros y salas de espectáculos de todo tipo. Los templos de la cultura erudita eran la Comédie-Française, el Odéon, la Opéra-Comique o la Opéra Garnier, pero se crean otras salas más pequeñas como el Théâtre de la Renaissance, el del Capucines, el Antoine o el Marigny. El teatro entra en la conversación habitual y las mujeres copian los trajes de las actrices.



Napoleón, 1895. Concurso para anunciar una biografía de Napoleón
que se publicaría en la revista estadounidense "The Century Magazine".
No ganó.
La castellana o el augurio, 1895. El buen efecto que surtió El Ahorcado hizo
que el director de La Dépêche de Toulouse le encargara un segundo cartel para
un nuevo folletín. Significado dramático: alertada de noche por la alarma, la
castellana se aleja de su mansión, seguida sólo por un perro. Renuncia a los
colores sólidos habituales, dos tonos en ambiente de penumbra.
LOS PLACERES literarios y artísticos.
La aspiración modernista de la sociedad de finales del s. XIX y principios del XX queda reflejada en la efervescencia artística y literaria, nuevas fuerzas dinámicas, individuales o colectivas, que cuestionan el arte clásico academicista y proponen alternativas de vanguardia. Los impresionistas alteran la forma de hacer las cosas y revitalizan la mirada sobre el mundo, la visión modernista se extiende por todas las ramas del arte. La difusión de todas estas expresiones vive un gran auge, la vida literaria y artística alcanza una popularidad inédita, el arte ya no es exclusivo de las capas altas de la sociedad. Los carteles promocionan publicaciones, periódicos, obras teatrales, ferias de arte, etc.

Babilonia alemana, 1894. Conflicto diplomático: con el pretexto de un desfile de caballería prusiana, dibuja al centinela de
guardia dándole los rasgos caricaturizados del Káiser Guillermo II. Se había garantizado la propiedad de los derechos y no aceptó la pretensión alemana de retirada del cartel. La publicidad aumentó el valor de sus obras.

LOS PLACERES modernos. El consumo.
La industrialización trajo como consecuencia una auténtica explosión en el consumo debido al gran desarrollo del comercio, al auge de los grandes almacenes, el desarrollo del crédito, el crecimiento de los asalariados y el nacimiento de las ligas de consumidores. Multitud de objetos y bienes, gran parte nuevos, comienzan a venderse a gran escala, naciendo la sociedad de consumo, y el cartel publicitario se convierte en un medio adecuado para promocionarlos sin dejar de ser plenamente artístico, condición necesaria para su éxito. La figura de la mujer se convierte en un eficaz reclamo, en una eficaz estrategia comercial.

La estampa original, 1893. André Marti, director del Journal des Artistes, comienza a publicar colecciones de grabados de
artistas contemporáneos y le encarga la portada de la primera: elige a Jane Avril, dama elegante envuelta en  amplio abrigo,
con su emblemático sombrero de plumas.




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