jueves, 19 de octubre de 2017

Valdearenas - Trijueque

 
(Félix)
Un domingo más el grupo senderista Ande Andarás, magníficamente capitaneado por Félix, prepara otra salida y nos reunimos en Tórtola de Henares. El grupo va en aumento y se ven caras nuevas. Además de los “tórtolos” estamos gente de Guadalajara, de Alcalá de Henares, de Torrejón de Ardoz y hasta de… Móstoles!!! Vamos en coche hasta el pueblo de Valdearenas, Guadalajara, (no confundir con la playa nudista de Valdearenas, Liencres, Cantabria) desde donde empieza la ruta.




Estamos en la comarca de la Alcarria, cerca de la Campiña, y en el tramo medio del río Badiel. Los cultivos de secano, cereal y olivos –una rama aparece en el escudo-, ocupan las ondulaciones del terreno, con monte bajo y encinar en las lomas. La población está situada en un ligero otero a 783 m de altitud y sus pobladores (apodados “guarrosos” por los pueblos vecinos) han descendido desde los más de 600 en 1580 hasta los 95 de la actualidad, con las lógicas fluctuaciones a través del tiempo.

Aunque se ha encontrado algún resto prehistórico como la “Estela Discoidea”, el pueblo se fundó con la repoblación que siguió a la reconquista en el siglo XII. Pertenecía al alfoz de Hita, cuya pujanza económica permitió edificar una iglesia románica en el siglo XIII, bajo el señorío de la Casa de los López de Orozco (siglo XIV) y de los Duques del Intantado (siglos XV al XIX), aunque obtuvo el privilegio de villazgo en el siglo XVII. Un hijo de la localidad, Fray Bernardo de Atienza, de la Orden de San Agustín, edificó el Colegio de San Agustín en la Universidad de Alcalá de Henares. Quedó afectado por la batalla de Guadalajara en marzo de 1937, cuando se quemó el archivo parroquial.

De sus monumentos quedan las ruinas de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, con la fachada meridional románica del siglo XIII, y el resto muy modificado en los siglos XVI y XVII: era una iglesia columnaria con planta de salón construida en sillería y mampostería caliza blanca. También subsiste una fuente del siglo XVIII, con un depósito sobre pedestal de piedra.


Salimos, dejando a la izquierda las imponentes ruinas, en otro buen día aunque con más nubes en el cielo, disfrutando de la tibieza, por un ancho y polvoriento camino que serpentea por los pequeños desniveles del terreno, marrón en los trozos arados y con olivos. A nuestra derecha queda Hita acostado sobre el monte cónico que lo protege. Tonos del paisaje: horizontes amplios, nubes altas. El sol de la mañana de domingo se extiende por el paisaje. Poco después nos envuelve el estrépito y el polvo que levantan un grupo de motoristas. El olivar, de verdegris plata, nos sigue rodeando mientras dejamos a la izquierda, en alto, la urbanización El Mirador y de frente aparece Trijueque. Lo que nos queda es una buena subida.


Ya en lo alto llegamos a la Fuente Grande, que tiene también un lavadero, todo un gran conjunto en caliza grisácea. Por la calle a la derecha llegamos a la gran plaza, con acceso bajo soportales, donde está el Real Parador de Carruajes (1788, trazas de Ventura Rodríguez, fonda hasta mediados del siglo XIX) y el Ayuntamiento, construido en el siglo XVI para el Concejo al ser convertido en villa y reconstruido tras la Guerra Civil.


Desde la plaza vamos a tomar un café al bar Garví, donde nos atienden Emilio, primo o así de Félix, y su camarera antes de continuar por el Balcón de la Alcarria desde donde se ve una inmejorable panorámica hacia el río Badiel puesto que estamos a 998,9 m de altitud. Este pueblo, que ha aumentado rápidamente su población hasta los 1.256 habitantes, tiene aquí parte de su historia, donde estuvo la ciudadela levantada por los Mendoza de la que no queda nada.


Desde la reconquista en el siglo XI perteneció al Común de Villa y Tierra de Hita, en el siglo XIV pasó a manos de Íñigo López de Orozco y en el XV a los Mendoza, aunque fue declarado villa a principios del siglo XVI. Durante el siglo XV estuvo aquí Juana “la Beltraneja”, hija de Enrique IV, puesto que el primer Conde de Tendilla era su tutor. En el escudo de armas municipal aparece una muralla, de la que sólo quedan algunos torreones, uno cercano. Ocupando parte de la antigua ciudadela de los Mendoza se encuentran las ruinas de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, quizá de planta de salón, con elementos platerescos –portada- en la fachada.

(Juan M. Rodríguez)
El acontecimiento que más ha marcado a esta población fue el desarrollo de la Batalla de Guadalajara durante la Guerra Civil y todavía en 2016 se desactivaron dos granadas procedentes de aquellos años. La batalla se libró entre los días 8 y 18 de marzo de 1937 y este pueblo quedó en medio del frente por lo que los daños en vidas y destrucción fueron muy importantes. Los acontecimientos históricos se sobrepusieron a su voluntad.

El plan italiano consistía en concentrar en la meseta cuatro divisiones y atacar en un frente de 15 km con especial concentración en 3 km, tomándose en días sucesivos Trijueque, Torija y Guadalajara, para continuar sobre Alcalá de Henares. El día 8 se avanzó rápidamente desde Algora, pero hubo retención en Almadrones y el mal tiempo atascó la línea de ataque dando tiempo a la llegada de Lister (11ª División republicana, compuesta por la 11ª Brigada Internacional Thaelmann –alemana- y por la Brigada del “Campesino”) que se estableció en los bosques entre Trijueque y Torija. Trijueque fue ocupado a media mañana del día 11 por las Plumas negras italianas (CTV), pero fue recuperado el día 13 por los republicanos apoyados por su aviación. Los italianos adolecieron de mala preparación en los soldados y el material y en la lejanía del punto de avituallamiento, Sigüenza, bombardeada por los republicanos el día 16.


Esta batalla fue magnificada por ambas partes. Fue la primera derrota del fascismo internacional, de las tropas enviadas por Benito Mussolini, pero las bajas fueron parejas y no abandonaron tanto terreno como habían conquistado los días anteriores. Miguel Hernández explicó la situación en los sentidos versos del poema “Sanguinario Mussolini”:
                “Ven a Guadalajara, dictador de cadenas, // carcelaria mandíbula de canto,
                Verás la retirada de tus hienas, // verás el apogeo del espanto.
                Rumorosa provincia de colmenas, // la patria del panal establecido,
                La dulce Alcarria, amarga como el llanto, // Amarga te ha sabido.”

Desde este alto mirador vemos cercanas ruinas que evocan tiempos pasados, pero también podemos dilatar la mirada sobre el magnífico paisaje presente de tierras y olivares que descienden al valle en un atenuado declive de campos. Ante nosotros se abre una profunda perspectiva de labrantíos. Nuestros ojos abarcan un horizonte tan ancho que lo incluye todo. Dejamos esta población cuyo patrón es San Bernabé (terminó con una plaga de langostas), y donde los mozos y mozas solteros celebran, en un garaje o cochera, las fiestas de La Peseta y El Duro, respectivamente. A los que no quieren celebrarlo se les llama mansos y todo termina con los mozos persiguiendo a las mozas –como ha sido siempre- por todo el pueblo. 


Bajamos hasta la Fuente Grande, donde los senderistas dan rienda suelta a sus aficiones alpinistas ...





 y deshacemos el camino adentrando poco a poco la mirada en la extensión ondulada.




¡Juventud, divino tesoro! (Rubén Darío)



Las nubes se han movido dejando en descubierto la enorme superficie del cielo, desnudando la mañana. El calor ha ido aumentando, pero no se anda mal. La ruta no ha sido ni larga ni dura pero alguno se ha cansado ...




 por lo que al llegar ejecutamos unos ejercicios de estiramiento sin mojarnos a pesar de que los hacemos con Lluvia (perdón por el chiste fácil y malo).

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