Pueblos abandonados (I).
Tobes |
Esta es una historia de crepúsculos, donde el pueblo está
al principio y al final de la mirada. “La España vacía” (Ed. Turner Noema,
Madrid, 2016) es el título del magnífico libro de Sergio del Molino en el que
expone su visión de las dos Españas -que no son las de Machado-, la urbana y la
rural –vacía-, que aparece de pronto, nada más abandonar las ciudades. El mundo
civilizado siempre ha sido la ciudad –griegos, romanos, árabes-, tanto en
términos demográficos como en concepto y el campo no era parte de esa
civilización, opuesta a la barbarie según el mito. En Portugal tienen un dicho
ilustrativo de esto: “Portugal é Lisboa e
o resto é paisagem”. Los gobernantes españoles utilizaron esas comarcas
aisladas para desterrar a sus enemigos políticos: Quevedo en la Torre de Juan
Abad, Fray Bartolomé Carranza –arzobispo primado- y la religiosa María de los
Dolores Rafaela, sor Patrocinio, en Torrelaguna, la princesa de los Ursinos y Jovellanos
en Jadraque.
Querencia |
Por otro lado tenemos el tópico del Beatus Ille: Fray
Antonio de Guevara y fray Luis de León predicaron el regreso al campo
primigenio y, aunque no cumplieron su aserto, esto indica que la confrontación
entre la España rural y la urbana es anterior a la revolución industrial y al éxodo
campesino. El campo ha sido objeto de estudio desde la ciudad (Institución
Libre de Enseñanza, Azorín, Unamuno, Machado), de ejemplificación del atraso
(Las Hurdes, Alfonso XIII, Luis Buñuel) y de redención (Misiones Pedagógicas).
Bujalcayado |
La primera oleada de despoblación se produjo en el siglo
XIX como consecuencia de la filoxera, pero lo que Sergio del Molino llama el
Gran Trauma se realizó rápidamente, en menos de veinte años, entre 1950 y 1970,
aunque ya había habido emigración campo-ciudad antes. La pobreza, las
posibilidades de otro trabajo, la política hidráulica, etc., propiciaron el
abandono de los pueblos y, como consecuencia, muchas aldeas desaparecieron y
otras, con escasa actividad económica y sin servicios, quedaron como residencia
de ancianos. Cuanto más pequeño es un pueblo, más difícil es encontrar vecinos
de menos de cincuenta años. Pero, “la
España urbana no se entiende sin la vacía. Los fantasmas de la segunda están en
las casas de la primera”.
Tobes |
La oposición campo-ciudad fue muy clara. En las
sociedades pequeñas podía funcionar una organización de tipo tribal, cada vez
menos reconocible en las sociedades urbanas. Los mozos de los pueblos de
Guadalajara no querían casarse con las mozas que habían ido a Madrid a servir,
según cuenta Cela en “Viaje a la Alcarria”. En el campo arraigaron idearios
como el carlismo o el nacionalismo con argumentos antiurbanos y se pensaba que
la gran capital no representaba a la región, por lo que, como capital de
algunas Comunidades Autónomas, se eligieron ciudades secundarias con valor
histórico como Santiago de Compostela, Mérida o Vitoria. La España vacía se
mantenía como el frasco de las esencias.
Bujalcayado |
El vértigo producido por la rapidez y profundidad del
cambio provocó el recuerdo de los orígenes, de las mitologías rurales, que
mantuvieron la existencia de los pueblos en la memoria, y la aparición de
libros (Julio Llamazares, “La lluvia amarilla”, 1988, “Como arena, el silencio
sepultará las casas. Como arena, las casas se desmoronarán…”), programas de
televisión (José Antonio Labordeta, “Un país en la mochila”), letras de
canciones, películas (Los santos inocentes, El disputado voto del señor Cayo),
etc. Todo esto convirtió a estos pueblos en lugares de una gran carga
emocional.
Aunque la España vacía nunca estuvo llena, el cambio
produjo que catorce provincias quedaran heridas de muerte y agonizantes,
lugares idóneos para la instalación de infraestructuras peligrosas o molestas
(centrales nucleares, minas de uranio, etc.). Una de estas provincias, Guadalajara,
siempre ha tenido presente la despoblación: en el siglo XX, 23 pueblos fueron
abandonados y, en 2015, de los más de 8.000 municipios españoles, 1.222
contaban con menos de cien habitantes empadronados, 168 de ellos en
Guadalajara. En el territorio Henares, como lo llama Antonio Gómez Sal
–Universidad de Alcalá de Henares-, hay varios de estos pueblos, de los que
hemos elegido –sin ningún motivo concreto- éstos: Tobes, Querencia,
Bujalcayado, El Atance y Sacedoncillo.
Tobes está situado al Norte de la Sierra de la Pila, a 1.020 m de
altitud. Perteneció a Villacorza y después a Sienes. Para todos los servicios
dependía de los pueblos de la comarca. Su población era de 64 habitantes (14
vecinos) en 1827, que se habían incrementado hasta los 80-90 en 1950; sin
embargo en 1972 había un matrimonio y en 1973 quedaron vacías sus 15 casas. La
falta de infraestructuras, electricidad y agua corriente, el empobrecimiento de
las tierras, los minifundios (la concentración parcelaria no se hizo hasta
1988) que dificultaban la mecanización, la existencia de más población
(familias numerosas) que la que podía mantener, etc., hizo que la despoblación
comenzara incluso antes de la Guerra Civil.
Su origen está en los siglos XI-XII, como indica su
iglesia románica, y destaca por sus calles bien trazadas y por el tamaño,
calidad de construcción y excelente estado de conservación de sus edificios.
Las viviendas eran en su mayoría de dos plantas, con buen trabajo en piedra
–dinteles y pilares de granito para mayor duración- y con balcones de forja en
las fachadas. En la plaza central está la fuente con viviendas haciendo arco y
debajo unas galerías subterráneas utilizadas para la cría del cerdo. En el año
2004, Jorge Viroga rodó la película El Guardavía, filmada e interpretada por
niños. Aunque un canadiense compró la mayoría de las casas y proyectó un centro
de turismo rural, no parece que ese plan siga adelante.
QUERENCIA, cerca de Tobes, también está situado al Norte de la Sierra de la Pila, a 1.000 m de altitud. Estuvo bastante poblado, puesto que en 1845 tenía 44 casas. En la actualidad hay pocas abiertas, aunque alguna está completamente rehabilitada y hay otras en obras. La iglesia románica está prácticamente hundida.
QUERENCIA, cerca de Tobes, también está situado al Norte de la Sierra de la Pila, a 1.000 m de altitud. Estuvo bastante poblado, puesto que en 1845 tenía 44 casas. En la actualidad hay pocas abiertas, aunque alguna está completamente rehabilitada y hay otras en obras. La iglesia románica está prácticamente hundida.
Hablamos con un señor que está en unas obras y que resulta ser el Alcalde. Nos cuenta que hay ocho personas empadronadas aunque realmente no viven todas, que este año han tenido problemas con el agua a causa de la sequía porque tienen sólo un manantial, que en algunas informaciones se dice que el pueblo está abandonado pero que no es cierto y que están tratando de reconstruir lo que se pueda. La asociación Levantando Querencia, fundada en 2010, también contribuye a ello.
BUJALCAYADO es un pueblo escalonado que se cobija en la ladera de la sierra de su nombre, orientado al Sur sobre un pequeño valle cuyas aguas, después de alimentar las salinas, son recogidas por el río de la Dehesa, afluente del Salado. Estas salinas proporcionaban un trabajo durante el verano diferente de la agricultura y ganadería tradicionales en todos los pueblos.
Madoz, en 1848, indicaba que había 14 casas, 16 vecinos y 56 almas. La escuela contaba con cinco alumnos. En su momento de mayor población tuvo 18 casas y unas 70 personas aproximadamente. En 2010 únicamente quedaba un habitante, como en La lluvia amarilla. Para los servicios dependía de los pueblos cercanos o de Sigüenza y un problema grave en su existencia fue la escasez de arbolado, la falta de leña.
(Sigue en Pueblos Abandonados II )
BUJALCAYADO es un pueblo escalonado que se cobija en la ladera de la sierra de su nombre, orientado al Sur sobre un pequeño valle cuyas aguas, después de alimentar las salinas, son recogidas por el río de la Dehesa, afluente del Salado. Estas salinas proporcionaban un trabajo durante el verano diferente de la agricultura y ganadería tradicionales en todos los pueblos.
Madoz, en 1848, indicaba que había 14 casas, 16 vecinos y 56 almas. La escuela contaba con cinco alumnos. En su momento de mayor población tuvo 18 casas y unas 70 personas aproximadamente. En 2010 únicamente quedaba un habitante, como en La lluvia amarilla. Para los servicios dependía de los pueblos cercanos o de Sigüenza y un problema grave en su existencia fue la escasez de arbolado, la falta de leña.
(Sigue en Pueblos Abandonados II )
QUE ACTIVIDADES DESARROLLA LA ASOCIACIÓN LEVANTANDO QUERENCIA.
ResponderEliminar