Murillo.
Al cumplirse cuatro siglos desde su nacimiento en
Sevilla, la ciudad homenajea al famoso pintor del barroco español, su ilustre
vecino, el artista que mejor supo captar el espíritu de la Sevilla de la época
–un mundo en decadencia, pero con nobles valores como la dignidad de la
pobreza, la solidaridad, la compasión o la esperanza-, con una completa
programación de actividades entre las que se encuentra un conjunto de
itinerarios, “Las Miradas de Murillo”,
que pretenden exponer los distintos temas que abordó a lo largo de su vida como
pintor: la Inmaculada Concepción, La Santa Infancia, Retratos, Los Niños,
Visiones y Éxtasis, Mujeres, Vestimenta y Moda, Bodegones, Instrumentos
musicales.
Este programa tiene un carácter complementario y transversal
con respecto al itinerario principal, “Tras
los pasos de Murillo”, que recorre algunos de los lugares más emblemáticos
de la ciudad del siglo XVII con los que el pintor tuvo relación y donde pueden
contemplarse muchas de sus pinturas. El recorrido por la vida de Murillo sirve también
de excusa para recorrer Sevilla.
Dejando más al oeste el Palacio de las Dueñas (Casa de
Alba. En una vivienda de alquiler nació Antonio Machado) que desarrolla la
temática de los retratos, comenzamos la visita en la Casa de Pilatos (Casa de
Medinaceli) que muestra reproducciones sobre el tema de la Inmaculada
Concepción. Atravesando el encanto de las calles estrechas y las placitas se
llega, al este, a la Iglesia de Santa María la Blanca, antigua sinagoga judía, que
conserva “La Santa Cena”.
El Real Alcázar contuvo alguna de sus obras mientras fue
“Museo Napoleónico” durante la ocupación francesa y al lado, en el Archivo
General de Indias (interesante exposición “Guadalquivir, mapas y relatos de un
río), que ahora muestra algunos de sus bocetos (San José y el Niño), instaló la innovadora Academia
de Pintura. Próximo está el Hospital de la Caridad, institución en la que había
ingresado y para la que realizó pinturas importantes, que enseña el cuadro "Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos".
Hacia el oeste, queda la Casa natal del artista y el
Museo de Bellas Artes, antiguo Convento de la Merced Calzada, que muestra en la
antigua iglesia “Murillo y los Capuchinos
de Sevilla”, exposición que cuenta por primera vez con el retablo completo
pintado por el artista sevillano, así como su proceso creativo. El convento de
Capuchinos de Sevilla se fundó en una capilla extramuros dedicada a las santas
Justa y Rufina en el lugar donde, según la tradición, sufrieron martirio.
Murillo pintó el retablo mayor presidido por “El jubileo de la Porciúncula” y
rodeado por pinturas de asuntos devocionales.
La faceta gráfica de su producción queda probada en su
importante papel por el conjunto de dibujos
preliminares y bocetos. Además, las
radiografías aportan información sobre el proceso creativo, como el uso de
contornos luminosos alrededor de las figuras principales o como las
modificaciones en la composición (arrepentimientos). Estos estudios técnicos
tienen la utilidad de servir de base científica para encarar las
restauraciones.
En el recorrido por la ciudad se pueden ver otros
detalles como, por ejemplo, lugares inmortalizados por el genio de Cervantes.
Y, finalmente, siempre queda tiempo para pasear, a pesar de la lluvia, hasta otros
puntos de interés como la Plaza de España.
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