Santo Domingo de la Calzada-Belorado
Nos levantamos a las 6:00 pero ya hay mucha gente en pie.
Las amables hospitaleras nos despiden. El bar La Piedra no ha abierto todavía,
pero no esperamos. Cruzamos el puente sobre el río Oja. Desaparecen los
viñedos, la tierra roja y las líneas quebradas en el horizonte. A 2,5
kilómetros, una enorme cruz, la de los Valientes, en recuerdo de un juicio de
Dios, uno de tantos en la edad Media, para poner fin a la disputa de unas
tierras entre Santo Domingo y Grañón, nacida como plaza fuerte sobre el cerro Mirabel
y con estructura urbana cuadriculada. Desayuno viendo el encierro de Pamplona.
Las aldeas se desperdigan, parecen ser convidadas de piedra
en el paisaje de cereal y monte, quedan ancladas en el tiempo mientras los
peregrinos continúan su viaje. Entramos en la provincia de Burgos. En Redecilla del Camino hay un puesto de
información, pero no se puede ver la espléndida pila bautismal porque la
iglesia está cerrada. Podría haber más atención a los peregrinos porque,
durmiendo en Santo Domingo, siempre se llega aquí demasiado pronto. El puesto
de información podría estar en la iglesia, para que pudiera estar abierta.
Hacemos una foto con una chica rubia que conocimos el primer día en Puente la
Reina y seguimos la estructura urbana sobre la sirga.
Pasamos Caltildelgado y llegamos a Viloria, cuna de Santo
Domingo. En el albergue nos dan un sello adhesivo y conocemos a Rafaella, de
Torino, y a Antonella, de Perugia, que hacen etapas cortas. Quedamos en vernos
en Belorado, aunque dudan. El paisaje sigue igual, cereal en el llano y monte a
la izquierda. Sol, calor, alguna nube.
Belorado. Pasamos el primer albergue y no se ve a nadie.
Llegamos al pueblo. En el albergue parroquial pone un letrero de completo.
Vamos al Cuatro Cantones, que está bien, aunque con pocas duchas y aseos. Nos
alegramos al encontrar de nuevo a Ángel y Adrián. Pepe tiene una ampolla en un
pie y Ángel se ofrece a curarla. Vamos a la farmacia para comprar lo que nos
falta cuando vemos el centro de salud. El médico de urgencias “le hace una
ventanita a la ampolla” y la cura.
Pepe piensa en cómo estará mañana. Si va mal, puede coger el
autobús en Villafranca-Montes de Oca, no por falta de ánimo sino por traición
del cuerpo. Toda nuestra vida es un deseo de atravesar nuestros límites. Soren
Kierkegaard: “También yo he sentido la inclinación a obligarme, casi de una
manera demoníaca, a ser más fuerte de lo que en realidad soy”.
Belorado es posible asentamiento romano. Su estructura, al
contrario que la mayoría, es N-S, a lo largo de la calzada que, por el estrecho
valle del Tirón, venía desde Briviesca, quizá porque la población estaba algo
desarrollada cuando Santo Domingo canalizó el Camino. En el farallón calizo,
con ruinas de un castillo, que cobija al Tirón hay cuevas que sirvieron de
eremitorios durante la época visigótica.
En el jardín del albergue, con un apartado con gallinas y
conejos, entre olivos, charlamos con los polacos, con Ángel y Adrián, con los
tíos, etc. En la penumbra del día declinante, en la tranquilidad de la última
hora de la tarde, momento propicio para sondear nuestros corazones, comentamos
el esfuerzo de Adrián y cómo la vida, y el Camino, tienen distintos
significados para cada persona. Las estrellas bordan un cielo negro, sin luna,
cuando nos vamos a la litera, al dormitorio silente, rodeados por la noche
impenetrable, cercados por la negrura, mirando a la noche cara a cara con los
ojos invadidos de sueño.
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