Barranco de la Pillera.
Volvemos de nuevo a Nocito, a 900 m de altitud, para
disfrutar de una de las muchas posibilidades que ofrece el senderismo por la
zona. Esta vez se trata de recorrer el barranco de La Pillera, sendero
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Únicamente hay que tener en cuenta que se
atraviesa el barranco muchas veces por las piedras, por lo que hay que vigilar
el nivel del agua, siendo la estación más recomendable el verano, por el poco
caudal. Esta ruta enlaza con otras como el sendero de ascenso al Tozal de Guara
por el Collado de Chemelosas, la ruta circular a Nocito, etc.
Desde el puente de Nocito se toma un camino muy cómodo en la
margen derecha del río Guatizalema, hacia el Sur, durante dos kilómetros, hasta
un pequeño ensanchamiento donde se cruza a la izquierda, al Este, por un vado. Al
principio del barranco el valle es más abierto, permite la visión
de las lomas
cercanas, pero pronto se cierra con las laderas muy inclinadas que permiten un
exiguo paso en el fondo. A pesar de todo, el paso es fácil.
Nos introducimos en un paisaje agreste, en un denso bosque del que en algún momento sobresale una alta peña que se destaca hacia el cielo. El variado arbolado llega hasta el borde del agua. Esta senda es llamada “el jardín de Guara” por su gran riqueza en especies vegetales. Este itinerario ofrece una excelente representación del paisaje con mayor influencia atlántica. Se pueden encontrar arces, bojes, tejos, avellanos, pinos silvestres y hayas, contrastando a poca distancia con encinas, enebros y sabinas que crecen en las solanas de la pared Norte que encierra el barranco.
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Nos introducimos en un paisaje agreste, en un denso bosque del que en algún momento sobresale una alta peña que se destaca hacia el cielo. El variado arbolado llega hasta el borde del agua. Esta senda es llamada “el jardín de Guara” por su gran riqueza en especies vegetales. Este itinerario ofrece una excelente representación del paisaje con mayor influencia atlántica. Se pueden encontrar arces, bojes, tejos, avellanos, pinos silvestres y hayas, contrastando a poca distancia con encinas, enebros y sabinas que crecen en las solanas de la pared Norte que encierra el barranco.
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En el viaje de vuelta paramos en Lúsera, entre Nocito y
Belsué, uno de tantos despoblados de la provincia. Desde la carretera se accede
por una pista buena de un kilómetro que nos deja en lo alto de un cerro
bastante plano, desde donde se domina una gran panorámica del valle, incluyendo
el embalse de Belsué, ahora con un nivel del agua muy bajo.
Este lugar de resonancias familiares, fue abandonado hace ya
muchos años, como todo el valle. Fue lugar de siete casas, grandes, en
sillarejo y tiene un pozo-fuente que fue usado en época árabe,
especulándose si es de origen romano. Paseamos las ruinas silenciosas viendo chimeneas cuadradas y redondas, casas de piedra cubiertas con lajas, paredes que resisten aisladas (puertas de medio punto doveladas, ventanas reforzadas y adinteladas, sillarejo), dos pasos abovedados muy bonitos. Entre la piedra de chimeneas y arcos hay mucha toba para aligerar la construcción. Alguna casa está reconstruida.
especulándose si es de origen romano. Paseamos las ruinas silenciosas viendo chimeneas cuadradas y redondas, casas de piedra cubiertas con lajas, paredes que resisten aisladas (puertas de medio punto doveladas, ventanas reforzadas y adinteladas, sillarejo), dos pasos abovedados muy bonitos. Entre la piedra de chimeneas y arcos hay mucha toba para aligerar la construcción. Alguna casa está reconstruida.
Al borde mismo del abismo está la iglesia de San Miguel,
barroca del siglo XVII, con una sola nave de tres tramos separados por arcos
fajones, cubierta con bóveda de cañón con lunetos, cabecera plana, coro a los
pies y torre adosada al Sur. Al exterior aparecen los contrafuertes y un óculo.ç
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