viernes, 5 de diciembre de 2014

Lourdes.

En un buen día de verano volvemos a El Portalet (ver el artículo sobre el ibón de Espelunciecha), con el majestuoso Midi d´Ossau enfrente. Aquí nos detenemos un poco. Las tiendas están abiertas pero hay poca gente. El paisaje está verde luminoso con trozos de roca gris. Tras tomar café entramos en Francia. Bajando por una carretera de montaña, con muchas curvas, en un valle muy cerrado, tenemos un atasco porque una gran vacada va por la carretera hasta que se desvía por un camino y podemos seguir a una marcha normal.

Nuestro objetivo de hoy es Lourdes, ciudad francesa del departamento de Altos Pirineos, a 400 m de altitud, bañada por el río Gave du Pau, que procede de Gavarnie. Durante la Edad Media fue población fortificada. El castillo data del siglo XIV, reedificado en el siglo XVI y fue residencia de los condes de Bigorre. Tiene una fuerte torre defensiva del siglo XIV.

Leyenda del emperador Carlomagno: cuando regresó de su incursión en tierras hispanas, después de la derrota de Roncesvalles (ver artículos sobre el Camino de Santiago), puso sitio a esta plaza que estaba ocupada por los musulmanes al mando de Mirat. Por encima de la fortaleza voló un águila que llevaba en su pico una trucha enorme que dejó caer a los sitiados.  Mirat recogió la trucha y se la envió como regalo a Carlomagno, asegurándole que tenían víveres suficientes para resistir el asedio. Carlomagno lo creyó y envió a su obispo Turpin a entrevistarse con el jefe de la fortaleza. El resultado fue que el musulmán se convirtió al cristianismo y tiempo después fue bautizado. Una leyenda religiosa para un lugar muy religioso.

Conchita, delante de la Gruta de las apariciones.

Llegamos y aparcamos en las afueras. Cruzamos una gran explanada de hierba hasta llegar al Gave du Pau, que lleva bastante agua y tiene las orillas arboladas en parte, y cruzar al otro lado. Hace muy buena temperatura, pero no calor. Hay mucha gente. Estamos al pie de la gruta de Massabielle (rocas viejas), donde en 1858 se dice que tuvieron lugar las apariciones de la Virgen a Bernardette Soubirous. Unas personas están sentadas delante, mirando la imagen con gran devoción; otras muchas hacen cola para entrar a la cueva y algunas cogen agua en la fuente. Llegan, llevados por unos voluntarios, un gran grupo de minusválidos en silla de ruedas, todos de bastante edad, que parecen aferrarse a una última esperanza.

José Luis -el de Huesca, y Conchita

El Santuario, además de la Gruta de las apariciones, es un conjunto de edificios dedicados al culto de la Virgen que incluye las iglesias de la Inmaculada Concepción, la de Nuestra Señor del Rosario y la de San Pío X, en tres alturas diferentes. Las visitamos sucesivamente viendo las pinturas y mosaicos de la primera a la luz de una gran claraboya. Tras subir por una escalinata vemos la segunda, mucho más pequeña, longitudinal, de techo más bajo y paredes sin decorar. La tercera está muy oscura, pero se aprecia su gran altura y sus vidrieras. Salimos y, desde el paseo central, se ve muy bien el conjunto.


Paseamos las calles viendo, como en otros lugares turísticos, infinidad de tiendas, con muchos artículos religiosos. Es el negocio de la fe. Pasamos por la casa natal de Bernardette y cerca paramos para comer. Por la tarde visitamos el castillo, donde el torreón da una sensación de gran fuerza y desde donde se tiene una vista magnífica sobre la población. Nos gusta el museo etnográfico, de artes y tradiciones populares del Pirineo, con una idealización de las casas y familias antiguas a base de mobiliario, trajes (los de Ansó, p.e.), telares, vajillas, etc. También hay unas maquetas de construcciones características, entre las que hay algunas españolas como la de Alquézar.


Un nuevo paseo por las calles, recorriendo en sentido inverso el camino, pasando por las iglesias y la cueva, cruzando el río y atravesando la pradera, hasta el coche. A la vuelta atravesamos de nuevo El Portalet, desde donde seguimos el curso del río Gállego, y paramos un momento para admirar, desde un ensanchamiento en el lado izquierdo de la carretera, la magnífica panorámica que ofrece el pueblo de Sallent de Gállego (ver el artículo sobre Lasarra) con el embalse de Lanuza delante y el emblemático pico Foratata detrás.

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