domingo, 16 de julio de 2017

Numancia y Schulten.



El MAR (Museo Arqueológico Regional), de Alcalá de Henares, presenta una exposición sobre Numancia y el arqueólogo Schulten, que contiene buenos textos explicativos, citas –principalmente clásicas-, fotografías, poemas, símbolos, mapas, planos, cronogramas, periódicos, cuadros, fotografías aéreas, dibujos con escenas cotidianas, videos. En unas vitrinas se exponen diversos objetos: vestimenta (hebilla, anillo, fíbulas), iluminación (lucernas), cerámica (olla, cuencos, tazas, jarras, copas, platos, cantimplora, trompa, figuritas), útiles (enmangues de hueso, balanza y pesa), armas (disco-coraza, pilum, puñal, balista, bolas de balista, catapulta, proyectiles de honda), impedimenta (clavijas de tienda, cadenas), etc.

La ausencia de piezas llamativas hace que, a primera vista, pueda parecer una exposición más pobre que otras, pero los textos, mapas y fotografías conforman una explicación completa sobre lo que ha significado Numancia en el imaginario colectivo de nuestro país. Numancia es un hito en la historia, un mito creado durante las guerras celtibéricas y numantina que representa algunos de los caracteres con que se ha definido el inaprensible espíritu español, por eso las primeras excavaciones tuvieron tanta repercusión.

El mito de Numanfia nació en el pueblo romano (bravura, fidelidad a los aliados, cumplimiento de los pactos, libertad. Séneca: “¿No estuvo asentado en torno a Numancia más y más tiempo y soportó este resquemor suyo y de estado: que la derrota de Numancia se llevase más tiempo que la de Cartago?”). La monarquía astur leonesa buscó su poder legitimador aceptando que Numancia estaba en Zamora. En el Renacimiento (Antonio de Nebrija la sitúa en Garray), durante la crisis del Barroco (Cervantes, El cerco de Numancia) y el s. XVIII, definió el carácter español. La Guerra de la Independencia se comparó a la numantina y también en los ss. XIX y XX (profunda crisis de identidad, depresión moral, sentimiento de inferioridad) se revalorizó su significado buscando en ella la identidad nacional, pero este mito social y político ha servido a ideologías contrapuestas y ha sido forzado y manipulado.

Numancia ya había sido algo excavada. A finales del s. XVIII Juan Bautista Loperráez y Corvalán indicó la presencia de vallados de piedra, fosos, murallas, casas, calles, etc., y Juan de la Cruz levantó el primer plano topográfico, defendiendo la ubicación en Garray. A principios del s. XIX también excavó Juan Bautista de Erro y Azpiroz y a mediados Eduardo Saavedra. Pero eran empresas poco ambiciosas que ni siquiera contaban con soporte legislativo. El 7-7-1911 se promulgó la Ley de Excavaciones y Antigüedades, y para su cumplimiento se creó la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, 1912-33, que concedió permisos a partir de 1915, excavándose desde entonces en Ambrona y Torralba, Numancia, Uxama, Tiermes, Mérida o Ampurias.

La excavación más importante fue la del año 1905, y siguientes, a cargo de Adolf Schulten. Ya en 1901 y 1902 mantuvo correspondencia con Eduardo Saavedra, que le facilitó planos e información, porque Saavedra había excavado en la Muela de Garray en 1853, para fijar con exactitud la ubicación del oppidum numantino en Soria, frente a los defensores de su emplazamiento en Zamora, determinando la posición de Numancia en el cerro donde confluyen los ríos Duero y Tera. En los años 60 continuó las excavaciones y elaboró una planimetría de su urbanismo, diferenciando tres fases de ocupación: neolítica, ibérica y celtíbero-romana.

Tras una visita preliminar para contrastar los textos clásicos y la información de Saavedra, Schulten, por su formación, realizó una arqueología filológica y se acompañó de un equipo multidisciplinar formado por un arqueólogo (responsable del registro estratigráfico, dibujos y descripción de los materiales) y profesores (catalogación). Costeó los trabajos con su propio dinero hasta conseguir ayuda económica prusiana. Tuvo desavenencias por enviar los materiales descubiertos a Alemania y devolverlos sólo parcialmente, por proclamarse descubridor obviando que ya había sido identificada por Saavedra, etc.

Aconsejado por Saavedra, los trabajos de Schulten se dirigieron hacia el cerco de Escipión durante 1906-08, identificando siete grandes campamentos en los parajes de El Castillejo (tres campamentos correspondientes a Marcelo, Pompeyo y Escipión, cuartel de Escipión 7,35 has.), Travesadas (4 ha), Valdevorrón (9 ha), Peña Redonda (11,2 ha), Raza (transcripción incorrecta de Rasa, 6 ha), La Dehesilla (14,6 ha, el mayor) y Alto Real (razones estratégicas para control de la línea de circunvalación) y dos castillos ribereños, que cerraban los ríos Duero y Tera, en los lugares de El Molino de Garrejo (confluencia de los ríos Merdancho y Duero, 1,9 ha) y La Vega de Garray (ángulo formado por el Tera y el Duero a los que utiliza para su defensa), así como algunos tramos de la muralla de circunvalación. 

En 1909-12 el proceso siguió, a causa de los desajustes entre las excavaciones y los textos de Apiano, con los campamentos sucesivos de Renieblas (Gran Atalaya, Talayón), localizándose cinco campamentos: I y II Catón, 195 antes de nuestra era, ANE.; el III a Nobilior, 153 ANE.; el IV al Oeste del anterior; el V a Pompeyo en su lucha con Sertorio, 75 ANE.

Después de todos estos trabajos, Schulten -que partía de las fuentes antiguas, intentando completar mediante la excavación la información recogida en ellas- dio esta interpretación.
En el cerro de La Muela, en 1905, identificó dos niveles de ocupación prehistóricos, uno neolítico y otro hallsttático, y tres ciudades: la íbera, destruida en el 133 ANE, otra iberorromana que se desarrolló en el s. I ANE, y la tercera a lo largo del Imperio. En concordancia con las tesis de su época, según las cuales las distintas culturas materiales que se sucedían eran debidas a la llegada de nuevas etnias, asoció el primer asentamiento con poblaciones ligures y el segundo a pueblos celtas, mientras que la fundación, hacia el 300 ANE, de la ciudad se debería a grupos íberos.

Describió una acrópolis murada de 7,2 ha aunque había más espacio habitado ya sin defensas. Calculó un total de 8.000 habitantes y unos 2.000 guerreros. Documentó dos niveles bajo la ocupación imperial, de casas rectangulares adosadas a la muralla, atribuyendo los intermedios a la ciudad del s. I ANE y los inferiores a la destruida el 133 ANE. Encajó de manera inicial la situación de los campamentos apoyándose en la topografía del terreno y en la descripción es de los textos clásicos. Posteriormente corroboró su emplazamiento a partir de las excavaciones. Todos los campamentos, tanto los de la línea de asedio como los de Renieblas, formaron un todo indisoluble.

Después del periodo romano hubo ocupación visigoda y altomedieval, pero fue abandonada cuando la población se asentó en Garray. Las excavaciones posteriores, dada la complejidad de la interpretación estratigráfica, han originado opiniones que modifican algunas fechas, pero no han añadido nada significativo. En el Museo Numantino pueden verse materiales procedentes de la necrópolis de Numancia (155 tumbas excavadas), que tuvo dos ocupaciones en los siglos III y II ANE.


En la actualidad, el mito está diluido, difuminado, pero bien pueden recordarse las alabanzas de Alonso de Guevara (“¡Oh bienaventurada Numancia, la cual quisieron los dioses que se acabase, mas no que se venciese!”) y la optimista de Miguel de Cervantes (“Indicio ha dado esta no vista hazaña /  Del valor que los siglos venideros / Tendrán los hijos de la fuerte España / Hijos de tales padres herederos”).

1 comentario:

  1. Estimado José Luis, muchas gracias por la muy interesante información. Me gustaría saber algún detalle sobre la vasija de la fotografía que hay justo encima de la de la visita de Alfonso XIII. Cerca del Tajo, al sur de la provincia de Guadalajara, encontré un pequeño fragmento de cerámica con una decoración muy parecida a la de esa vasija.
    Saludos,
    Enrique Bronchalo

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