Río Cofio.
En un buen día, despejado, de bastante calor, vamos al
pueblo de Valdemaqueda, municipio que forma parte de la comarca de la Sierra
Oeste, en el extremo suroccidental de la Comunidad de Madrid, en el límite con
la Comunidad de Castilla y León, provincia de Ávila. Dejamos el coche al lado
del Camping El Canto la Gallina y preguntamos por el inicio de la senda que
está muy cercano.
El camino es de tierra, ancho, bueno y en descenso. Está
sombreado de pinos y el andar se hace muy agradable porque la temperatura es
todavía buena por la mañana. Nos dirigimos al Puente Mocha, situado a unos tres
kilómetros del pueblo, por una ruta circular que bordea el Cerro de San Pedro.
Una completa Área Recreativa nos indica la proximidad de
nuestro destino, tapado por los árboles.
En el fondo se ve el río Cofio, un
afluente del Alberche, que ha nacido en la provincia de Ávila y, como río de
montaña, forma encajamiento y gargantas configurando un paisaje de gran valor
ecológico, con vegetación de ribera formada por chopos, fresnos, sauces y
alisos, pasa a la provincia de Madrid donde desemboca en el embalse de San Juan.
Para cruzar este río es para lo que está el Puente Mocha.
Este puente, el principal monumento del municipio, es conocido también como de los Cinco Ojos y es designado
popularmente como romano, aunque no lo es. Su trazado medieval podría indicar
su temprana construcción, quizá durante el proceso de repoblación cristiana,
aunque debió ser consolidado y remodelado posteriormente, lo que da pie a la
teoría de que fue erigido en el siglo XVI, como una de las infraestructuras
realizadas por y para el Monasterio de El Escorial, acaso para transportar
madera.
El Puente Mocha está construido en granito, con grandes
sillares en su parte baja y mampostería en la alta, y su tablero tiene una
longitud de 40 m. Aunque se le llama de los Cinco Ojos, tiene solamente cuatro,
de medio punto, y dos vanos de losas planas a ambos lados. Estos ojos se
disponen en gradación, formando el perfil característico de lomo de asno. Aguas
arriba tiene tajamares triangulares en los tres pilares centrales. La Comunidad de Madrid realizó su restauración integral en el verano de 2013.
El agua, escasa pero rumorosa, pasa por el ojo mayor, lo que
deja libres los demás para, a su sombra, comer relajados y protegidos del
fuerte sol. La tranquilidad posterior, arrullados por el murmullo del agua, es
de nota. A pesar de haber esperado un buen rato, la vuelta se hace pesada por
el calor y por ser cuesta arriba.
Para terminar el día, nada mejor que ir a El Escorial.
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