jueves, 22 de marzo de 2018


Rosario Weiss.


Rosario Weiss (1814-1843) es un caso singular en el arte español por su convivencia, durante su infancia y adolescencia, con Francisco de Goya, su primer preceptor. Destaca su especialización en el dibujo y que se conserven gran número de obras. Después estuvo exiliada en Burdeos por su condición de liberal y se formó en el Neoclasicismo francés al que adaptaría al gusto del Romanticismo español. El crecer en un ambiente avanzado y culto hizo que el ser mujer no constituyese un impedimento para desarrollar una profesión y consiguió ser reconocida como una artista profesional.

Madrid, 1821-1824. Formación con Goya.
En la Quinta del Sordo se inició en el dibujo completando o copiando –método libre y opuesto a la rígida enseñanza académica que Goya criticaba- los personajes, grupos y caricaturas que el pintor le había trazado. Pese a su modestia, estas obras son importantes porque documentan sus comienzos y conservan ideas de su maestro.


                    Francisco de Goya (copia del Autorretrato del Museo del Prado), Madrid, 1824. 
                    Copiado con ayuda del pintor, quien trazó con tinta de tono suave las líneas generales                          que ella completó aunque con trazos discontinuos.


El Genio de la Libertad, Burdeos, hacia 1831.
Alegoría en la que España es liberada del Absolutismo
Burdeos, 1824-1833. Formación con Lacour.
El ambiente represivo de España hizo que Goya se trasladara a Burdeos, donde siguió enseñando a Weiss hasta que, hacia 1825, ingresó en la escuela pública de dibujo que dirigía Pierre Lacour, recibiendo una instrucción académica y aprendiendo la técnica de la litografía. La expresividad de sus orígenes se cambió por el trazo preciso y limpio que predominaba en Francia, en la estela de Ingres, como se aprecia en sus retratos, alegorías, paisajes y estudios de árboles.

Virginie Kenebel, Burdeos, 1832, interés por el circo, famosa acróbata francesa durante un arriesgado número ecuestre.

Autorretrato?, algo idealizado, Burdeos, hacia 1830.

Madrid, 1833-1843. Carrera profesional.
Se inspiró en el Museo del Prado y en la Real Academia de Bellas Artes, donde copió a lápiz y al óleo pinturas de los grandes maestros, mostrando sus obras en exposiciones. En el Liceo contactó con clientela interesada en sus retratos a lápiz. En esa etapa realizó paisajes, estudios de plantas y escenas circenses. El reconocimiento le llegó en 1840 al ser nombrada académica de mérito de San Fernando y en 1842 al acceder al prestigioso cargo de maestra de dibujo de Isabel II. Murió de cólera en 1843.

                Retratos.

La Tirana (copia de Francisco de Goya), Madrid, hacia 1836. En la                                                  Real Academia copió algunos cuadros, como éste, por encargos de           particulares, ejecutándolos con mucha exactitud.

Los duques de San Fernando (copia de Rafael Tegeo), 
Madrid, hacia 1836.

 Francisco de Goya (copia de Vicente López), 
                                                                    Madrid, 1834, presentado en la exposición de la Academia                                 de 1834, que se la compró por 640 reales.
 Retrato femenino, Madrid, hacia 1840, 
                                                                        estilo cercano a los retratos a lápiz, realista y                                                                                     descriptivo en los detalles, pincelada meticulosa, original                     gama cromática sobre fondo oscuro.

Ángel custodio, Madrid, 1841, 
                                                                    presentada en la exposición de la Academia en 1841,                                                                  recuerda a los ángeles de Goya en San Antonio de la Florida.




                 Retratos de literatos.
José Zorrilla, Madrid, 1840. Retrato algo idealizado del escritor más
popular del Romanticismo español
Retrató a algunos de los escritores más conocidos –tenía mucho interés por las letras- como José Zorrilla, José de Espronceda o Ramón Mesonero Romanos, socios también del Liceo Artístico y Literario. Ramón de Campoamor, a pesar de no ser retratado, le dedicó una de sus composiciones.






Paisajes idealizados, ruinas y estudios del natural.
Castillo en ruinas, Madrid, 1833-1840. Quizá siguió alguna estampa, pero lo que prima no es
el aspecto arqueológico, histórico o artístico del edificio, sino la evocación de las glorias
del pasado.
El Romanticismo representó ruinas medievales como metáfora de la fugacidad del poder, de la belleza y de la vida.





La imagen de la mujer
                                      La buenaventura, Madrid, 1841-1843. Una adivina lee la mano a una joven 
                                        que escucha atenta mientras su compañera le susurra al oído. Tema frecuente en 
                                        la pintura costumbrista que puede interpretarse como una crítica a la superstición.


1 comentario: