Lourdes.
En un buen día de verano volvemos a El Portalet (ver el artículo
sobre el ibón de Espelunciecha), con el majestuoso Midi d´Ossau enfrente. Aquí
nos detenemos un poco. Las tiendas están abiertas pero hay poca gente. El paisaje
está verde luminoso con trozos de roca gris. Tras tomar café entramos en
Francia. Bajando por una carretera de montaña, con muchas curvas, en un valle
muy cerrado, tenemos un atasco porque una gran vacada va por la carretera hasta
que se desvía por un camino y podemos seguir a una marcha normal.
Nuestro objetivo de hoy es Lourdes, ciudad francesa del departamento
de Altos Pirineos, a 400 m de altitud, bañada por el río Gave du Pau, que
procede de Gavarnie. Durante la Edad Media fue población fortificada. El
castillo data del siglo XIV, reedificado en el siglo XVI y fue residencia de
los condes de Bigorre. Tiene una fuerte torre defensiva del siglo XIV.
Leyenda del emperador Carlomagno: cuando regresó de su
incursión en tierras hispanas, después de la derrota de Roncesvalles (ver
artículos sobre el Camino de Santiago), puso sitio a esta plaza que estaba ocupada
por los musulmanes al mando de Mirat. Por encima de la fortaleza voló un águila
que llevaba en su pico una trucha enorme que dejó caer a los sitiados. Mirat recogió la trucha y se la envió como
regalo a Carlomagno, asegurándole que tenían víveres suficientes para resistir
el asedio. Carlomagno lo creyó y envió a su obispo Turpin a entrevistarse con
el jefe de la fortaleza. El resultado fue que el musulmán se convirtió al
cristianismo y tiempo después fue bautizado. Una leyenda religiosa para un
lugar muy religioso.
Conchita, delante de la Gruta de las apariciones.
Llegamos y aparcamos en las afueras. Cruzamos una gran
explanada de hierba hasta llegar al Gave du Pau, que lleva bastante agua y
tiene las orillas arboladas en parte, y cruzar al otro lado. Hace muy buena
temperatura, pero no calor. Hay mucha gente. Estamos al pie de la gruta de
Massabielle (rocas viejas), donde en 1858 se dice que tuvieron lugar las
apariciones de la Virgen a Bernardette Soubirous. Unas personas están sentadas
delante, mirando la imagen con gran devoción; otras muchas hacen cola para
entrar a la cueva y algunas cogen agua en la fuente. Llegan, llevados por unos
voluntarios, un gran grupo de minusválidos en silla de ruedas, todos de
bastante edad, que parecen aferrarse a una última esperanza.
José Luis -el de Huesca, y Conchita
El Santuario, además de la Gruta de las apariciones, es un
conjunto de edificios dedicados al culto de la Virgen que incluye las iglesias
de la Inmaculada Concepción, la de Nuestra Señor del Rosario y la de San Pío X,
en tres alturas diferentes. Las visitamos sucesivamente viendo las pinturas y
mosaicos de la primera a la luz de una gran claraboya. Tras subir por una
escalinata vemos la segunda, mucho más pequeña, longitudinal, de techo más bajo
y paredes sin decorar. La tercera está muy oscura, pero se aprecia su gran
altura y sus vidrieras. Salimos y, desde el paseo central, se ve muy bien el
conjunto.
Paseamos las calles viendo, como en otros lugares
turísticos, infinidad de tiendas, con muchos artículos religiosos. Es el
negocio de la fe. Pasamos por la casa natal de Bernardette y cerca paramos para
comer. Por la tarde visitamos el castillo, donde el torreón da una sensación de
gran fuerza y desde donde se tiene una vista magnífica sobre la población. Nos
gusta el museo etnográfico, de artes y tradiciones populares del Pirineo, con
una idealización de las casas y familias antiguas a base de mobiliario, trajes
(los de Ansó, p.e.), telares, vajillas, etc. También hay unas maquetas de
construcciones características, entre las que hay algunas españolas como la de
Alquézar.
Un nuevo paseo por las calles, recorriendo en sentido
inverso el camino, pasando por las iglesias y la cueva, cruzando el río y
atravesando la pradera, hasta el coche. A la vuelta atravesamos de nuevo El
Portalet, desde donde seguimos el curso del río Gállego, y paramos un momento
para admirar, desde un ensanchamiento en el lado izquierdo de la carretera, la
magnífica panorámica que ofrece el pueblo de Sallent de Gállego (ver el
artículo sobre Lasarra) con el embalse de Lanuza delante y el emblemático pico
Foratata detrás.
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