Numancia y Schulten.
El MAR (Museo Arqueológico Regional), de Alcalá de
Henares, presenta una exposición sobre Numancia y el arqueólogo Schulten, que
contiene buenos textos explicativos, citas –principalmente clásicas-,
fotografías, poemas, símbolos, mapas, planos, cronogramas, periódicos, cuadros,
fotografías aéreas, dibujos con escenas cotidianas, videos. En unas vitrinas se
exponen diversos objetos: vestimenta (hebilla, anillo, fíbulas), iluminación
(lucernas), cerámica (olla, cuencos, tazas, jarras, copas, platos, cantimplora,
trompa, figuritas), útiles (enmangues de hueso, balanza y pesa), armas
(disco-coraza, pilum, puñal, balista, bolas de balista, catapulta, proyectiles
de honda), impedimenta (clavijas de tienda, cadenas), etc.
La ausencia de piezas llamativas hace que, a primera
vista, pueda parecer una exposición más pobre que otras, pero los textos, mapas
y fotografías conforman una explicación completa sobre lo que ha significado
Numancia en el imaginario colectivo de nuestro país. Numancia es un hito en la
historia, un mito creado durante las guerras celtibéricas y numantina que representa
algunos de los caracteres con que se ha definido el inaprensible espíritu
español, por eso las primeras excavaciones tuvieron tanta repercusión.
El
mito de Numanfia nació en el pueblo romano (bravura, fidelidad a los aliados,
cumplimiento de los pactos, libertad. Séneca: “¿No estuvo asentado en
torno a Numancia más y más tiempo y soportó este resquemor suyo y de estado:
que la derrota de Numancia se llevase más tiempo que la de Cartago?”). La monarquía astur leonesa
buscó su poder legitimador aceptando que Numancia estaba en Zamora. En el
Renacimiento (Antonio de Nebrija la sitúa en Garray), durante la crisis del
Barroco (Cervantes, El cerco de Numancia) y el s. XVIII, definió el carácter
español. La Guerra de la Independencia se comparó a la numantina y también en
los ss. XIX y XX (profunda crisis de identidad, depresión moral, sentimiento de
inferioridad) se revalorizó su significado buscando en ella la identidad
nacional, pero este mito social y político ha servido a ideologías
contrapuestas y ha sido forzado y manipulado.
Numancia
ya había sido algo excavada. A finales del s. XVIII Juan Bautista Loperráez y
Corvalán indicó la presencia de vallados de piedra, fosos, murallas, casas,
calles, etc., y Juan de la Cruz levantó el primer plano topográfico, defendiendo
la ubicación en Garray. A principios del s. XIX también excavó Juan Bautista de
Erro y Azpiroz y a mediados Eduardo Saavedra. Pero eran empresas poco
ambiciosas que ni siquiera contaban con soporte legislativo. El 7-7-1911
se promulgó la Ley de Excavaciones y Antigüedades, y para su cumplimiento se
creó la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, 1912-33, que concedió
permisos a partir de 1915, excavándose desde entonces en Ambrona y Torralba,
Numancia, Uxama, Tiermes, Mérida o Ampurias.
La excavación más importante fue la del año 1905, y
siguientes, a cargo de Adolf Schulten. Ya en 1901 y 1902 mantuvo
correspondencia con Eduardo Saavedra, que le facilitó planos e información,
porque Saavedra había excavado en la Muela de Garray en 1853, para fijar con
exactitud la ubicación del oppidum numantino en Soria, frente a los defensores
de su emplazamiento en Zamora, determinando la posición de Numancia en el cerro
donde confluyen los ríos Duero y Tera. En los años 60 continuó las excavaciones
y elaboró una planimetría de su urbanismo, diferenciando tres fases de ocupación:
neolítica, ibérica y celtíbero-romana.
Tras una visita preliminar para contrastar los textos
clásicos y la información de Saavedra, Schulten, por su formación, realizó una
arqueología filológica y se acompañó de un equipo multidisciplinar formado por
un arqueólogo (responsable del registro estratigráfico, dibujos y descripción
de los materiales) y profesores (catalogación). Costeó los trabajos con su
propio dinero hasta conseguir ayuda económica prusiana. Tuvo desavenencias por
enviar los materiales descubiertos a Alemania y devolverlos sólo parcialmente,
por proclamarse descubridor obviando que ya había sido identificada por
Saavedra, etc.
Aconsejado por Saavedra, los trabajos de Schulten se
dirigieron hacia el cerco de Escipión durante 1906-08, identificando siete
grandes campamentos en
los parajes de El Castillejo (tres campamentos correspondientes a Marcelo,
Pompeyo y Escipión, cuartel de Escipión 7,35 has.), Travesadas (4 ha),
Valdevorrón (9 ha), Peña Redonda (11,2 ha), Raza (transcripción incorrecta de
Rasa, 6 ha), La Dehesilla (14,6 ha, el mayor) y Alto Real (razones estratégicas
para control de la línea de circunvalación) y dos castillos ribereños, que
cerraban los ríos Duero y Tera, en los lugares de El Molino de Garrejo
(confluencia de los ríos Merdancho y Duero, 1,9 ha) y La Vega de Garray (ángulo
formado por el Tera y el Duero a los que utiliza para su defensa), así como
algunos tramos de la muralla de circunvalación.
En
1909-12 el proceso siguió, a causa de los desajustes entre las excavaciones y
los textos de Apiano, con los campamentos sucesivos de Renieblas (Gran Atalaya,
Talayón), localizándose cinco campamentos: I y II Catón, 195 antes de nuestra
era, ANE.; el III a Nobilior, 153 ANE.; el IV al Oeste del anterior; el V a
Pompeyo en su lucha con Sertorio, 75 ANE.
Después de todos estos trabajos, Schulten -que partía de
las fuentes antiguas, intentando completar mediante la excavación la
información recogida en ellas- dio esta interpretación.
En
el cerro de La Muela, en 1905, identificó dos niveles de ocupación
prehistóricos, uno neolítico y otro hallsttático, y tres ciudades: la íbera,
destruida en el 133 ANE, otra iberorromana que se desarrolló en el s. I ANE, y
la tercera a lo largo del Imperio. En concordancia con las tesis de su época,
según las cuales las distintas culturas materiales que se sucedían eran debidas
a la llegada de nuevas etnias, asoció el primer asentamiento con poblaciones
ligures y el segundo a pueblos celtas, mientras que la fundación, hacia el 300 ANE,
de la ciudad se debería a grupos íberos.
Describió
una acrópolis murada de 7,2 ha aunque había más espacio habitado ya sin
defensas. Calculó un total de 8.000 habitantes y unos 2.000 guerreros. Documentó
dos niveles bajo la ocupación imperial, de casas rectangulares adosadas a la
muralla, atribuyendo los intermedios a la ciudad del s. I ANE y los inferiores
a la destruida el 133 ANE. Encajó de manera inicial la situación de los
campamentos apoyándose en la topografía del terreno y en la descripción es de
los textos clásicos. Posteriormente corroboró su emplazamiento a partir de las
excavaciones. Todos los campamentos, tanto los de la línea de asedio como los
de Renieblas, formaron un todo indisoluble.
Después del periodo romano hubo ocupación visigoda y
altomedieval, pero fue abandonada cuando la población se asentó en Garray. Las
excavaciones posteriores, dada la complejidad de la interpretación
estratigráfica, han originado opiniones que modifican algunas fechas, pero no
han añadido nada significativo. En el Museo Numantino pueden verse materiales
procedentes de la necrópolis de Numancia (155 tumbas excavadas), que tuvo dos
ocupaciones en los siglos III y II ANE.
En la actualidad, el mito está diluido, difuminado, pero
bien pueden recordarse las alabanzas de Alonso de Guevara (“¡Oh bienaventurada
Numancia, la cual quisieron los dioses que se acabase, mas no que se
venciese!”) y la optimista de Miguel de Cervantes (“Indicio ha dado esta no
vista hazaña / Del valor que los siglos
venideros / Tendrán los hijos de la fuerte España / Hijos de tales padres
herederos”).
Estimado José Luis, muchas gracias por la muy interesante información. Me gustaría saber algún detalle sobre la vasija de la fotografía que hay justo encima de la de la visita de Alfonso XIII. Cerca del Tajo, al sur de la provincia de Guadalajara, encontré un pequeño fragmento de cerámica con una decoración muy parecida a la de esa vasija.
ResponderEliminarSaludos,
Enrique Bronchalo