Valdearenas - Trijueque
Un domingo más el grupo senderista Ande Andarás,
magníficamente capitaneado por Félix, prepara otra salida y nos reunimos en
Tórtola de Henares. El grupo va en aumento y se ven caras nuevas. Además de los
“tórtolos” estamos gente de Guadalajara, de Alcalá de Henares, de Torrejón de
Ardoz y hasta de… Móstoles!!! Vamos en coche hasta el pueblo de Valdearenas, Guadalajara, (no confundir
con la playa nudista de Valdearenas, Liencres, Cantabria) desde donde empieza
la ruta.
Estamos en la comarca de la Alcarria, cerca de la
Campiña, y en el tramo medio del río Badiel. Los cultivos de secano, cereal y
olivos –una rama aparece en el escudo-, ocupan las ondulaciones del terreno,
con monte bajo y encinar en las lomas. La población está situada en un ligero
otero a 783 m de altitud y sus pobladores (apodados “guarrosos” por los pueblos
vecinos) han descendido desde los más de 600 en 1580 hasta los 95 de la
actualidad, con las lógicas fluctuaciones a través del tiempo.
Aunque se ha encontrado algún resto prehistórico como la
“Estela Discoidea”, el pueblo se fundó con la repoblación que siguió a la
reconquista en el siglo XII. Pertenecía al alfoz de Hita, cuya pujanza
económica permitió edificar una iglesia románica en el siglo XIII, bajo el
señorío de la Casa de los López de Orozco (siglo XIV) y de los Duques del
Intantado (siglos XV al XIX), aunque obtuvo el privilegio de villazgo en el
siglo XVII. Un hijo de la localidad, Fray Bernardo de Atienza, de la Orden de
San Agustín, edificó el Colegio de San Agustín en la Universidad de Alcalá de Henares.
Quedó afectado por la batalla de Guadalajara en marzo de 1937, cuando se quemó
el archivo parroquial.
De sus monumentos quedan las ruinas de la iglesia de
Nuestra Señora de la Asunción, con la fachada meridional románica del siglo
XIII, y el resto muy modificado en los siglos XVI y XVII: era una iglesia
columnaria con planta de salón construida en sillería y mampostería caliza
blanca. También subsiste una fuente del siglo XVIII, con un depósito sobre
pedestal de piedra.
Salimos, dejando a la izquierda las imponentes ruinas, en
otro buen día aunque con más nubes en el cielo, disfrutando de la tibieza, por
un ancho y polvoriento camino que serpentea por los pequeños desniveles del
terreno, marrón en los trozos arados y con olivos. A nuestra derecha queda Hita
acostado sobre el monte cónico que lo protege. Tonos del paisaje: horizontes
amplios, nubes altas. El sol de la mañana de domingo se extiende por el
paisaje. Poco después nos envuelve el estrépito y el polvo que levantan un
grupo de motoristas. El olivar, de verdegris plata, nos sigue rodeando mientras
dejamos a la izquierda, en alto, la urbanización El Mirador y de frente aparece
Trijueque. Lo que nos queda es una
buena subida.
Ya en lo alto llegamos a la Fuente Grande, que tiene
también un lavadero, todo un gran conjunto en caliza grisácea. Por la calle a
la derecha llegamos a la gran plaza, con acceso bajo soportales, donde está el
Real Parador de Carruajes (1788, trazas de Ventura Rodríguez, fonda hasta
mediados del siglo XIX) y el Ayuntamiento, construido en el siglo XVI para el
Concejo al ser convertido en villa y reconstruido tras la Guerra Civil.
Desde la plaza vamos a tomar un café al bar Garví, donde
nos atienden Emilio, primo o así de Félix, y su camarera antes de continuar por
el Balcón de la Alcarria desde donde se ve una inmejorable panorámica hacia el
río Badiel puesto que estamos a 998,9 m de altitud. Este pueblo, que ha
aumentado rápidamente su población hasta los 1.256 habitantes, tiene aquí parte
de su historia, donde estuvo la ciudadela levantada por los Mendoza de la que
no queda nada.
Desde la reconquista en el siglo XI perteneció al Común
de Villa y Tierra de Hita, en el siglo XIV pasó a manos de Íñigo López de
Orozco y en el XV a los Mendoza, aunque fue declarado villa a principios del
siglo XVI. Durante el siglo XV estuvo aquí Juana “la Beltraneja”, hija de
Enrique IV, puesto que el primer Conde de Tendilla era su tutor. En el escudo
de armas municipal aparece una muralla, de la que sólo quedan algunos
torreones, uno cercano. Ocupando parte de la antigua ciudadela de los Mendoza
se encuentran las ruinas de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, quizá
de planta de salón, con elementos platerescos –portada- en la fachada.
![]() |
(Juan M. Rodríguez) |
El acontecimiento que más ha marcado a esta población fue
el desarrollo de la Batalla de Guadalajara durante la Guerra Civil y todavía en
2016 se desactivaron dos granadas procedentes de aquellos años. La batalla se
libró entre los días 8 y 18 de marzo de 1937 y este pueblo quedó en medio del
frente por lo que los daños en vidas y destrucción fueron muy importantes. Los
acontecimientos históricos se sobrepusieron a su voluntad.
El plan italiano consistía en concentrar en la meseta
cuatro divisiones y atacar en un frente de 15 km con especial concentración en
3 km, tomándose en días sucesivos Trijueque, Torija y Guadalajara, para continuar
sobre Alcalá de Henares. El día 8 se avanzó rápidamente desde Algora, pero hubo
retención en Almadrones y el mal tiempo atascó la línea de ataque dando tiempo
a la llegada de Lister (11ª División republicana, compuesta por la 11ª Brigada
Internacional Thaelmann –alemana- y por la Brigada del “Campesino”) que se
estableció en los bosques entre Trijueque y Torija. Trijueque fue ocupado a
media mañana del día 11 por las Plumas negras italianas (CTV), pero fue
recuperado el día 13 por los republicanos apoyados por su aviación. Los
italianos adolecieron de mala preparación en los soldados y el material y en la
lejanía del punto de avituallamiento, Sigüenza, bombardeada por los
republicanos el día 16.
Esta batalla fue magnificada por ambas partes. Fue la
primera derrota del fascismo internacional, de las tropas enviadas por Benito
Mussolini, pero las bajas fueron parejas y no abandonaron tanto terreno como
habían conquistado los días anteriores. Miguel Hernández explicó la situación
en los sentidos versos del poema “Sanguinario Mussolini”:
“Ven
a Guadalajara, dictador de cadenas, // carcelaria mandíbula de canto,
Verás
la retirada de tus hienas, // verás el apogeo del espanto.
Rumorosa
provincia de colmenas, // la patria del panal establecido,
La
dulce Alcarria, amarga como el llanto, // Amarga te ha sabido.”
Desde este alto mirador vemos cercanas ruinas que evocan
tiempos pasados, pero también podemos dilatar la mirada sobre el magnífico
paisaje presente de tierras y olivares que descienden al valle en un atenuado
declive de campos. Ante nosotros se abre una profunda perspectiva de labrantíos.
Nuestros ojos abarcan un horizonte tan ancho que lo incluye todo. Dejamos esta
población cuyo patrón es San Bernabé (terminó con una plaga de langostas), y
donde los mozos y mozas solteros celebran, en un garaje o cochera, las fiestas de
La Peseta y El Duro, respectivamente. A los que no quieren celebrarlo se les
llama mansos y todo termina con los mozos persiguiendo a las mozas –como ha
sido siempre- por todo el pueblo.
Bajamos hasta la Fuente Grande, donde los
senderistas dan rienda suelta a sus aficiones alpinistas ...
y deshacemos el
camino adentrando poco a poco la mirada en la extensión ondulada.
![]() |
¡Juventud, divino tesoro! (Rubén Darío) |
Las nubes se han movido dejando en descubierto la enorme
superficie del cielo, desnudando la mañana. El calor ha ido aumentando, pero no
se anda mal. La ruta no ha sido ni larga ni dura pero alguno se ha cansado ...
por
lo que al llegar ejecutamos unos ejercicios de estiramiento sin mojarnos a
pesar de que los hacemos con Lluvia (perdón por el chiste fácil y malo).
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